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La falta de fuerzas de los novillos de La Palmosilla no pudo con el aire triunfal de la tarde en Requejo. Andy Cartagena, Alejandro Peñaranda y Daniel Medina salieron a hombros en una tarde en la que la comarca de Campoo se volcó con los ... tres actuantes y en la que Medina dejó los mejores momentos con el sexto novillo. El mayor éxito de la tarde residió en la entrada, con más de 1.600 personas en la plaza portátil. El trabajo de Tudanca Toros logró llenar el coso y recuperar otra localidad para los aficionados taurinos.
Abría el cartel el rejoneador Andy Cartagena, alicantino de Benidorm, que en una localidad repleta de aficionados al caballo se mostró pujante con el primero de El Canario, que se movió con nobleza y sin celo durante toda la faena. La doma de Cartagena, que puso a Luminoso a dos patas, levantó más pasiones en el graderío que su toreo, lo que le valió para cortar la primera oreja de la tarde. El cuarto se movió más que su hermano y el caballero pudo acortar más las distancias. Otras dos orejas.
El primero de lidia a pie fue un novillo de La Palmosilla que se movió con suavidad en el saludo capotero de Alejandro Peñaranda. El de Iniesta aprovechó las bondades del animal, al que faltaron fuerzas, para trazar muletazos templados por el derecho. Remató con una estocada tendida y trasera y paseó dos orejas. El quinto perdió la poca raza que tenía en una voltereta y en un largo puyazo, lo que dejó el trasteo muletero en una sucesión de pases a media altura y en varios momentos de exposición deslucidos por la poca pujanza del animal. También tocó pelo.
Cerraba la terna Daniel Medina, que, tras triunfar en Santoña y Pesaguero, hacía su tercer paseíllo en Cantabria. Al novillero le correspondió en primer lugar una res colorada que ya de salida acusó problemas en su mano derecha. El de Laguna de Duero se topó con la falta de transmisión del novillo, aunque sus buenas formas le permitieron pasear una oreja. El sexto estuvo acorde a sus compañeros de camada, salvo que su mayor recorrido y transmisión por el pitón derecho permitió a Medina, que lo había recibido de rodillas, demostrar que es un torero largo, templado y capaz de sacar lo mejor de sus oponentes. Su falta de acierto a espadas no le privó de pasear otros dos apéndices.
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