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La zona del puerto de Castro Urdiales volvió a ser una fiesta con motivo de la celebración del XXXIV Concurso de Marmita en el día ... de la Virgen de la Asunción. Miles de personas acudieron fieles a una de las tradiciones con más arraigo en un municipio asomado a la mar y donde se rinde homenaje a las delicias gastronómicas vinculadas a su indiscutible identidad marinera. En este caso, fue el bonito el rey de las sabrosas elaboraciones con las que 200 cuadrillas aceptaron el desafío de preparar la mejor versión de un plato absolutamente célebre en todas las villas costeras.
La alcaldesa, Susana Herrán, y el concejal de Festejos, Gorka Linaza, coincidieron en destacar las ganas que había de recuperar una de las citas señeras del verano en una villa castreña a rebosar de gente. A pie de la propia casa consistorial el ambiente comenzó a caldearse desde muy temprano, a las siete de la mañana, merced a la costumbre de obsequiar con una parrillada de bonito a los más madrugadores. Los 300 kilos preparados a la brasa por la peña Los Jaulas, donados en parte por el grupo Eroski, provocaron las primeras colas entre los castreños entregados a una degustación con un encanto incomparable. Rodajas e ijadas fueron despachadas en generosas raciones que no impidieron que hasta los más rezagados pudieran degustar tan soberbio bocado. A partir de las diez de la mañana todo el Paseo Marítimo de la zona portuaria hasta el monumento a las Rederas vivió una pacífica invasión de cuadrillas dispuestas a hacer de sus parcelas un templo culinario. Los toldos desplegados para protegerse del sol brindaron un aspecto multicolor a un recinto festivo en el que la plaza del Ayuntamiento fue un hervidero de grupos entregados a una sana diversión.
Alcanzadas las once de la mañana se dio el pistoletazo de salida al concurso en el que cada cuadrilla afina recetas a las que imprimen un toque distintivo. Cabe reseñar la generosidad y el buen hacer de las cinco peñas organizadoras −Los Jaulas, Vaya Traca, Fiestón Ballenero, Jaleo Real y Zaca−, pendientes de cada detalle para que todo saliese a pedir de boca. Dos horas después de encender el fuego e ir agregando los ingredientes, desde megafonía anunciaron el momento de llevar los guisos ante el jurado. Todo según un procedimiento que impide cualquier artimaña que pudiera influir en el veredicto final. Con las elaboraciones dispuestas a lo largo de las mesas desplegadas sobre el escenario, el jurado hizo una primera criba visual, que sólo superaron aquellas con una apariencia más apetitosa.
Luego llegó el momento de probar por separado la patata y el bonito, para, finalmente, degustar el conjunto y sacar las conclusiones. El veredicto volvió a entronizar a Los Piratas, que reeditaron el triunfo del 2019, la última edición celebrada antes de la pandemia. Tercera victoria de una exitosa trayectoria que arrancó en el año 2016 y para la que dicen no tener más secreto que «ceñirse a la receta tradicional y hacerla con mucho cariño», en palabras de su cocinera Encarni Cámara. Un éxito extensivo a todo el engranaje dispuesto por el Ayuntamiento con el apoyo de sus trabajadores y con la Policía Local y sus auxiliares junto a efectivos de la Guardia Civil, DYA y Protección Civil velando por el correcto desarrollo de unos festejos en los que Castro se reencontró con una parte esencial de su identidad.
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