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Hace apenas dos meses, el embalse del Ebro registraba su nivel más bajo del último lustro en un mes de julio, tal y como recogía un titular de este periódico. En ese momento, las mediciones de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) correspondientes en concreto ... al día 15 de julio dejaban el pantano al 64,9% de su capacidad, con 350 hectómetros cúbicos de los 541 totales. En la actualidad, ese porcentaje se ha reducido más de la mitad hasta llegar al 31%, con lo que el embalse cuenta ahora con 170 hm3, una de las cifras más bajas de un 23 de septiembre desde 1998. Y es que desde entonces solo ha habido tres años en los que el agua acumulado en esa misma fecha fue más bajo: en 2002, con 110 hm3; 2017, con 144 hm3, y 2003, con 168 hm3.
La situación actual del pantano viene precedida de un verano de sequía histórico en Cantabria: los meses de junio y julio han sido los más secos desde que hay registros -unos sesenta años-. Así lo certificó este pasado martes la delegación territorial de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en su balance estival, en el que también detalló que agosto resultó muy cálido y húmedo, convirtiéndose en el segundo agosto más cálido de la historia.
Por eso, la Confederación Hidrográfica asegura que el embalse del Ebro, en la cabecera, está en «prealerta», aunque «no hay sequía meteorológica», un término que se utiliza cuando se produce una escasez continuada de precipitaciones.
Según los datos que maneja la CHE, la reserva global de la cuenca del Ebro es de poco más de 3.000 hm3, lo que supone el 39% de su capacidad total. Este valor, en comparación con los datos del año anterior y del valor promedio de los últimos cinco años, es «un 14% inferior».
A la hora de evaluar la situación global de la cuenca, la Confederación toma como referencia el Plan de Gestión de Sequías, donde se definen dos indicadores, el índice de sequía y el índice de escasez. En el índice de sequía, lo que se va a evaluar son las precipitaciones y las aportaciones acumuladas durante los últimos tres meses, en diversos puntos de la cuenca. Y se compara de un modo estadístico con el resto de valores de la serie, de tal manera que se pueden contemplar dos estados: el de sequía prolongada o el de no sequía.
El último índice publicado es el correspondiente al mes de agosto, que engloba junio, julio y agosto, y que ha arrojado unos valores, prácticamente en la totalidad de la margen izquierda, de situación de «sequía prolongada». En el caso de la margen derecha la situación va a ser diferente. Tan sólo se encuentran en sequía prolongada las cuencas de los ríos Najerilla e Iregua, en La Rioja.
170 héctometros cúbicos de agua tenía acumulados ayer el pantano del Ebro
Respecto al índice de escasez, lo que se evalúa son las reservas de los embalses, la capacidad para atender con garantía las demandas de los diferentes sistemas de explotación. «Y la distribución de esas reservas ha sido heterogénea. Ha habido una situación muy diferente entre la margen izquierda y la margen derecha».
En estos momentos se encuentran en una situación de estado de emergencia las cuencas del río Aragón y del Arba, donde el embalse de Yesa dispone de tan sólo 68 hm3, y está al 15% de su capacidad. También en la cuenca del Segre, donde el sumatorio de ambos embalses, de Oliana y de Rialb, es de 42 hm3. Y en la cuenca del Bajo Ebro, donde el embalse de Mequinenza está al 36% de su capacidad.
En una situación algo más positiva, en estado de prealerta, estarían las cabeceras (el embalse) y el eje del Ebro, el Noguera Ribagorzana, y las cuencas de los ríos Najerilla e Iregua.
Hay que tener presente, según apunta la Confederación, que «el efecto va a ser limitado y temporal y que lo más probable es que durante estas últimas semanas de septiembre y hasta la primera quincena de octubre, aproximadamente, momento en el cual finaliza la campaña de riego, la tendencia de las reservas siga siendo descendente». Sin embargo, finalizada la campaña de riego, la previsión es que «habrá una reducción significativa de los consumos, se empezarán a incrementar las aportaciones, los episodios de precipitaciones serán más reiterados, e iremos recuperando, de manera progresiva, las reservas de los embalses».
Por su parte, la Aemet pronostica alguna lluvia este fin de semana, dando lugar a un otoño que seguirá la tónica del verano con temperaturas altas, pero con precipitaciones dentro de lo esperado, aunque estas previsiones a largo plazo «no tienen un alto grado de fiabilidad y podrían variar», advierte el delegado de la Agencia en Cantabria, José Luis Arteche.
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