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Son días de siega en Campoo, de meter la hierba, una de las actividades más arraigadas en esta comarca y que con más precisión ... marcan el inicio del verdadero estiaje en el sur de Cantabria. Es tiempo de sacar la maquinaria a las fincas o a los prados para recoger el alimento que sustentará al ganado durante los largos meses del invierno. Ahora, con la mayor parte de las cabañas pastando en los puertos, en los terrenos comunales, es momento de la siega y de la recogida, de desempolvar unos aperos cada vez más mecanizados y de ponerse manos a la obra. Del mismo modo, es tiempo de estampas cargadas de tradición y de recuerdos, de olores y sensaciones, de ver a las cigüeñas en busca de comida al paso de los peines y segadoras y de las maratonianas jornadas acompañados de familiares y amigos. Es cierto que mucho ha cambiado a base de mecanización y tecnología, pero meter la hierba, como ocurre en otras zonas de Cantabria, incluso en las que se siega varias veces, siempre tendrá un componente de tradición.
Atrás quedó lo de segar a dalle, de hacer hacinas y de cargarlas en carros de tracción animal. La maquinaria ha entrado con fuerza en el campo, como en todos los ámbitos productivos, y hoy en día el tractor es un elemento indispensable, como lo son las segadoras, que ahora incluso reducen parte de la humedad de la hierba, o las empacadoras, capaces de hacer rollos de hierba que luego serán ensilados.
HERMANOS MACHO BALBÁS
Es un mundo que conocen muy bien los hermanos Emilio y José Macho Balbás, ganaderos de Requejo (Campoo de Enmedio). Ellos meten la hierba de numerosas fincas de la comarca campurriana. «Normalmente iniciamos la temporada en San Antonio, a mediados de junio, y se suele terminar en Santiago, aunque nosotros seguimos metiendo hierba en agosto. Y después vamos a Castilla y hacemos también bolas del trigo ya cosechado. Nos sirve de complemento alimenticio para el ganado», explica Emilio. «Es cierto que el sistema de meter la hierba mediante bolas ensiladas ha cambiado también los tiempos, ya que se siega y se empaca una hierba que está más verde. Los que no recurren al ensilado inician la temporada unas semanas más tarde, a finales de junio, coincidiendo con las festividades de San Juan y San Pedro».
Y es que los hermanos Macho Balbás lo tienen muy claro: «Mientras la hierba no se pase, meteremos todas las bolas ensiladas que nos sea posible. Tienen mucho más alimento para el ganado y, al estar encintadas, se pueden almacenar al aire libre, sin necesidad de recurrir a naves». En este sentido, José reconoce que también meten bolas, cuando ya no es posible ensilarlas, y pacas de hierba seca, siendo estas últimas las que destinan a las cuadras de toda la vida. «Estas pacas de 20 a 25 kilos aproximadamente son ideales para el ganado que está estabulado, mientras que los rollos, de 500 a 600 kilos en silo y sobre los 400 en seco, se llevan directamente a las fincas».
SISTEMAS
Estos cambios han sido posibles gracias a la introducción de la maquinaria, primero el tractor, cada vez más grande y potente, y luego los avances en las segadoras, que ahora ya no sólo cortan la hierba, como hacían los peines, sino que también reducen parte de la humedad. Son segadoras acondicionadoras, como la que utiliza Emilio Macho y que va por delante de la rotoempacadora que lleva su hermano José y con la que se generan las bolas que en una última fase serán encintadas y posteriormente trasladadas a la finca en la que las almacenan. Junto a los hermanos Macho Balbás, a las fincas campurrianas también acuden unos cuantos amigos que les ayudan en todo el proceso. «Señala que lo de meter la hierba es cosa de familiares y amigos», incide Emilio. «Sin ellos sería imposible».
En compañía de las cigüeñas, que no pierden la oportunidad de cazar insectos al paso de la segadora, los hermanos de la Ganadería Macho Balbás avanzan estos días en la campaña de la hierba. Reconocen que son jornadas maratonianas y de un intenso trasiego por toda la comarca e, incluso, por otras fincas burgalesas, pero indispensables para poder mantener a la cabaña. «Sin el esfuerzo de estos meses, no podríamos alimentar al ganado durante el invierno», sentencian.
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