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Las piedras hablan de una historia no contada en la cabecera del Ebro. Un enigma que, desde hace unos años, se empeñan en descifrar desde los colectivos Tribus del Iber y Petroglifos de Valderredible con el doble objetivo marcado de divulgar el patrimonio local, ... pero también el de azuzar a su catalogación y estudio. Su persistente trabajo de investigación aficionada está dando ya sus frutos y acaban de publicar un artículo sobre lo que puede llegar a ser uno de los yacimientos «más importantes» de podomorfos (huellas de pies grabadas en piedra) en la península Ibérica. Se trata de un estudio elaborado por Elisa Rivero y Ernesto Rodrigo que ya ha tenido reconocimiento por parte de instituciones científicas de gran prestigio, como el Instituto Sautuola de Prehistoria y Arqueología, que lo ha publicado en su revista.
Bajo el título 'Los grabados podomorfos de la cabecera del Ebro. Localizaciones y aproximación a su estudio', Rivero y Rodrigo relatan los hallazgos de petroglifos realizados en sus salidas de campo. Aunque son muchos los grabados de la época calcolítica encontrados por este colectivo (más de 2.000 motivos), en este artículo, ambos se centran en huellas de pies humanos (calzados y descalzos) y se cuestionan sus orígenes y significado. Los grabados han sido registrados tanto en Cantabria, concretamente en Valderredible, como en Burgos.
En su estudio, los investigadores dan cuenta de la existencia de ocho estaciones con 133 de estas huellas de pies humanos, la mayoría de niños, y lo comparan con otros yacimientos similares ya estudiados y datados por expertos. La mayor parte de estos grabados (cinco localizaciones) se encuentran en el entorno de Valderredible. Precisamente ese gran número de pies «convierten a esta zona en una de las más potentes del fenómeno podomorfo de la península», subrayan.
Asimismo, aunque insisten en que no son expertos, afirman que por la variedad de formas tamaños o tipos de grabados y la documentación científica consultada «probablemente abarquen periodos desde la Edad de Bronce, pasando por el medievo hasta épocas recientes».
Su investigación es también una forma de alzar la voz sobre la riqueza de petroglifos y yacimientos arqueológicos, aún sin catalogar, que están observando y que siempre ponen en conocimiento de las autoridades competentes en materia de arqueología. De hecho, una de las conclusiones del artículo de Rivero y Rodrigo es que «resulta urgente una catalogación y estudio formal de los grabados de la zona, ignorando las fronteras administrativas para captar y comprender el fenómeno en su conjunto», reclaman. Y es que estas huellas cuentan una historia humana aún por desvelar que tiene atrapados a sus descubridores, y a todos aquellos vecinos que han colaborado, desde la observación, a indicarles localizaciones, como Julio López, Javier García y Félix Blázquez, que les señalaron la riqueza de los yacimientos en Cubillo de Ebro, Arantiones, Campo de Ebro y Salcedo. El resto de localizaciones se hallan en Linares de Bricia, Quintanilla de An, Rucandio, Bustasur (Las Rozas de Valdearroyo).
«Queremos demostrar que son especiales, creemos que pueden estar entre los mejores de España y que son grabados que atraviesan fronteras y tiempo. Una huella es una firma de que alguien la ha dejado allí por algo, por eso queremos que se investigue y se proteja», sentenciaba Rivero.
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