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Más de dos meses después del argayo que se produjo en la A-8, a la altura de El Haya, y que afecto a los carriles en dirección a Santander, estos han vuelto a abrirse de forma permanente. Se ha estabilizado el talud que se ... desprendió en la madrugada del pasado 23 de abril y aunque las obras seguirán durante las próximas semanas, el tráfico rodado vuelve a normalizarse en este punto de la autovía.
Según los responsables de la Demarcación de Carreteras del Estado en Cantabria, las obras están ya están «muy avanzadas» y permiten que las máquinas puedan seguir trabajando en otras zonas y sin tener que ocupar la calzada.
Por eso y pensando en la operación salida que se inicia este viernes, 1 de julio, este jueves al mediodía se han abierto al tráfico los dos carriles que estaban cerrados y que el último mes sólo se habían utilizado durante los fines de semana para gestionar mejor llegada de vehículos del País Vasco a Cantabria.
La delegada del Gobierno en Cantabria, Ainoa Quiñones, ha destacado la «celeridad» con la que se está actuando desde el Ministerio para «concluir esta obra cuanto antes» al tratarse de una zona con un elevado volumen de tráfico, con una media de 52.840 vehículos al día y de los que el 9,53% son pesados. Esta obra cuenta con una inversión de casi 4,5 millones.
El derrumbe, ocasionado por lluvias, hizo que la DGT cortase completamente la autovía y redirigiese el tráfico por la N-634, desde el punto kilométrico 138 en Muskiz. Un día después de producirse el argayo se abrió una vía alternativa en la propia autovía. Se hizo rompiendo la mediana y habilitando un espacio para que los vehículos que llegaban desde Vizcaya pudiesen acceder a uno de los tres carriles que hay en el otro sentido. Para ello, asfaltaron ese paso improvisado sobre la mediana Ese tramo de circulación en sentido contrario se prolongó durante un kilómetro, hasta poco antes del viaducto de Ontón, donde los conductores volvían a reincorporarse a los carriles en sentido a Santander.
El argayo cubrió de rocas los dos carriles de la autovía debido a las fuertes lluvias caídas a mediados de abril y también por la antigüedad de la infraestructura. No obstante, a pesar de lo aparatoso del desprendimiento y alto volumen de rocas que cayó sobre la calzada, no hubo que lamentar daños personales, quizás fruto de las horas a las que se produjo, a las 04.25 horas del día 23 de abril, en plena madrugada y por allí no pasaba ningún vehículo a esas horas.
Algunos vecinos de la zona donde se produjo el desprendimiento expresaron en su día su malestar por lo sucedido, ya que según dijeron venían alertando a las autoridades municipales sobre la existencia de una grieta en el entorno y el consiguiente riesgo de un desplome, como finalmente ocurrió.
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