Dos días atrapadas en el aeropuerto de Madeira sin poder volver a Cantabria

La situación, de todos modos, no ha sido fácil, ya que los 150 afectados han pasado dos noches durmiendo como han podido en el aeropuerto. Así lo cuenta a este periódico Esther García, natural de la Hermandad de Campoo de Suso, que vio cómo se complicaba el final de sus vacaciones con la incertidumbre de no saber cuándo podría regresar a casa. «Llevamos dos días durmiendo por las esquinas del aeropuerto, la dirección se ha lavado las manos e Iberia solo nos daba la posibilidad de colocarnos en vuelos a partir del día 27», especificó la joven campurriana este domingo por la mañana, horas antes de que la compañía lograse cuadrar vuelos y poner a su disposición un avión por la tarde. La cántabra añadió también que mientras durante dos días veían «con frustración» que tanto Iberia como el propio aeropuerto –que les aseguró que no era competencia suya– ignoraban a este gran grupo, otros vuelos aterrizaban y despegaban «sin problemas». «Hemos coincidido con otros pasajeros de otros vuelos cancelados y de un día para otro han podido viajar».

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Cuando este domingo a mediodía Iberia les trasladó que finalmente viajarían por la tarde, celebraron que por fin podrían volver a España pero con cautela, ya que durante el día se habían cancelado y retrasado más vuelos y temían que el suyo corriera la misma suerte. Así que fueron prudentes hasta que comprobaron que, efectivamente, la aerolínea habilitaba un avión para trasladarlos a Madrid, a donde estaba previsto que llegasen pasadas las 21.30 horas.

Las amigas retenidas son Marta Albarran, de Proaño, Alexandra de Santiago, de Quintamanil (en Campoo de Yuso), Raquel Lafuente, de Palencia, y la citada Esther García, de Fontibre. Esta última, responsable de Recursos Humanos de Cantabria Labs, señaló, antes de que les reubicasen en un nuevo vuelo, que muchos de los afectados «tenemos que trabajar esta semana, no podemos esperar casi 10 días a que nos den una solución». Por lo que, dentro del imprevisto, sintió alivio al saber que llegaría a tiempo para incorporarse al trabajo.

La espera obligada en el aeropuerto portugués fue «de película». La portavoz de los afectados señala que Iberia les dejó de facilitar bonos para comer y que lo único que hicieron por ellos fue ofrecerles unas esterillas para que durmieran. «No todos pueden permitirse alojarse en la ciudad, y menos en temporada alta», explica. Y el panorama se agravó todavía más porque entre los 150 viajeros había gente con problemas de salud, como diabéticos, una circunstancia que dejó algún que otro susto.