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Natural de Mataporquera y licenciado en Veterinaria por la Universidad de Extremadura, Fernando Franco ejerce de veterinario en la zona de manera ininterrumpida desde el ... año 2002. En política comenzó nueve años más tarde, cuando se juntó con un grupo de amigos del pueblo y logró los votos suficientes –cinco concejales de nueve– para hacerse con la Alcaldía. Desde entonces todas las elecciones se han resuelto con mayoría absoluta a su favor, incluso cuando la corporación municipal se vio reducida de nueve a siete ediles. Actualmente, conforma el equipo de gobierno monocolor con cinco concejales.
–¿Cómo ha sido este año y medio que llevamos de legistalura?
–Cuando empiezas en política tienes muchas ganas e ideas, y piensas: «Esto lo cambiamos en cuatro días», pero luego vas aprendiendo y ves que la Administración va despacio y los tiempos son largos. No es tan fácil modificar las cosas y supone mucho más trabajo de lo que parece, además de que muchas de las decisiones no están en manos de los representantes municipales. Hay competencias autonómicas, nacionales y europeas que se nos escapan y donde los plazos se vuelven aún más largos. La magnitud de los trámites burocráticos me ha sorprendido, pero mantenemos la ilusión y se van consiguiendo cosas poco a poco.
–¿Hay algún proyecto que te haga especial ilusión?
–Estamos trabajando en varios, pero uno de nuestros objetivos desde hace tiempo es el desarrollo urbanístico de Mataporquera, que ha pasado de casi 4.000 habitantes a apenas 900, por lo que hay una cantidad importante de viviendas en mal estado y zonas que requieren de un mantenimiento y conservación. Tenemos un plan para mejorar la imagen de la localidad, que incluye la remodelación de la Plaza de España y de las aceras, así como del aspecto urbanístico del pueblo en general. Incluso manejamos la adquisición por parte del Ayuntamiento de algunos edificios antiguos, como el viejo local de Adif, que sería reformando. También queremos construir más parques y hemos llevado a cabo el acondicionamiento del edificio La Rubia para convertirlo en centro multiusos. Son ideas ambiciosas que no se hacen realidad de la noche a la mañana.
–Mataporquera destaca por su potente pasado industrial y obrero gracias a la presencia del sector ferroviario y de empresas como Cementos Alfa. ¿Cómo logra mantenerse en la Alcaldía con el PP en un municipio con tanto arraigo de lucha obrera?
–Esta es una afirmación muy habitual, pero en los municipios pequeños prima más el equipo humano que el partido al que representa. En cuanto al territorio, me gusta diferenciar entre Mataporquera, donde reside cerca del 85% de la población y que tiene ese bagaje industrial y ferroviario, y el resto del valle, que se compone de 20 núcleos rurales cuya actividad principal es la ganadería. No tiene nada que ver ni la gestión ni la idiosincrasia de Mataporquera con el resto del valle. Los problemas urbanísticos que hay en la capital del municipio no son los mismos que puedan tener en Mata de Hoz, Olea o Cuena, donde las cuestiones que afectan al sector ganadero priman sobre otros asuntos. Esta distribución obliga al Ayuntamiento a tener una doble vara de medir, teniendo en cuenta las características de cada territorio para poder gestionarlo correctamente. El trato cercano y humano es clave, y el 90% de los vecinos del municipio tienen mi teléfono personal y pueden contactar directamente conmigo para transmitirme sus dudas e inquietudes.Es algo de lo que no pueden presumir los alcaldes de los grandes municipios con listas de espera.
–Valdeolea trabaja para incentivar el turismo rural, con la presencia del Museo del Ferrocarril de Mataporquera; el Arqueositio cántabro-romano de Camesa-Rebolledo y demás reliquias históricas y rurales. ¿Cómo continuar potenciando estos recursos?
–A lo largo de estos años, uno de los servicios instalados por el ayuntamiento que más orgulloso me ha hecho sentir es el sistema de guías, que año a año va aumentando. Según los datos que manejamos, casi 2.000 personas al año están utilizando este servicio para ver las iglesias románicas, las pinturas de Santa Olalla y las demás reliquias. En contraposición, me da mucha lástima ver cómo van desapareciendo establecimientos de hostelería. Es una realidad que estamos viviendo en el valle.Grandes restaurantes de Valdeolea han cerrado sus puertas, pero lo cierto es que a nivel institucional desde el Ayuntamiento poco podemos hacer al respecto. Lo que hace falta es iniciativa privada para relanzar este sector, que las empresas apuesten por crear actividad en estas zonas, porque tenemos un evidente potencial turístico. El sector turístico en general está creciendo en Cantabria, pero a nivel municipal nos sentimos un poco impotentes porque no podemos ejecutar grandes proyectos. No disponemos de los recursos necesarios.
–¿Cuál es la posición de Valdeolea respecto a los proyectos eólicos previstos?
–En Valdeolea hay tres proyectos para la instalación de molinos eólicos, en Enestrosas, Hornedo y Olea. Es un asunto muy complejo, y a pesar de que uno pueda estar más o menos de acuerdo, a nivel municipal si mañana los promotores se presentan con las licencias en regla, no se les puede negar la instalación. Lo que sí que puedo pelear desde el punto de vista político es la puesta en marcha de cuatro, cinco o seis parques eólicos en un mismo municipio, como se ha llegado a proponer en algún momento en Valdeolea. Además, esperamos que las instalaciones impacten lo menos posible sobre el territorio, tanto en lo relacionado con la contaminación acústica como con el paisaje. Hay que tener en cuenta que la presencia de estas infraestructuras cambia por completo la fisonomía de un municipio, y su afección paisajística es notoria, además de que en nuestro caso, los parques de los municipios vecinos también nos afectan por ser Valdeolea un tramo de línea de evacuación, por lo que estamos obligados a trabajar por una gestión correcta del asunto y que las afecciones se reduzcan lo más posible.
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Ana del Castillo
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