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En el pueblo de Requejo (Campoo de Enmedio) estos días no son iguales a los del otoño pasado. Los vecinos estarían ahora en plena actividad de elaboración de las carretas típicas del Día de Campoo, arreglando los carros, enseñando a las parejas de tudancas para su arrastre y aclarando voces para el cante en el concurso de rondas que cierra las fiestas de San Mateo en Reinosa. La pandemia se ha llevado por delante una tradición que es más de los pueblos que de la capital campurriana, donde se escenifica desde 1954. Una cita declarada de Interés Turístico Nacional en 1977 que exalta la cultura y tradiciones del campo y que tiene sus raíces más de un siglo atrás, en el trasiego del ganado que se hacía desde los núcleos rurales a la Feria de San Mateo para festejar la venta de reses.
«No hay familia en Requejo que no tenga al menos a uno de sus miembros metido en una ronda», explican Adrián Ruiz (Ronda San Pedro) y Lucio González (de Los Indomables). Ellos son de las generaciones más jóvenes (también hay niños) de carretistas que tiene este pueblo. «Nunca ha faltado una carreta de Requejo», esgrime sin disimular su orgullo el alcalde pedáneo de esta población, Moisés Balbás. Opiniones que son una manera bastante gráfica de describir la pasión con la que se vive la tradición de elaborar las creaciones que salen a concursar en el desfile del Día de Campoo, el último domingo de septiembre. «Este año es todo una pena, es raro porque nos falta algo... no parece ni San Mateo», lamentan. No por ello lo han dejado todo de lado, ya que siguen contagiando a otras generacionesen la fiesta venidera.
Por ejemplo, a la puerta del Teleclub de Requejo hay tres niños que vienen de «enseñar a las vacas». Esa es otra de las particularidades que tiene Requejo frente a otros pueblos campurrianos que también desfilan ese día. «Aquí domamos a las parejas de tudancas». Se refieren a que todavía se las entrena para tirar de la carreta y dirigir el desfile. Y lo hacen «sólo para ese día».
Los indomables, San Pedro, Santa Águeda, La Esperanza, La Vega, El Abuelo o El Muelle son las rondas que aún continúan en activo, pero siempre surge alguna más en un lugar donde los mayores enseñan a los pequeños que, cuando crecen, «se independizan», dice Lucio, en alusión a que crean su ronda.
moisés balbás, alcalde pedáneo
Miguel González tiene ya 85 años y no recuerda un sólo último domingo de septiembre que hayan suspendido las carretas desde el 54. Tampoco tiene recuerdo de cuando se montó por primera vez en una. Hasta no hace mucho él colaboraba en esta afición tan arraigada. «Hasta hizo de cura», explican sus vecinos señalando una foto en la pared del bar donde figura Miguel ataviado con una vieja sotana y alzacuellos. «Era uno de los tradicionales», añaden los lugareños. Junto a él, otros nombres propios como el de Policarpo Gómez, Pepe Balbás o Gustavo Gutiérrez y también los 'fogoneros' Fernando Millán y Albino Montes, además de otros muchos que escribieron la leyenda de que las carretas de Requejo «eran las mejores». Otro de los elementos típicos de la fiesta es el carro de los torreznos. Se trata de un montaje que se lleva haciendo «más de cuarenta años» y que participa fuera de concurso. «Es una carreta muy típica nuestra, vamos con el fogón repartiendo un producto muy nuestro», explica Balbás. «Esa es un mito. No hay niño de Requejo que no se haya subido», replican.
En Requejo cada ronda hace una carreta, pero «es una competición sana», aclara Adrián. A pesar de su juventud (19 años) tiene interiorizada muy dentro la fiesta campurriana. «Es que se involucra todo el pueblo, y si te falta una herramienta te la deja otra ronda» y al revés. Además, «aprendes de lo que era la vida en los pueblos», afirma.
Los montajes tardan en hacerse «más de un mes», aunque alguna vez se hicieron en menos tiempo. Todas las carretas representan escenas típicas del pueblo, comenta Ángel González (Los indomables). En el concurso se valora «el acompañamiento, la comedia o la singularidad de lo que se quiere representar...». «Aquí la afición se vive desde por la mañana con las albarcas, el traje regional o la bota», añaden sus compañeros.
Hacerlas tiene un coste, pero es tal la afición que no importa. «Las carretas se hacen gracias a los pueblos», reflexionan. Y así es, las de Requejo son las más famosas «porque hacemos muchas y no hemos faltado nunca», aclara, aunque ese día llegan de toda la comarca.
Sin embargo, los de Requejo 'tiran un poco más del carro' de esta fiesta y, por ello, este año tienen una espina clavada. No sólo porque se haya suspendido el festejo, sino porque el Ayuntamiento de Reinosa no ha contemplado en su programa alternativo de fiestas ni una sola alusión testimonial a sus creaciones. «Si nos hubiesen dicho 'haced una para exponerla', allí hubiésemos estado todo el pueblo para hacerla, pero nadie nos ha dicho nada», lamentan.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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