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Las calles de Reinosa se han convertido esta noche en un río. Las «peores inundaciones» de su historia, según relatan algunos vecinos, han activado esta noche todas las alertas en Campoo. El Híjar y el Izarilla se han desbordado y taponado el Ebro a última ... hora de la tarde, lo que ha acabado con algunas de las principales arterias de Reinosa inundadas y con muchos vecinos achicando de bajos y soportales. Pero la situación ha ido a peor esta madrugada. Hay coches arrastrados por la corriente y el agua ha cubierto escaparates enteros de los comercios. El alcalde de la localidad, José Miguel Barrio, ha pedido a los vecinos que no salgan de sus casas hasta que baje el nivel del río. «Está siendo sido un día terrible. Y menos mal que arriba no había mucha nieve ya, si no, nos hubiera llegado al agua hasta el segundo piso y hubiera sido catastrófico».
Los servicios de emergencias que trabajan en la zona están analizando las necesidades que existen ante la posible evacuación de los vecinos de los edificios más afectados, sobre todo los de la Avenida de la Naval. De esa avenida, la más cercana al río, han salido esta noche la mayoría de las imágenes que circulaban por las redes sociales, en las que se pueden ver coches completamente tapados por el agua, que incluso los desplaza por toda la calle.
Los servicios de emergencias han llegado a pedir a los vecinos de las zonas afectadas que suban a los pisos más altos de los edificios por si el agua podría superar los pisos situados en las primeras plantas.
En el Ayuntamiento de Reinosa se ha instalado un puesto de mando avanzado, desde el que se siguen todas las incidencias, e incluso se está trabajando para que lleguen zodiac a la ciudad, para ayudar en las labores de evacuación de los reinosanos que lo necesiten.
A las tres de la madrugada ha dejado de llover y la situación de alerta se ha rebajado. El 112 ha dejado de recibir llamadas de emergencia y ahora se está a la espera de comprobar si alguna persona ha quedado atrapada en algún vehículo. Por la mañana llegará el momento de comprobar los daños.
Llegar hasta Reinosa ya era complicado a última hora de la tarde. «Por la autovía, los camiones van a cuarenta. El viento es fortísimo y no para de jarrear», contaba un conductor a este periódico. Y ya en la ciudad, el aspecto era «peor que nunca, todo desbordado». Las calles Sorribeo, las Vidrieras o la avenida La Naval. También la calle Ebro, Deltebre o la avenida Duque y Merino. Inundadas. Bloques de pisos con la electricidad cortada (lo que complicó el uso de las bombas), pasos cortados... Fue un suma y sigue durante todo el día. Entre las cuatro y las once de la mañana, por ejemplo, el caudal del embalse del Ebro pasó de 343 hectómetros cúbicos a algo más de 349. Dicho así, sólo con números, cuesta hacerse a la idea, pero en 2017 se pidieron desde Santander siete hectómetros cúbicos del pantano para completar el abastecimiento de la capital durante todo el verano.
Y por la tarde fue a peor. Mucho peor. «Estamos fatal. Todos los ascensores parados. Anoche fue terrible y el día está siendo catastrófico. Está cortado donde Los Puentucos, también Duque y Merino... Todo lo que es valle es un colapso total», explicaba Ana José López, del Salo (bar y administración de Lotería). Ella es la que comentaba lo peligroso que hubiera sido con más nieve en las cumbres. «Toda la carretera está llena de agua. Está por todos lados. La gente está preocupada». Eso lo decía Javier Pérez, vecino de Sorribero, poco antes de acercarse para abrir su local, 'La pirámide' (también en otra zona de las afectadas).
Los datos fueron llamativos. El Híjar pasó de 0,59 metros a medianoche a 1,94 a las diez de la mañana. La cosa se calmó un rato hasta la una, pero a las ocho de la tarde ya andaba por los 2,45 metros y subiendo. Sin dejar de llover y con un viento de mil demonios. Y ese mismo dibujo en la gráfica de la Confederación Hidrográfica se repetía para el Ebro o para el Izarilla (en Matamorosa). El «y subiendo» es lo que atormentaba a los vecinos, que no dejaban de achicar y de sacar fotos. «Es que como esto no lo hemos visto antes, es alucinante. Primero ha sido en los bajos, pero ya está entrando en las viviendas. Hasta en Matamorosa está llegando. Es la riada más grande», narraban a última hora. Con los bomberos trabajando junto a los voluntarios de Protección Civil y con efectivos de otros cuerpos incorporándose a la carrera tras la activación del nivel uno del Inuncant.
Con todo, no fue el único punto del mapa en el que los vecinos tardaron en dormise. El Bullón, en Ojedo, estaba anoche en situación de alerta y el Deva, allí mismo, en prealerta. «Y el Quiviesa está desbordado por Potes», avisaban desde la villa. Según informa Pedro Álvarez, buena parte del paseo fluvial desde el puente de San Cayetano, en el casco antiguo, hasta después de la unión de los dos cauces, debajo de la Torre del Infantado, permaneció inundado durante toda la jornada. Y fue a más por la noche. Además, la N-621, a su paso por el Desfiladero de la Hermida, se vio afectada por las caídas de los árboles debido a las fuertes rachas, lo que obligó a circular con cuidado. «Anoche fue terrible el viento y no paró de llover», comentaba Manuel García, vecino de Caloca, en Pesaguero. Hablaba de pequeños argayos en paredes de fincas o en la general que conduce a Ojedo. «Tiró algunos tiestos, pero por la mañana se fue calmando», remató Manuel Álvarez, de Bejes, en Cillorigo de Liébana.
Fue deshielo, agua y, sobre todo, viento. La racha más fuerte de España se registró en el Alto Miera, en Soba. 138 kilómetros por hora (en la estación de Alto Campoo llegaron a 136). Y eso dejó un reguero de consecuencias por toda la comunidad autónoma. Por ejemplo, un vuelo de Iberia procedente de Madrid fue desviado por la tarde al aeropuerto de Asturias y los pasajeros tuvieron que completar el trayecto en autobús. «Sí que se movía, sí. Lo notamos bastante». Y sustos. El tejado levantado en los puestos del mercado de Navidad en la plaza de Las Farolas, en Santander, o un cristal de seiscientos kilos roto con riesgo de desprenderse en la cubierta de un establecimiento hotelero en Isla (Arnuero), según informó el 112.
Ayer hubo dos vuelos desviados a Bilbao (procedentes de Madrid y Dublín), otro con destino a Bruselas sufrió un retraso de más de tres horas y se canceló otro que debía despegar de Madrid (también el de las cuatro de la tarde) ante la previsión de no poder aterrizar en Santander por el viento. Lógicamente, también se canceló el posterior regreso de esta línea, previsto para las 17.45 horas, desde el Seve Ballesteros al Adolfo Suárez-Barajas.
Sin daños personales
El Centro de Atención de Emergencias 112 del Gobierno de Cantabria ha recibido este jueves, entre las seis de la mañana y las seis de la tarde, 85 llamadas por los efectos colaterales de los vientos producidos, que han derivado en la coordinación de 50 incidencias, ninguna de las cuales ha provocado daños personales.
En su mayoría han sido por árboles caídos que cortaban carreteras autonómicas y señales desprendidas en la A-8 y la A-67. Caídas de chapas, vallas, carteles, tejas, contenedores volcados, sin que se hayan registrado sucesos de gravedad ni daños en personas. La mayor parte de ellas se han registrado en Santander, Torrelavega, Camaleño, Selaya, Limpias, Cabezón de la Sal y Arnuero.
En la capital cántabra ha habido 15 incidencias abiertas, entre las que destacan el tejado levantado de los puestos del mercado de Navidad en la plaza de Las Farolas, un árbol inclinado con riesgo de caída a la vía pública en la calle Francisco Palazuelos, planchas colgando de un techo con la cubierta levantada en la avenida Primero de Mayo, una palmera con riesgo de desprenderse en el paseo Canalejas, un canalón colgando en la calle Junco, una chapa de un tejado con riesgo de caída y una uralita de tejado levantada en la calle Castelar, un tablón de una galería de un edificio abandonado con riesgo de caída en la calle San Martín y marquesinas con riesgo de caída en Marqués de la Hermida.
Otras incidencias significativas han sido un cristal de 600 kilos roto con riesgo de desprenderse en el tejado de un hotel spa en Isla (Arnuero) y una rama de árbol rota con riesgo de caída en Torrelavega. También en Reinosa, una galería con riesgo de caída en una vivienda en ruinas y tejas con riesgo de caída a la vía pública.
«Para andar por la calle no está la cosa. Pega fuerte. Y además llueve». Eso lo decía Miguel Campo, vecino de Tresviso (vientos de 114 kilómetros por hora, igual que la máxima registrada en Reinosa). «Aquí se ha ido internet por el viento, pero ya estamos hechos a este ambiente. Las construcciones están preparadas para esto. Casas de piedra y tejados bien fuertes. Pero alguna silla por la calle sí que hemos tenido».
No se espera mejoría hasta la próxima medianoche. Todo el interior de la región continúa en alerta naranja por rachas de viento de hasta 120 km/h, en el litoral la alerta es amarilla por rachas de 100 km/h y además esta tarde lloverá intensamente en la Cantabria del Ebro y en Liébana, zonas que estarán en alerta amarilla por acumulaciones de 40 litros por metro cuadrado
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