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La Peña Campurriana de Santander ha galardonado con el premio de la Flor de la Nieve a la peña Kant-Iber. Javier González es el secretario de esta peña racinguista, pero implicada en múltiples facetas sociales, que celebra este año su 20 aniversario.
-¿Qué ... significado tiene para la Peña el recibir la Flor de la Nieve?
-Para nosotros es muy importante y un gran orgullo recibir este galardón tan valorado en Reinosa. Con dos décadas de dedicación a una asociación se va produciendo una fatiga lógica. Mantenemos tras esos veinte años la misma junta directiva y, como es lógico, las obligaciones laborales y familiares no son las de aquellos inicios, por lo que el premio supone un espaldarazo de energía muy necesario más allá de la autoestima, ya que, si hay dos cosas que nos han caracterizado durante este tiempo han sido el aprecio personal entre nosotros y pensar en colectivo por encima de todo.
-¿Qué creen que ha tenido en cuenta la peña Campurriana?
-Supongo que la constancia en la gestión de un proyecto, y el amor y el compromiso demostrado por Reinosa y sus tradiciones. Más allá de nuestra vinculación común a un sentimiento futbolístico, desde el principio en 1999 quisimos recoger en el articulado de nuestros estatutos nuestro propósito de implicarnos con Campoo. Ha sido una obsesión para nosotros que nos vean como gente seria y noble, y vender esas características fuera de nuestra ciudad, por nuestra vinculación con el Real Racing Club, su asociación de peñas y los medios.
-¿Qué balance hace de estas dos décadas?
-Nunca imaginamos llegar hasta aquí. Nuestro propósito inicial fue intentar aglutinar a los campurrianos que compartían pasión por el Racing y actuar conjuntamente. Llegar en la primera década a 285 socios fue abrumador. La asociación se convirtió en un trabajo administrativo paralelo que supuso un gran esfuerzo por parte de la directiva para gestionar viajes, correspondencia, abonos o actividades. Eso, sin sentirse como una familia, apoyada por la ilusión del resto de socios, es imposible. Es la fuerza que te ayuda a seguir. En los últimos años la situación del Club condiciona la autoestima y la motivación y hace más complicada si cabe la implicación de aquellos. Y eso mina.
-¿Cómo ve la situación del Racing?
-Obviamente la situación del Club es determinante para una peña satélite de él. La codicia y la falta de escrúpulos de los gestores del Racing llevaron a una situación límite para su supervivencia, tras los mejores momentos de su historia. Y ahí Kant-iber se erigió en protagonista. Propusimos al resto de peñas una acción conjunta para organizar un Centenario paralelo y mantener la llama viva. Se consiguió y nos llena de orgullo. Ahora se siguen sufriendo las consecuencias económicas y deportivas de aquellos desmanes y condiciona aún la ilusión.
-¿Cree que su vinculación con el fútbol ha ensombrecido en ocasiones las otras facetas de la peña?
-Fue nuestra intención en la fundación ser algo más. Que pusiésemos la baldosa de Gonzalo Ruiz sorprendió. Era una deuda con nosotros mismos como puebloAlguien tenía que hacerlo. Ver ahora el pabellón con el nombre de Tito Carrera nos alivia, ya que fuimos los primeros en homenajearle hace quince años y solicitarlo. Lo mismo que involucrarnos con la tradición de las carrozas en esta segunda década. Iniciamos las reuniones de talla carrocista, vinculando a veteranos para motivar a jóvenes. Sólo así se pueden conservar y mantener el tejido social que posibilitan las peñas en Reinosa. Esas y otras muchas actividades han caracterizado a Kant-iber y estamos orgullosos.
-Es coautor del libro 'Arte sobre ruedas'. ¿Cómo ha evolucionado la creación de carrozas?
-Como cualquier actividad grupal y altruista está en riesgo. En un Mundo asolado por el individualismo conseguir que jóvenes se unan sin un fin crematístico es casi una quimera, y Reinosa no es ajena a esa realidad, aunque sea uno de los últimos reductos de colectividad y hay que protegerlo. Dentro de este impulso, Óscar Valle y yo decidimos aventurarnos en la autoedición de un libro que recogiese la historia de las carrozas hace diez años y en un par de semanas presentaremos otro tomo anexo de aquel primero con la evolución de la tradición desde ese 2010.
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