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Dos veces al mes Antonio Moncayo va al banco a sacar dinero de la cuenta que tiene abierta en una sucursal en Caparroso (Navarra), donde le ingresan la pensión. Gracias a ambas circunstancias -tener una cuenta a su nombre y sacar dinero periódicamente- fue localizado, ... terminando con dos décadas de silencio e incertidumbre. Su familia le había perdido el rastro hace 21 años en Bilbao. Una de sus hijas, Begoña Moncayo, residente en Reinosa, pudo reencontrarse con él la semana pasada, reemprendiendo la historia de sus vidas tras el largo paréntesis de la desaparición.
Ha sido la Guardia Civil, y no la Policía Nacional, como por error contó la hija a este periódico, la que encontró con vida a Antonio Moncayo cerrando con éxito una investigación abierta en el año 2009, fecha en la que la exesposa, los hijos y los hermanos de Antonio presentaron formalmente la denuncia de desaparición en las dependencias de la Guardia Civil de Baracaldo (Vizcaya), después de seis años sin saber nada de él. Fue en ese momento, por tanto, cuando el instituto armado comenzó a buscar a Antonio, llevando a cabo una investigación bautizada como 'Desbizca'.
Los denunciantes contaron a los agentes que el último contacto que habían tenido con él se produjo el 1 de enero del 2003 y sospechaban que podía estar viviendo en la calle, en el barrio de Zorrotza de Bilbao, además de explicar que Antonio tenía «diversos problemas médicos y económicos». Con estos datos, los investigadores empezaron a realizar gestiones para intentar dar con él. Pero no había rastro de él ni en el último domicilio facilitado por los familiares ni por calles próximas del barrio de Zorrotza.
Nunca se cerró el caso pero en fechas recientes cobró un impulso. Cuenta la Guardia Civil que en aplicación del 'Protocolo de Actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad ante Casos de Personas Desaparecidas por el Centro Nacional de Desaparecidos (CNDES)', se tomaron muestras de ADN a uno de sus hijos (un varón). El resultado fue negativo. Tampoco en el registro civil figuraba certificado de fallecimiento alguno, ni empadronamiento en ningún ayuntamiento.
Pero surgió una pista fundamental: los investigadores localizaron una cuenta corriente a nombre de Antonio Moncayo en una sucursal bancaria del pueblo navarro de Caparroso, en la que se seguía ingresando la pensión de la persona desaparecida. Y se comprobó que de esa cuenta se extraía dinero en efectivo dos veces al inicio de cada mes. Esta pista motivó que guardias civiles de Vizcaya se desplazaran a esa localidad para localizar a la persona que estaba realizando esas extracciones. Y fue el pasado 19 de marzo cuando los agentes encontraron al desaparecido residiendo en Caparroso y, además, en perfecto estado de salud.
Lo primero que hizo la Guardia Civil fue comunicar a Antonio el señalamiento que existe sobre él y preguntarle si deseaba facilitar los datos de su paradero o de contacto a los familiares que denunciaron su desaparición. El desaparecido informó a los agentes que, aunque no tenía teléfono, sus allegados podían contactar con una de las personas con las que convive o llegado el caso, ir a visitarlo. Aclaró que reside con una familia de feriantes y que desde el año 2007 viaja con ellos de feria en feria.
Finalmente, el día 20 de marzo la Guardia Civil notificó su aparición a la hermana de Antonio. Al día siguiente se enteró la hija, Begoña, de 37 años de edad, que vive y trabaja en Reinosa, como sociosanitaria en la Fundación Residencia San Francisco. Inmediatamente emprendió el viaje al pueblo de Navarra en el que habían encontrado a su padre. Se presentó en la casa y se encontró con él, que la reconoció enseguida a pesar de haber pasado dos décadas. Contó ella misma a este periódico cómo fue ese momento: «Estábamos muy nerviosos, no sabíamos qué decirnos después de tanto tiempo, pero no me importó, sólo quería abrazarlo. Le conté que es abuelo de dos niños preciosos y él me pedía perdón. Me decía que sabía que lo encontraría».
La Guardia Civil explica que al tratarse de una desaparición voluntaria de una persona mayor de edad las investigaciones están orientadas «únicamente a su localización». «Es decisión de la persona desaparecida informar a los familiares de su paradero o de algún método de contacto. En caso negativo serían informados solo de la localización». Las autoridades judiciales sí reciben notificación de la localización exacta con el cese de las investigaciones policiales de localización y que dan fin al procedimiento judicial si no existe algún ilícito penal ligado al hecho.
Por último, la Guardia Civil aclara que «ningún caso de desaparición queda archivado. La actuación de la Guardia Civil y del Centro Nacional de Desaparecidos (CNDES), cuya colaboración ha sido crucial en este caso, es continua».
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