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Con 303 kilómetros cuadrados, Valderredible es uno de los territorios más extensos de Cantabria y también uno de los más despoblados. La iniciativa de ... un grupo de amantes de la herencia ancestral de toda la cabecera del Ebro (incluida la parte burgalesa) busca ya alternativas para ponerlo en el mapa como un referente patrimonial de primer orden. Excusas no les faltan, porque en la zona hay para elegir: ermitas rupestres excavadas en piedra, pinturas, románico, eremitorios, monumentos megalíticos, bosques legendarios y miles de grabados prehistóricos.
La asociación cultural que se ha propuesto dar visibilidad a estos tesoros y atraer gente al territorio se hace llamar Tribus del Iber, un colectivo que nació en marzo de 2021 y ya está dando pasos en firme en esa dirección bajo la presidencia de la escritora y ambientalista Elisa Rivero. De este grupo forma parte Petroglifos de Valderredible, una iniciativa anterior capitaneada por Ernesto Rodrigo, vecino de Valderredible y apasionado por seguir la huella que dejaron los antiguos grupos humanos que pasaron por la zona. Entre todos ellos ya han documentado más de 3.000 motivos en los petroglifos hallados. Esto significa que su futura catalogación arqueológica podría situar este enclave valluco entre «los más importantes de Europa y del norte de España», apostillan.
Ernesto Rodrigo
Las circunstancias previas de cómo alguien se da cuenta de que hay un tesoro arqueológico bajo sus pies -como es el caso de Valderredible- son las que suelen acompañar a todo este tipo de sucesos extraordinarios: la casualidad y la curiosidad por desvelar el enigma. Dos componentes claves para que Ernesto Rodrigo descubriese su primera joya, hoy alojada en el Mupac: la estela de Salcedo, en Monte Hijedo (alta edad de Bronce). «Estaba buscando una piedra para señalar la entrada a mi casa y la cogí de una zona de escombrera, cuando la limpié, vi que tenía unos símbolos grabados, como un cuchillo, y comencé a preguntar», explica. Un hallazgo que poco después sería verificado por el arqueólogo del Mupac, Roberto Ontañón.
Elisa Rivero
Entonces Rodrigo era «un ignorante de estas cosas», admite, pero la misteriosa piedra ya se le había metido en la cabeza y la curiosidad por resolver las incógnitas que había detrás le llevó a fijarse más en la extensa zona que le rodeaba. Así fue como, poco a poco, leyendo y andando por el monte, encontró sus primeros petroglifos. Símbolos como «cazoletas, cruces y espirales», además de otras representaciones similares al «cuchillo de perfil» que acompañaba a la estela de Salcedo y que simboliza al jefe de las tribus, al igual que otros grabados en forma de 'u' invertida (los soldados). De todo ello daba cuenta al servicio de Patrimonio, pero con el tiempo era tanto lo que encontraba que solo se ha catalogado una pequeña parte. Lo que comenzó entonces siendo «un juego» acabó «ante lo que parece ser un núcleo poblacional de relevancia en los albores de la Edad del Bronce», tal y como señala el Mupac en la descripción de la estela de Salcedo.
Aunque Ernesto nunca dejó de observar piedras en sus paseos, llegando a fundar la página Petroglifos de Valderredible, con el tiempo empezó a caer en el desánimo, ya que su intención era dar a conocer este legado y activar turísticamente el valle. Fue entonces cuando apareció en la historia la escritora y ambientalista Elisa Rivero, otra enamorada del patrimonio valluco con orígenes familiares en la cabecera del Ebro. «Mi madre, que es historiadora, siempre me enseñó todo lo relacionado con el valle, pero lo que realmente me gustó siempre era la parte de la prehistoria», explicaba. Por casualidad, un día se topó con la red social divulgativa de Ernesto y ahí surgió la primera interacción. «Empecé a seguir a Ernesto y un día escribí un relato sobre petroglifos y se lo dediqué pensando que era un grupo», rememora.
La realidad siguiente es que él la invitó a conocer parte de ese patrimonio y ella le aportó lo que le faltaba. «Elisa es una joven 'millennial', enseguida se dio cuenta de que había que poner orden a todo aquello», resume ahora el valluco. Y así fue. Ernesto y Elisa, junto a un grupo de profesionales de diferentes sectores interesados por el patrimonio (más de medio centenar en la actualidad), fueron retroalimentándose y acabaron fundando las Tribus del Iber, que incluye territorio cántabro y burgalés.
Hasta el momento han documentado todo lo que van encontrando y divulgan lo que pueden. «Lo que tiene Valderredible es una auténtica locura. Estamos haciendo fichas de lo que podemos para darlo a conocer», añade Rivero. Hace unos días celebraron su segunda asamblea y ya han montado festivales e impartido charlas. Además, la Fundación Botín ha puesto ya su mirada en el trabajo del colectivo, que por delante tiene el reto de que expertos en la materia cataloguen todo lo encontrado.
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