El guardián de Otero del Monte
Valderredible ·
José Antonio Corada, guarda forestal jubilado, es el único vecino censado que reside a diario en esta localidad, la misma que mima en compañía de sus cuatro mastinesSecciones
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José Antonio Corada, guarda forestal jubilado, es el único vecino censado que reside a diario en esta localidad, la misma que mima en compañía de sus cuatro mastinesEs el guardián de Otero del Monte, el protector de un casco urbano de apenas quince casas -las que actualmente tienen acometida de agua- que se erige en el municipio de Valderredible, a 960 metros sobre el nivel del mar, y en una cima rodeada de abetos, robles y pinos. José Antonio Corada González es el único de los cuatro vecinos censados que reside a diario en Otero del Monte, localidad que a mediados del siglo XX llegó a tener 24 vecinos y dos pastores.
Valluco de nacimiento, Corada conoce como nadie el municipio, no en vano ha sido guarda forestal, y mima el pueblo en compañía de sus amigos más fieles, sus cuatro mastines: «Tom, Trotski, Toby y Titi», a cuyo lado ha afrontado esta pandemia. «Este año he vivido mejor que nunca», asegura entre risas. «Con todos estos follones del covid, de las aglomeraciones, aquí estoy a mi aire, muy tranquilo y sin miedo a contagiarme». «Me dicen que por qué vivo solo y especialmente pensando en el invierno, pero yo estoy muy a gusto, cuando nieva también llega la máquina y además bajo a Reinosa siempre que lo necesito. También me doy mis paseos por Valderredible, que es precioso». «Soy muy positivo, pienso en estar bien y en el ánimo de vivir y que venga lo que tenga que venir».
A sus 76 años y tras once jubilado, José Antonio Corada preside el Concejo Abierto de Otero del Monte desde 1975. Antes lo hicieron su madre y su padre, quienes fueron durante muchos años, junto a otra señora que regresaba esporádicamente, los únicos vecinos de esta localidad valluca.
Durante aquel tiempo José Antonio Corada ejerció de guarda. En total, fueron 35 años los que veló por la sexta comarca forestal, que integra los terrenos de los municipios de Valderredible, Valdeolea y Valdeprado del Río, unos años en los que recorrió, principalmente a pie y a caballo, todos los montes y bosques de esta amplia zona campurriana.
«Ahora, jubilado, yo vivo muy feliz en Otero del Monte. Lo llevo en el corazón y ya no quiero más. Los años mandan y ya ando barrenando con las nuevas tecnologías», explica entre risas Corada, antes de adentrarse por las calles del pueblo, tupidas por el verde primaveral.
«Cuando marcharon todos los vecinos, sobre 1970, lo único que había en el pueblo era electricidad, aunque de aquellas formas. El agua lo trajimos estando ya solo nosotros, la familia, y la pista forestal asfaltada, el acceso desde Cubillo de Ebro, se hizo con motivo de una plantación de pinos». Para Corada, estas mejoras han permitido que las familias que emigraron, los descendientes de aquellos vecinos, hayan vuelto y se hayan animado a reparar sus casas y las utilicen para pasar las vacaciones, los puentes o algunos fines de semana. «De no haber luchado por estos servicios, en Otero del Monte hubiera ocurrido lo mismo que en Moroso», un pueblo abandonado de Valderredible y del que ya sólo son visibles algunas paredes. «Lo mismo que ya está pasando con el núcleo de Quintanasolmo», se lamenta Corada.
El valluco agradece la vida que en los últimos años está retornando al pueblo. «Se han rehabilitado casas de familias de Madrid, de Castilla y León y del País Vasco. También de residentes en Santander». «Durante años, tanto mi padre como yo, que teníamos las llaves de todos los vecinos para acceder a los pajares y guardar la hierba para el ganado, fuimos tapando las goteras y, de esa forma, en la medida de nuestras posibilidades, se conservaron un poco más las viviendas», explica. «No puedo negar que llevo la vida del pueblo en el corazón».
Según reconoce Corada, «nunca he llegado a pensar que el pueblo fuera a desaparecer porque en los veranos siempre ha venido gente. De hecho, entre todos hemos conseguido acondicionar las antiguas escuelas, que ahora hacen las veces de centro cultural y cantina, y también disponemos de otro edificio en el que se reúne el Concejo».
«Tras abrirse las restricciones y ahora que se han alargado los días y ya no hace tanto frío es raro que no vengan varios matrimonios o familias a pasar el fin de semana», señala Corada, para quien lo más importante es «cultivar el valor humano, las relaciones que siempre hicieron pueblo».
Respecto a las necesidades de Otero del Monte, el presidente del Concejo Abierto apunta que, tras haberse culminado el cierre perimetral con vallado de madera y los correspondientes pasos canadienses para impedir que el ganado entre a las calles del pueblo, ahora están pendientes del asfaltado de todos los viales del casco urbano. «Es un proyecto que se va a ejecutar con la colaboración del Ayuntamiento de Valderredible». «Yo miro para atrás y algo se ha hecho. Antes no había nada y ahora, aunque no estemos para tirar cohetes, tenemos algo».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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