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Probablemente nunca antes los vecinos de Cantabria han vivido tan pendientes de sus ríos como ahora. Ni los han observado tanto, con una mezcla de desconfianza y respeto. Con esa mirada expectante al rememorar lo que el agua es capaz de llevarse por delante. Les ... sucede a los habitantes de Villanueva de la Peña, de Molledo o de Ruente, a los de Reinosa, Matamorosa, Cañeda o Los Corrales de Buelna. Les pasa a los ciudadanos que han visto cómo los ríos de la región, que se desbordaban a consecuencia de las fuertes lluvias, irrumpían en sus casas con la furia de una ola inabarcable. En este sentido, el año pasado empezó como terminó, con graves inundaciones en diferentes puntos de la región. La noche del 23 de enero de 2019 no se borrará fácilmente de la memoria de los vecinos de Mazcuerras o Santa Olalla (Molledo), que tuvieron que ser evacuados de sus viviendas en lanchas. Empezaba un año que finalizaría con 461 alertas climatológicas (según publicó este periódico) y las mayores inundaciones que han sufrido Reinosa, Matamorosa y Cañeda a lo largo de su historia. Sucedió en diciembre y la comarca campurriana aún trata de recuperar el pulso.
Ahora, cuando Cantabria empieza a sentirse cómoda en un mes de febrero que parece macabramente veraniego, los alcaldes valoran las obras que se han ejecutado para revertir los daños y miran de reojo al río, por si vuelven las lluvias torrenciales. A su vez, la Confederación Hidrográfica del Cantábrico (CHC) y la del Ebro (CHE) trabajan en las cuencas fluviales y elaboran proyectos para reconducir el cauce de los indómitos ríos. El año pasado, la CHC invirtió un total de 1.769.632 euros en setenta actuaciones de conservación, mantenimiento y reparación de las cuencas cántabras, según informaron desde la propia institución hidráulica. La previsión es continuar a lo largo del 2020.
El Deva, el Nansa, el Saja, el Besaya, el Pas, el Miera, el Asón y el Ebro; en casi todos los ríos de Cantabria y algunos de sus afluentes es necesario llevar a cabo actuaciones de limpieza. Al menos así lo aseguran los alcaldes de los municipios que atraviesan los ríos, quienes inciden en que de esta manera se evitarían inundaciones como las que han sacudido Cantabria, aunque este es un aspecto en el que también incide la ordenación del territorio. Por ejemplo, casi el 100% de Cabezón de la Sal es inundable y el río Saja, que atraviesa además los municipios de Cabuérniga, Ruente y Reocín (entre otros), puede convertirse en una auténtica pesadilla, como sucedió hace un año, cuando se 'tragó' viviendas, puentes y esperanzas. Desde entonces, la Confederación no ha dejado de actuar sobre el cauce. El año pasado realizó 16 intervenciones, 484.705 euros. Los trabajos generalmente consisten en «la retirada de tapones, restos vegetales, acarreos y residuos que hayan llegado o puedan llegar hasta los ríos, disminuyendo su capacidad de desagüe, así como en la reparación de las márgenes que hayan sufrido procesos erosivos». También se ejecutan «actuaciones de estabilización en aquellos puntos más sensibles de sufrir erosiones», informaron desde la Confederación. «Han sacado unos 200 camiones de piedra», confirmaba ayer el alcalde de Mazcuerras, Francisco Javier Camino. Y continúan. A largo plazo, el objetivo es construir una mota de contención en la margen del río entre Santa Lucía y Villanueva», recordó el alcalde de Cabezón, Víctor Manuel Reinoso. El proyecto, que aún está por redactar, tendría un coste de unos cinco millones y sería financiado por la CHC, la Consejería de Obras Públicas y los ayuntamientos. Esto, «junto a la limpieza de los afluentes», insiste el alcalde de Cabezón, supondría una solución definitiva.Lo deseable.
También para el alcalde de Reocín, Pablo Diestro, que recuerda cómo hace un año Caranceja se convirtió en una piscina ingobernable.
La Confederación Hidrográfica del Ebro ha comenzado en Matamorosa (Campoo de Enmedio) las labores de recuperación de la capacidad de desagüe de los ríos Híjar y Ebro. Los trabajos han arrancado en el primero y completarán los que se están llevando a cabo por la Consejería de Obras Públicas. También se intervendrá en el río Izarilla, desde el puente del ferrocarril en Matamorosa hasta su desembocadura en el río Ebro y se repararán los daños en la senda fluvial del Híjar. Los trabajos afectarán también a los municipios de la Hermandad de Campoo de Suso y Campoo de Enmedio, donde se actuará en los puntos del cauce que requieran retirada de obstrucciones, según informaron ayer desde la CHE.
Cabuérniga es el municipio del Saja en el que más ha invertido la CHC(183.363 euros). «La limpieza efectuada en el cauce evitó que el río volviera a salirse en octubre, cuando Cantabria sufrió otro temporal», agradeció el regidor, Nicolás Toral. La institución hidráulica tiene además previsto este año restaurar los márgenes del río en Renedo de Cabuérniga y en Terán, así como en los márgenes del río Quivierda, en Carmona. Y es que en este valle el cauce del río llegó a modificarse.
El río Deva es igual de temido que el Saja cuando se desborda. Los habitantes de Molleda (Val de San Vicente) conocen su ferocidad. El alcalde, Roberto Escobedo, ha solicitado a la CHC la realización de «un estudio técnico para conocer las posibles soluciones a este problema». El regidor, optimista, asegura que «dicho estudio estará contemplado en el Presupuesto de este año y saldrá a licitación». Por otro lado, los alcaldes de los ayuntamientos situados en la zona alta del cauce del Deva, Potes, Peñarrubia y Vega de Liébana, se han unido para pedir soluciones conjuntas tras las inundaciones que afectaron a diversos puntos de sus municipios el pasado mes de diciembre, cuando otro temporal rompió la monotonía de sus vecinos. El regidor de Potes, Javier Gómez, ha mantenido varios encuentros con sus homólogos de Vega de Liébana y Peñarrubia (Gregorio Alonso y Secundino Caso, respectivamente) y la consejera de Presidencia, Paula Fernández, con el objetivo de redactar una memoria de actuaciones que consideran necesarias. El papel del Ejecutivo en este caso es hacer de mediador entre las administraciones locales y la Confederación, cuyos criterios no siempre coinciden con los de los afectados. «Son excesivamente estrictos y lo que se debe priorizar es la defensa de las viviendas», apunta el alcalde de Vega de Liébana, Gregorio Alonso, refiriéndose al organismo hidráulico.
«A mí me piden paciencia y les voy a dar un voto de confianza, porque nos parece bien lo que han limpiado, pero no es suficiente», explica la alcaldesa de Molledo, Verónica Mantecón. El río Besaya inundó el pueblo de Santa Olalla hace un año y el eco de la desgracia continúa latiendo entre sus calles. «Tuvimos que evacuar a todos los vecinos», repite ya como si fuera un eslogan. Los pueblos de Santa Cruz de Iguña y Helguera también sufrieron inundaciones. «En el primero tuvimos que comprar una tubería de PVCpara abastecer al pueblo de agua que todavía no nos han pagado. Como venga otra riada fuerte, veremos qué pasa». La Confederación ha invertido 11.234 euros en la limpieza y retirada de árboles caídos en el río en Molledo. También en Bárcena de Pie de Concha y los Corrales de Buelna. En total, 18 actuaciones y una inversión de 426.139 euros para revertir los daños en la cuenca del río Besaya. Sin embargo, el regidor de Los Corrales, Luis Ignacio Argumosa, calcula que se perdió «un millón de euros en destrozos», pero está contento porque «con la limpieza que se ha hecho, se ha paliado un 90% del problema».
Y el problema surge, según opinan todos los alcaldes preguntados, porque no se realiza un correcto mantenimiento de los ríos. La alcaldesa de Piélagos, Verónica Samperio, tiene 39 años y está acostumbrada a ver al río Pas salirse de su cauce. «Hace un año no causó graves destrozos, el agua entró en algún garaje y en áreas públicas, como parques o plazas, pero la Confederación ha efectuado la retirada de sedimentos», agradece. Víctor Gutiérrez, el regidor de Ampuero, dice que la CHC ha sacado del río Asón «400 camiones de cantos rodados y maleza», pero que todavía quedan zonas de la cuenca que limpiar entre el puente de Marrón y Limpias. Por eso, ha presentado una solicitud al presidente del Gobierno Regional,Miguel Ángel Revilla, «para que refuerce el muro del margen izquierdo del río». Pero Gutiérrez lo tiene claro, hay que actuar antes del desastre «y limpiar el arbolado de las cuencas fluviales».
«El río es un bosque y desde Polaciones hasta Pesués no hay un tramo que no tenga arbolado», dice categórico al otro lado del teléfono el alcalde de Herrerías, Francisco Linares. «Yo me crié en un molino junto al río Nansa y he visto muchas riadas». Ninguna como la de hace un año. Si hay algo que ha demostrado la naturaleza es que es imprevisible. Ante esta evidencia, los alcaldes insisten: limpieza de cauces. «Hace seis meses solicitamos a Confederación que interviniese. No nos ha contestado», zanjaba Linares.
Donde sí han entrado las máquinas de la Consejería de Obras Públicas es en el río Híjar, a la altura de Matamorosa (Campoo de Enmedio). El desbordamiento de los ríos Híjar, Ebro e Izarilla pilló a los campurrianos preparando la Navidad la tarde del pasado 19 de diciembre y la madrugada del día 20. «El agua causó daños en 38 viviendas y 30 coches. En total ha habido 150 afectados». Al alcalde, Pedro Manuel Martínez, las cifras no se le olvidan. Hasta ahora, «se han retirado árboles caídos, troncos en mal estado y vegetación». 149.067 euros de inversión. Actuaciones de emergencia para solucionar lo más urgente. Los alcaldes de Cantabria dedican una buena parte de su tiempo a tratar de reconciliarse con los ríos, cuya perseverancia es de sobra conocida en la región. Cada vez más, los vecinos saben que el agua siempre encuentra su hueco, independientemente de la orografía o el desarrollo urbanístico. Hasta ahora, el río es el que manda.
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