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El incendio que se produjo ayer en una pradería entre las localidades de Ormas y Espinilla (Campoo de Suso) quedó en un susto a pesar de la «dificultad y peligrosidad» de los cambios de viento que alteraron las llamas. El 112 constata que se vieron ... amenazadas dos viviendas y una nave ganadera, pero sin heridos. Los desperfectos se reducen a la calcinación de 50 hectáreas, que incluyen la finca de una de las viviendas, los alrededores de la ganadería y los cierres perimetrales de ambos recintos. Gracias a la rápida actuación de los bomberos y a la ayuda de los propietarios, se pudo controlar el fuego en poco más de una hora.
«Las llamas llegaron hasta la puerta de la nave», afirma Patricia Valdizán, una de las propietarias que, junto a otros miembros de su familia, trataron de frenar el incendio para que no alcanzase el interior del recinto. «Teníamos miedo de que entrase el fuego, porque dentro tenemos rollos de hierba seca que prenden con facilidad y podría haber sido un desastre», añade. A la espera de la llegada de los bomberos, Patricia y su familia no dudaron en actuar y ponerse manos a la obra para tratar de controlar la situación. «Con la cisterna del tractor, tirando tierra con palas... conseguimos controlarlo de milagro. Si no la nave se quema seguro».
Roberto Puente-Alberdi, concejal de Medio Ambiente de la Hermandad e Campoo de Suso, achaca la rápida actuación de las dos dotaciones de bomberos a los hidrantes de agua instalados por ayuntamiento en todas las localidades de la Hermandad. «Los bomberos no tuvieron que recorrer 15 o 30 kilómetros para encontrar un abastecimiento de agua, porque hay bidones en cada localidad», explica. Todavía se desconoce el origen del fuego, pero Puente Alberdi tiene sus sospechas: «El día anterior hubo un pequeño incendio en unos matorrales de la zona, que fue apagado por un particular y es posible que haya revivido».
Aunque los daños no han sido de mayor gravedad, la familia hace un balance de los costes. «Tendremos que reponer todos los cierres de madera y de alambre y tratar de revivir el terreno». Aún así, afirman que en los próximos meses será imposible: «Nosotros echaremos agua y abono, pero la última palabra la tiene el clima», asumen.
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