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El marido de Julia se contagió de covid hace ya dos meses y lo pasó «francamente mal». Tuvo que ir dos veces a urgencias y su mujer pensaba que «no salía». «Le faltaba el oxígeno, tenía hipotensión... Fue terrible, es una enfermedad muy dura». Por ... eso este miércoles no dudo ni un segundo a la ahora de acudir a su cita en el polideportivo municipal Pachi Torre de Castro Urdiales para que le inocularan la primera dosis de la vacuna de AstraZeneca.
Junto a ella pasaron por la instalación deportiva 290 de los 316 vecinos de Castro Urdiales, de 62 años (algunos los cumplirán este año), que estaban citados. De esta forma, el Pachi Torre se convierte en el segundo 'vacunódromo' de Cantabria, después de que el Gobierno regional pusiera en marcha el primero en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Santander el pasado 31 de marzo.
Minutos antes de las 09.30 horas, una veintena de castreños aguardaban en la rampa que da acceso a la planta superior de la instalación a que les fueran llamando para vacunarles. Dentro del recinto, un equipo formado por dos enfermeras, dos fisioterapeutas, dos auxiliares y una médico estaba preparando todos los viales y el resto de material. Y en previsión de alguna urgencia, el equipo de ambulancias. «El pinchazo es indoloro y habrá que repetirlo dentro de doce semanas», informaba Jannete, una de las dos enfermeras que se encargó de inocular el suero británico. «En Santander hemos notado un absentismo del 20 al 30% respecto a esta vacuna», reconocía. Pero ayer en Castro ese porcentaje fue mucho inferior, a la vista de que de las 316 personas que aparecían en la lista «sólo 26 decidieron no acudir en el último momento, lo que supone un 10%».
A las 09.42 horas comenzó el proceso de vacunación. Lo primero que se encontraron los vecinos al entrar en el recinto fue un cartel que indicaba: «Informe a la enfermera si es alérgico a medicamentos, si ha pasado el covid en los últimos seis meses, si está embarazada o es lactante, si está en tratamiento de reproducción asistida, si ha recibido alguna vacuna en los últimos 15 días, si está tomando medicación anticoagulante o si tiene fiebre o malestar general».
Una vez que se informaba de cualquiera de estos aspectos, si fuera el caso, se procedía a vacunar, para lo que se habilitaron dos espacios. «La experiencia ha sido fabulosa, a ver si acabamos con todo esto. Tenía ganas de vacunarme porque es la única solución que veo, es que no hay otra, porque, en general, no hacemos caso y es lo que hay. No tenía nada de miedo a esta vacuna, en absoluto», reconocía Emilio Colina, el primero en vacunarse, después de ser fotografiado por varios medios de comunicación.
SANTANDER Cinesa, centro comercial Bahía de Santander
SANTANDER Comandancia de la Guardia Civil en Campogiro.
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TORRELAVEGA Mercado Nacional de Ganados.
COLINDRES Casa municipal de la Cultura.
COLINDRES Casa municipal de la Cultura.
LAREDO Casa municipal del Deporte
VALDERREDIBLE Pabellón polideportivo municipal
CAMARGO Carpa del centro de salud Camargo Costa
CAMARGO Carpa del centro de salud José Barros
Una vez vacunados, todos los citados tuvieron que aguardar quince minutos sentados en una de las sillas que se colocaron en la parte superior del graderío del pabellón. «En el caso de haber sufrido alguna reacción alérgica anteriormente, les pedimos que se queden más tiempo», explicaba la coordinadora y médico, Yolanda Buitrago.
Entre los que esperaban a que transcurriesen los quince minutos de rigor había todo tipo de experiencias personales. Como la de Julia Rey, que tuvo que cuidar a su marido cuando contrajo el coronavirus y decía sentirse «un poco inmune», ya que ella no llegó a contagiarse y ni siquiera tenía anticuerpos. «Quería ponérmela porque considero que hay que vacunarse, no sólo por uno mismo, sino por el resto de gente que puede tener peligro. Es cierto que la de AstraZeneca no es la que me hace más ilusión, pero también conducir es un peligro, con lo cual estoy encantada. El riesgo es mínimo para lo que puede solucionar», afirmaba satisfecha.
Chechu Sánchez, que se dedica al sector hostelero, también estaba deseando ponerse la vacuna ya que considera que «es algo que todos los ciudadanos tienen que hacer para salir de la pandemia». Por su parte, María Isabel Trueba, vecina de Otañes, reconocía no tener miedo al fármaco de Oxford tras los casos de trombos. «He estado inquieta por lo que se oye, pero tampoco es para tanto. No he tenido nadie en la familia con coronavirus, aunque sí he conocido a alguien, y creo que esta es la única manera de salir de esta crisis».
María Luisa Fernández se mostraba igualmente animada tras recibir la vacuna. «Al principio me daba un poco de miedo, pero me he mentalizado y he dicho que hay que ir para delante. Esto es lo mejor», señalaba, al tiempo que destacaba la «buena organización» del vacunódromo.
Entre los que recibieron esta primera dosis del suero británico, se encontraba Daniel Colina, un empleado del Ayuntamiento de Castro Urdiales que se encargó de colaborar en la organización de la infraestructura necesaria para poder atender a todos los que ayer se dieron cita en el Pachi Torre. «Tenemos todo preparado para que esta experiencia se repita, incluso podemos utilizar la zona de la pista (la plata baja del pabellón) para poder vacunar», explicaba mientras aguardaba el tiempo recomendado tras la inoculación. De hecho, Sanidad tiene prevista una vacunación semanal en el polideportivo castreño en función de las dosis que reciba.
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«Estoy muy bien, tenía ganas de vacunarme. Vemos que la situación no ha cambiado y es lo mejor que puede pasar. Se está viendo que es la única forma de solucionar esto». Este castreño reconocía que los sanitarios les habían comentado que «mucha gente» está rechazando la vacuna de AstraZeneca. «Pero a mí me parece absurdo viendo las estadísticas de los médicos. Si los científicos dicen que es buena, hay que hacerles caso».
Entre los que finalmente no decidieron ir a vacunarse y los que sí lo hicieron, también hubo alguno que no cree en este remedio «porque me han dicho que está en fase experimental». Es el caso de José Ramón Acebal. «No tenía ganas de vacunarme porque no creo en ello, pero bueno, hay que vacunarse porque el covid nos puede tocar a cualquiera. Tenía la duda por el tipo de vacuna. Es algo extraño, no sabes lo que te va a pasar. Las autoridades nos dicen que el beneficio es mayor que el riesgo, pero tienen que barrer para casa. Esperemos que la alegría de países como Israel que ya se han quitado la mascarilla no se convierta en lloros».
Al filo de las tres de la tarde se dio por finalizada la jornada. Los sanitarios tuvieron que acudir a Laredo para coger un vial que faltaba y pinchar a los últimos diez vecinos de la lista, que se quedaron a la espera. Salvo este hecho, la jornada se desarrolló con total «normalidad» y sólo una vecina tuvo que ser atendida por un mareo.
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