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El embalse del Ebro comienza poco a poco a recuperarse. No es que pase por su mejor momento, pero las lluvias de las últimas fechas y, sobre todo, la nieve acumulada en las cumbres y su posterior deshielo han contribuido a elevar el nivel. ... De la semana pasada a esta, suma tres hectómetros cúbicos más. La instalación cerró ayer con 153 hm3, pero puede almacenar hasta 540,6: por tanto, se encuentra al 28,4% de su capacidad máxima. Este dato es 1,3 puntos superior al de hace justo un año. Aunque, si se mira la media de los últimos diez, el embalse está muy lejos de los 317 hm3 que marca el promedio.
El mayor problema al que se enfrentó el año pasado fue la escasez de precipitaciones, a lo que se debe sumar la práctica inexistencia de corrientes de agua con aportaciones importantes. Al Ebro no vierten ríos grandes, así que su llenado procede de la lluvia y, sobre todo de la nieve. Las nevadas de estos días son la gran esperanza para que la instalación recupere el brío necesario. Además, las temperaturas altas de estas jornadas, para lo que es habitual estas alturas del año, contribuirán a elevar su caudal.
153,3 hectómetros cúbicos de los 540,6 de capacidad máxima había ayer en el embalse.
147 hectómetros cúbicos de agua embalsada se registraban hace justamente un año.
La recuperación ha sido tímida desde principios de año, pero en los dieciséis primeros días de 2024 el embalse ha visto como su volumen crecía en 4,2 hectómetros cúbicos.
El año pasado fue especialmente seco, y el pantano lo sufrió especialmente. Comenzó agosto, el mes más crítico, al 32% de su capacidad, solo 4 puntos más que ahora. Un mes después, en septiembre, había bajado al 25%. Fue el segundo registró más bajo para este mes de los últimos 14 años. Las alarmas se encendieron, aunque el Ministerio para la Transición Ecológica dio por superado el estado crítico y declaró el fin de la situación excepcional. A 6 de septiembre, había 135,1 hectómetros cúbicos almacenados, solo por detrás de los registrados en 2002 (120,8).
Pero llegó octubre y lo que nadie esperaba es que fuera un mes tan seco y caluroso. La falta de precipitaciones obligó al Gobierno de Cantabria a activar el bitrasvase para dotar de agua a Santander, algo que apenas hizo falta hacer durante el verano.
153,3 hectómetros cúbicos
de los 540,6 de capacidad máxima había ayer en el embalse.
147 hectómetros cúbicos
de agua embalsada se registraban hace justamente un año.
De hecho, 2023 fue de los años en los que menos hizo falta abrir el 'grifo' de la instalación campurriana. Hasta octubre, solo 1,1 hectómetros cúbicos frente a los casi 7 de 2022 -que fue el año que más se tuvo que utilizar este recurso-. El último año hidrológico -que fue del 1 de octubre de 2022 al 30 de septiembre de 2023- concluyó con el 18% menos de precipitaciones. Desde octubre, el embalse del Ebro ha comenzado una tímida recuperación.
Aunque el agua de los embalses se mide a través de las diferentes cuencas hidrográficas, también se puede consultar por comunidades autónomas mezclando los datos del Ministerio para la Transición Ecológica, la Confederación Hidrográfica del Ebro y la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). En este caso, Cantabria ocupa la tercera peor posición, con solo un 29,7% de agua embalsada (tanto para consumo como para producción eléctrica).
La región únicamente supera a Murcia (25%) y Andalucía (20,4%). En cambio, se encuentra demasiado lejos de otras comunidades también del norte como Galicia y Asturias, que son precisamente las que encabezan el ranking nacional. Galicia tiene sus embalses al 83,1% y Asturias al 83,1%. mientras que Navarra (80,5%) y País Vasco (77,7%) se sitúan a continuación.
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