«La iglesia de Fontibre se nos cae a pedazos»

Cantabria cuenta con 615 parroquias, de las cuales 22 se encuentran en Campoo de Suso, un volumen tal que, en muchas ocasiones, acaba obligando a los propios vecinos a encargarse de su mantenimiento y de la recolección de fondos para invertir en los templos. En el caso de Fontibre así era hasta el reciente fallecimiento de su vecina Marta Escalada, que pasó gran parte de su vida dedicada en cuerpo y alma al cuidado de esta iglesia. De hecho, el funeral de Escalada se celebró allí el pasado 18 de enero y se ofició «a duras penas», lamenta la secretaria del Concejo Abierto de Fontibre, Cristina Fernández. «Si Marta llega a ver las figuras en el suelo, retiradas de las peanas, se le caería el alma al suelo», apostillaba la mujer. Fernández y al alcalde pedáneo, Manuel Ángel Gutiérrez, están intentando de todo para encontrar soluciones que salven este patrimonio local «que se nos cae a pedazos», explican.

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Ambos responsables afirman que Fontibre es un punto turístico muy frecuentado, y lamentan el «olvido» que sufre un templo (propiedad del Obispado) con vestigios románicos del siglo XII, y con vistas directas al nacimiento del Ebro. «Lo fundamental es reparar el tejado», reitera Gutiérrez, que recuerda que se cuenta desde hace dos años con un presupuesto de 40.000 euros, que se ha visto elevado con el aumento de los costes de materiales.

La secretaria del Concejo resalta que la iglesia tiene «un potencial enorme sin explotar», y es que su cercanía al nacimiento del río Ebro, su historia y los servicios hosteleros del propio pueblo hacen que el templo sea atractivo para la celebración de bautizos, comuniones y bodas. Sin embargo, a día de hoy, no es posible celebrar ninguno de estos eventos, ni siquiera oficiar las misas para evitar daños personales y estructurales.

La falta de dinero para salvar la parroquia de San Félix es el gran problema ahora mismo. Al respecto, el pedáneo insiste en que el objetivo fundamental es «evitar que se nos caiga» y remarca que aún se está a tiempo de evitar una desgracia mayor, pero que las entidades locales menores no tienen capacidad financiera suficiente para acometerlos. «Estos proyectos tan grandes no pueden depender de los concejos vecinales sólo», insistía Gutiérrez. Lo que está claro es que el desgaste es evidente, y las imágenes son un fiel reflejo del deterioro que sufre el templo que tanto amó en vida su cuidadora Marta Escalada.