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Lo que debía ser un final de turno y de semana apacible para Alberto F. T., médico de familia en el centro de salud Campoo-Los Valles de Reinosa, se convirtió en una pesadilla. Él, junto con una enfermera, fueron agredidos verbalmente, amenazados e intimidados ... por la acompañante de un paciente, que incluso llegó a encararse con él. Esas dos personas, ambas de 46 años de edad, están siendo ahora investigadas por la Guardia Civil, que instruye diligencias. Además de este episodio, protagonizaron otro en el Hospital Tres Mares. El instituto armado les atribuye insultos, amenazas e incluso agresiones físicas. «Cuando se me acercó, por momentos, sí que sentí miedo. Estaba desatada», explica el médico.
Los hechos se remontan al pasado 5 de agosto. Ese día, los ahora investigados se presentaron en la consulta de Alberto a las dos y cuarto de la tarde, cuando ya no tenía citas presenciales en la agenda. «En el sistema comprobé que ya habían sido vistos por la enfermera y leí la nota que había dejado: 'mal comportamiento y malas maneras'», explica. Aun así, decidió atenderlos. Además, eran pacientes suyos, por lo que ya los conocía. «Antes de nada, les dije que todo el personal sanitario se merece un respeto», recuerda. Según su versión, el paciente varón no habló en lo que duró el altercado. Fue su acompañante la que ejerció de portavoz. «Ella se puso de pie, comenzó a chillar, me repitió todo lo que le había voceado a mi compañera y me dijo que nosotros estábamos allí para lo que ella estimara oportuno», cuenta. Alberto, que lleva muchos años ejerciendo de médico de familia, primero en Cataluña y desde febrero en Reinosa, trató de calmarla. «Le pregunté qué necesitaba y me dijo que una receta. Me indicó cuál era y le dije que yo no podía propocionársela porque en la historia clínica del hombre así lo ponía», continúa. «Me respondió que le daba igual, que se lo había mandado un médico privado. Le contesté que entonces se la pidiera a él, que si lo estimaba oportuno, podía hacerlo. También le insistí en que ese tipo de medicamentos sin prescripción y el visto bueno facultativo, no podía facilitárselos», añade.
Ahí es cuándo la mujer estalló. «Inmediatamente se levantó, se me acercó y se puso frente a mi cara con actitud desafiante. Todo esto lo regó con retahíla de insultos y amenazas», afirma. Acto seguido, alarmados por el escándalo, se presentaron el resto de compañeros que había en el centro de salud, porque los gritos se escucharon desde la planta de abajo (él estaba en la segunda). Al ver de nuevo a la enfermera que los había atendido previamente, la mujer continuó insultándola antes de marcharse. «Quizás fueron un par de minutos, pero se me hicieron eternos», reconoce.
Lo que sucedió después, Alberto F. T. lo califica de «kafkiano». Asegura que poner la denuncia fue «una auténtica odisea» y lamenta que nadie del Servicio Cántabro de Salud (SCS) le haya llamado aún para interesarse por él, por su compañera y por el caso. Lo primero que hice fue llamar a la Policía Local de Reinosa. «La mujer que cogió el teléfono no estimó oportuno mandar ninguna patrulla. Después telefoneé a la gerencia de Atención Primaria y nadie descolgó, quizás porque era viernes. Luego llamé al 062 y la Guardia Civil me dijo que la patrulla más cercana, perteneciente al cuartel de Los Corrales de Buelna, estaba en Torrelavega, y que tardaría un rato en llegar», relata.
La patrulla llegó a las cuatro de la tarde. Le recomendaron denunciar el caso. Trató de hacerlo el lunes, como le indicaron, pero reconoce que la misma policía local que le había atendido por teléfono el viernes, le puso trabas. También lo intentó en el cuartel de la Guardia Civil de Reinosa. «Quien me atendió, me dijo que él era de Tráfico y también me dio largas», subraya. Finalmente, pudo hacerlo al día siguiente, no sin la intermediación de un superior de la Benemérita.
«Estoy indignado y asqueado con todo. La agresión ha sido un capítulo duro, pero lo que ha venido después cuando he intentado poner la denuncia y he visto que nadie de la empresa me ha llamado. Todos los resortes de los que disponemos en estos casos han fallado. Mi intención es seguir adelante con la denuncia, aunque no sirva para nada», concluye.
Estos dos últimos incidentes registrados en Reinosa se suman a la brutal agresión que sufrió el pasado mes de mayo un médico residente de 36 años a manos de un paciente en el centro de salud de Los Castros, en Santander. El agresor, un joven de 20 años con antecedentes por actitudes violentas similares, propinó al sanitario un cabezazo y, una vez en el suelo, hasta nueve puñetazos en la misma zona de la cara. El individuo había agredido previamente a un celador del equipo de urgencias, en defensa del cual intercedió el médico. Después de ser detenido y pasar seis días en prisión provisional, el asaltante fue puesto en libertad.
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