
Historias de rebotica
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Reinosa cuenta con seis farmacias, comercios que cuidan de la salud de los ciudadanos, cada una de las cuales tiene su propia historia y singularidadesSecciones
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Reinosa cuenta con seis farmacias, comercios que cuidan de la salud de los ciudadanos, cada una de las cuales tiene su propia historia y singularidadesMucho han cambiado las farmacias en los últimos años, perdiendo en cierto modo el encanto de ese lugar casi mágico en el que el boticario elaboraba sus fórmulas magistrales, lugares de encuentro de amigos que celebraban sus tertulias en la rebotica, donde acudías a hacerte los análisis y a encontrar prácticamente remedios para todo. Quizás es en este último aspecto, y en la confianza que los clientes tienen en su farmacéutico en lo que menos han variado.
Si de farmacias en Reinosa hablamos, Juan Sierra es un referente. Durante años trabajó en el Centro Farmacéutico del Norte. Allí llegó gracias al aprendizaje adquirido en la Farmacia Torres, donde entró a trabajar con solo catorce años, como aprendiz de oficio, en 1959.
Mantiene Sierra, ya jubilado, la pasión por todo lo que hizo que se dedicara a este peculiar mundo, «me gustaba todo lo relacionado con el mundo de la farmacia: los matraces, las probetas,... todo aquello que ya no se utiliza», asegura.
Buenos recuerdos tiene de esta farmacia, fundada por Pablo Torres en 1931, que regenta Marta Rodríguez desde 2006. Juan Sierra, la visita cada vez que regresa a Reinosa y recuerda viejos tiempos «hacía fórmulas, limpiaba estanterías... todo lo que me mandaban. Entonces la farmacia tenía laboratorio y allí se iba a sacar sangre la gente».
Entrar en la farmacia Pérez-Arenal es como viajar en el tiempo. No es difícil imaginarse a nuestros abuelos comprar algún jarabe o un paquete de cigarrillos balsámicos del doctor Andreu. Sus propietarios se han preocupado por mantener la zona abierta al público prácticamente en su forma original, quizás por ser la única farmacia que se mantiene en manos de la familia fundadora. El abuelo de la actual farmacéutica, Adoración Marta Pérez-Arenal, fundó esta botica en 1928. Su madre estuvo al frente durante más de cuarenta años. «Estamos intentando guardar la estética de la farmacia, lo que no es fácil porque es casi todo artesano y ahora no es fácil encontrar quien te lo arregle», dice.
Para ella es muy valioso el aprendizaje recibido durante toda su vida en el establecimiento en el que creció, «yo tuve una buena profesora que fue mi madre, de lo cual me siento muy orgullosa. Hoy en día hay clientes que han sido clientes suyos que ahora siguen viniendo aquí y me cuentan anécdotas, problemas que les solucionó, cómo le pedían consejos, y la verdad es que tienen un grato recuerdo de ella lo que me llena de satisfacción».
Hace veintiún años que Inés Portela junto a su marido Marcos Rial adquirió la farmacia Portela Rial, conocida popularmente como Morante. «La gente nos acogió muy bien desde un principio. Ahora nuestra relación con los clientes es de mucha confianza. A veces no se atreven a preguntar al médico cosas que a nosotros sí que nos preguntan. Aquí vienen con otra tranquilidad», explica la farmacéutica. Como todas, esta farmacia también ha prescindido ya del servicio de laboratorio, «cada vez se formula menos y hay más exigencias a la hora de mantener un laboratorio en buenas condiciones. Antes en las recetas venía una indicación que decía 'Hágase según arte'. Algunas indicaban los porcentajes de cada cosa, pero había otras que era a discreción del farmacéutico», recuerda Inés Portela.
Ana Cristina de la Peña regenta la única farmacia 'de barrio' de la ciudad, la de la avenida Naval. Adquirió esta farmacia abierta hace veintitrés años, hace tres. Explica que, «antes de mirar esta farmacia estuve mirando otras, hasta que encontré la que encajaba con mis expectativas, de barrio, cercana, la gente es muy llana, muy comunicativa, muy de tu a tú, como soy yo», asegura. Explica que esta farmacia, «la ventaja que tiene es que al estar alejada puedes dar un mejor servicio a la gente. Es muy accesible y la única que tiene aparcamiento». Por eso dice que, «tenemos clientela de toda la zona de La Naval y la gente de los pueblos, la gente que sale del hospital...» «Estoy muy contenta de la decisión tomada y el equipo que tengo es muy valioso para mí».
María Laborda ha sido la última en incorporarse al gremio de farmacéuticos reinosanos. En julio hará un año que adquirió la que era la botica de Macario Marcos, una de las más grandes de la ciudad que abre cada día, de lunes a domingo, de 9 a 22.00 horas. «Mi llegada a Reinosa ha sido muy buena. Me siento muy a gusto porque el acogimiento ha sido genial». Poco a poco la farmacéutica se ha ido conociendo la ciudad, sus gentes y más específicamente a sus clientes, «son muchos y cada uno tiene sus necesidades. Poco a poco voy conociéndolos a todos y tengo como objetivo el ir adaptando la farmacia a sus necesidades, que son muy variadas dado que nuestros clientes tienen perfiles muy diferentes».
En la Plaza de España se encuentra la farmacia Rodríguez Garay, regentada por Matilde Rodríguez Garay desde hace veintiocho años. Doscientos años tiene este establecimiento, lo que significa que entre sus muros se han atendido los males de decenas de generaciones de reinosanos. Explica Matilde que, «la gente es muy de costumbres a la hora de ir a la farmacia», por eso ella conoce perfectamente a sus clientes habituales, lo cual le permite ofrecerles un asesoramiento óptimo, «nosotros a la gente mayor, que viene habitualmente la conocemos y sabemos lo que toman y lo que no. Sabemos si algo no les va bien. Procuramos estar muy pendientes de nuestros clientes». Esta farmacia ofrece también servicio de ortopedia.
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