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En el caso de la decapitación de Castro Urdiales aún quedan varios misterios por resolver. El principal sigue siendo dónde se encuentra el resto ... del cuerpo de Jesús Mari Baranda, el jubilado vizcaíno de 67 años cuya cabeza apareció hace ya dos años en una caja. Aunque también está por saber qué llevó a Carmen Merino, la novia del finado y encausada, a guardar la principal prueba del crimen y por la que se encuentra en prisión.
Hace unas semanas, este periódico desveló que un jurado popular juzgará a Carmen Merino, que ya conoce que se le imputa un delito de asesinato con agravante de parentesco, por el que podría enfrentarse a una pena de 17 años de cárcel. Ahora, a la espera de que la Fiscalía presente su escrito de acusación concretando las penas que solicita, queda pendiente una prueba pericial solicitada por la abogada de la familia de Jesús Mari, que pretende resolver otro de los entresijos de este macabro crimen: ¿De quién es la letra del autodefinido de una de la páginas de periódico que cubrían el cráneo de Jesús Mari? La respuesta a esta pregunta llevaría a saber quién fue la personas que envolvió la cabeza del jubilado vizcaíno.
Esta cuestión ya fue planteada en su momento por la propia policía, «pero se desconocen las razones por las cuales no llevaron a cabo la prueba durante la investigación». Lo que sí se sabe es que el pasado mes de abril, el titular del Juzgado de Instrucción Número 3 de Castro Urdiales, Ángel Gabriel Cembranos, consideró que esta diligencia «en nada contribuiría al esclarecimiento de la hechos investigados y provocaría una dilación innecesaria en la tramitación de la causa».
Para llegar a este conclusión, el instructor del caso se apoyó en la opinión del Ministerio Fiscal, que entiende que la determinación de la persona que realizó las anotaciones en el papel hallado junto al cráneo «no arrojaría mayor luz sobre la autoría de los hechos de la que ya existe como consecuencia de las diligencias ya practicadas, puesto que las hojas de periódico cuyo análisis caligráfico se solicita se encontraban en el interior de diversas bolsas que fueron objeto de análisis lofoscópico (huellas)».
Por este motivo, el instructor castreño desestimó la pretensión de la abogada de la familia de Jesús Mari, que presentó recurso de apelación ante la Audiencia. En dicha petición, que aún está pendiente de resolver, la letrada manifiesta que el criterio del juez que instruye la causa «no se ajusta a derecho». «Solicitamos esta prueba por entender que sí conduciría a esclarecer la autoría (del crimen), ya que de lo contrario no se interesaría por cuanto que, obviamente, ningún interés dilatorio nos guía, sino todo lo contrario». En opinión de esta abogada, la prueba pericial es útil para determinar si la grafía es de la investigada, ya que de confirmarse este extremo se concluiría que fue la que envolvió el cráneo, «ya que ninguna otra persona tendría acceso a esas hojas de periódico». Pero no solo eso, porque si la letra fuese de Jesús Mari, «la única persona que tenía acceso a ese papel de periódico era la propia conviviente, su pareja Carmen Merino».
El pasado 29 de septiembre se cumplieron dos años desde que se destapara el mayor secreto que mantenía la encausada. Ese día María del Carmen Mendoza, amiga de la acusada, decidió abrir la caja que Merino le pidió que guardase alegando que contenía un juguete sexual que no quería que la Guardia Civil encontrase en su casa, cuando empezaron a buscar a Jesús Mari.
«Decidí abrirlo porque estaba harta de tenerlo ahí, pensando que estaría esa cosa en una cajita. Era viernes, entre las once y pico y las doce. Iba a preparar la colada». Entonces dice que sacó el paquete de la bolsa, quitó el papel de regalo y vio una bolsa de basura negra anudada. Abrió la bolsa y otra y otra, atadas unas a otras. Después había un neceser ovalado de color beige y motitas negras y dentro del neceser había otra bolsa de basura. Cree que otra más y papeles. Fue entonces cuando vio el cráneo. «Olía raro, pero no era un olor muy fuerte». Después salió corriendo.
A partir de ese momento se inició una minuciosa investigación que ha llevado a la Guardia Civil a concluir que Carmen Merino es la autora de la muerte del que fuera su novio durante siete años, «habiendo cometido el hecho violento previo estudio y de manera premeditada, siendo escrupulosa con la destrucción de todo vestigio o indicio que pudiera suponer una incriminación de la misma». Además, los investigadores, que no vinculan a nadie más con este caso, sostienen que, tras el crimen, Merino orquestó una historia sobre la desaparición de Jesús Mari hasta que se hizo «insostenible» por la presión de familiares y amigos, «lo cual la lleva al extremo de tener que crear una prueba de vida, elaborando la ficción de que su novio había escrito varios mensajes tranquilizadores sobre su estado, todo ello, hasta la interposición de la denuncia por desaparición llevada a cabo por el primo de la víctima».
Además, los agentes sospechan que Merino conservó el cráneo de su novio para que fuese encontrado en un lugar abandonado y, al darle por muerto, poder recibir parte del dinero de la herencia de su pareja.
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