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Lentamente, el pantano del Ebro sigue recuperándose de la gran sequía de 2023, y hoy ya embalsa el doble de agua que hace un año: son 295 hectómetros cúbicos, según el Boletín Hidrológico del Ministerio para la Transición Ecológica. Ese volumen equivale al 54, ... 53% de su capacidad. El 14 de enero de 2024 sólo alcanzaba al 27,73% del total, al almacenar 150 hectómetros cúbicos.
El nivel del embalse se sitúa ahora en la media de la última década, de 287 hectómetros (53,05%), después de que haya ido ganando agua durante 2024, gracias a una menor demanda a lo largo de toda la cuenca del Ebro.
El año 2023 marcó uno de los mínimos históricos del pantano, con 109 hectómetros cúbicos medidos el 24 de octubre, su nivel más bajo en dos décadas: hay que retroceder hasta 2002 para encontrar otro menor: 107 hectómetros el 8 de octubre.
La gráfica de agua embalsada en el pantano dibuja una lógica serie de dientes de sierra, correspondientes a los ciclos anuales de llenado y desagüe. Normalmente, los puntos más bajos se registran durante los meses de octubre y noviembre, y los de nivel más alto coinciden con el de junio.
Los niveles más bajos de este siglo se dieron en 2022 (132 hectómetros el 22 de noviembre), 2017 (131 el 7 de noviembre), y el ya citado de 2002. Los mínimos más llamativos del último tramo del siglo pasado se anotaron el 14 de noviembre de 1995, cuando se llegó a los 86 hectómetros, y, sobre todo, el 6 de noviembre de 1990, con un pobre balance de 63 hectómetros cúbicos.
En términos generales, podría decirse que el embalse del Ebro se alimenta principalmente de las precipitaciones de la zona y del agua procedente del desnieve, por lo que llama la atención el aumento de nivel que ha experimentado de un año a otro teniendo en cuenta que en el invierno de 2024 no se registraron grandes nevadas: solamente hace falta recordar que la cercana estación de Alto Campoo vivió su temporada más corta de esquí al permanecer abierta únicamente 29 días.
El año hidrológico –que va de octubre a septiembre–, tampoco arrojó en Cantabria unos valores extraordinarios: aunque se despidió con lluvias abundantes, tuvo un caracter pluviométrico normal, según el balance de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), con 1.192,7mm (o litros por metro cuadrado) de precipitación siendo la media climatológica de la serie de 1.246,3mm.
La explicación para la recuperación del embalse, teniendo en cuenta que no ha recibido aportaciones extraordinarias, ha de buscarse en el resto de la cuenca, que ha pasado de un año de sequía generalizada en el 2023 a un año más húmedo en 2024, lo que permitió salir de la situación de sequía y escasez a casi todas sus unidades territoriales.
El arranque del nuevo año hidrológico 2024-2025, que empezó el 1 de octubre, ha sido húmedo. Así, según los mapas pluviométricos que publica mensualmente el Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH Ebro), la precipitación registrada en la cuenca durante los tres últimos meses de 2024 ha sido de 208mm de promedio frente a los 160mm del mismo periodo en los veinte años previos.
El pantano es el embalse de referencia de la unidad territorial número 1, que se corresponde con la cabecera del Ebro y el eje y que inició el año 2024, en enero, en situación de sequía y en estado de alerta por escasez. En marzo del año pasado ya no había sequía meteorológica en la zona, pero se mantenía la alerta por escasez. Unos meses después, en agosto, pasa a prealerta: esto ya indicaba que la subcuenca se restablecía pues, a pesar de los usos del verano, la situación mejoraba.
Pese a tratarse de una época de mayor demanda, el embalse del Ebro pudo ir recuperándose a lo largo del verano gracias a las aportaciones de otros embalses de la cuenca que se encontraban en una mejor situación, y a los que no les generaba perjuicio alguno, siempre en aplicación del principio de unidad de cuenca.
El apoyo de los embalses de La Rioja (Mansilla, González Lacasa, Pajares y Enciso) y Navarra (Alloz e Itoiz), permitió ahorrar en el embalse del Ebro y que el arranque de este año hidrológico fuera normal. Mientras, en octubre de 2024, la subcuenca de la cabecera y eje del Ebro se encontraba en normalidad en términos de escasez, y así ha continuado hasta hoy.
Aún es pronto para predecir la evolución del pantano en los próximos meses, pendiente primero de la nieve y de las precipitaciones de la primavera y, después, de la campaña de riegos, en la que ya entra en juego la situación de toda la cuenca. En todo caso, el embalse aún debe acumular mucha agua hasta poder llenarse, algo que prácticamente logró en los meses de junio de 2020 (486 hectómetros cúbicos), en 2019 (512) y 2016 (534).
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