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Trae la Revolución Industrial en el siglo XIX, a modo de ruta peregrina, unas modas de lo más vario pinto. Hay necesidad de otros lugares. Los medios de viajar son más cómodos y surge una masa elitista, gente de postín. Los tiempos están cambiando tan ... rápidamente que las clases sociales comienzan a dejarse ver en espectáculos y sobre todo en los veranos con los baños de olas.
San Sebastián, Santander y Gijón son centros de bañistas venidos de todas las partes. Tiendas, comercios y bares abren sus puertas por vez primera despertando asombro y, sobre todo, esa que va a ser una globalizadora costumbre: ¡Todos a la playa! Se hacen planes para viajar en verano y se eligen lugares de ensueño. La temporada de Baños es el gran boom a la altura ahora del viaje al Cañón del Colorado, las pirámides o Cancún. Es un fenómeno desbordante, una moda social con carácter de «casta» y lo nuevo es floritura pintoresca. Castró Urdiales, por una serie de condiciones favorables como minas, comercio en general, caminos y la cercanía Bilbao y el correo náutico, es una villa que despierta pronto a la nueva ola y nunca mejor dicho, pues mientras en otros lugares casi la gente ni se baña, aquí, en 1840, ya se practicaban los Baños de Olas. Hay conatos a modo de construcción de balsas flotantes pero no cuajan y es en los años 60 de ese siglo cuando la temporada de verano es la gran atractivo de las vacaciones aquí. Tenemos playas cómodas y bellas, nada peligrosas, pues esto se miraba mucho. Entonces eran frecuentes las desapariciones por falta de conocimientos en cuanto al comportamiento de las mareas.
Castro crece tanto en esa década que se llena de fondas, posadas, casas de huéspedes, mesones y, como hay que dar espectáculo, se construye el Teatro de la Villa y, pronto, compañías de teatro y zarzuelas son estrenadas allí. Mucha gente de Madrid, sobre todo, por aquí vienen y muchos de ellos construirán sus palacetes para tener el lugar asegurado. Se inaugura un balneario cerca de la playa con el nombre de Príncipe Alfonso a la vez que Barbieri pone música a la Jota del Regateo y reyes e intendentes reales saben de Castro y todo ello nos va a dar relumbrón en esta gran época de Baños de Olas. En los salones del balneario se inaugura algo nunca visto aquí: salas de lectura, de descanso, de masajes, recreo, incluso tocador para señoras. Se llena de aristocracia, tanto de Bilbao, como de fuera. Son las épocas de Barbieri Castelar Pierrot, Ayala, García Gutiérrez, Castellanos, Arrieta... Después, a finales del siglo XIX, acorde a las necesidades, se construye un nuevo balneario y casa de baños: la Quinta del Carmen, que se inaugura como casa- fonda con mesa café y billar, cuyos precios oscilaran, según servicios, entre 20 y 40 reales diarios, más las asistencias extras.
Cuando la temporada de baños se acerca, se da trabajo a niñeras, pescadores... Las romerías se potencian, pues también hay baños en otras playas y otros lugares de la villa. Crece tanto el número de viajeros que se pone una serie de diligencias desde Bilbao para recoger a la gente que viene del interior y los del camino. En postas y carruajes se anuncia el nombre del balneario impreso en los las puertas y los laterales y Castro se convierte en uno de los mejores lugares de veraneo y pronto, hasta los reyes se llegan aquí en regatas y divertimentos, haciendo grandes amigos castreños e incluso dándonos ciudadanía. Buques y navíos de todas las clases, como el vapor Duque de la Conquista, van y vienen por los puertos, distribuyendo bañistas sobre todo entre Bilbao, Santander y Castro. Se arreglan los caminos al interior y termina el gran proyecto de la carretera entre Castro y Berceo, abriendo nuevas vías marinas y terrestres. Las casas de hospedaje están tan llenas que se alquilan habitaciones a los modestos castreños y hay familias que harán grandes amistades, pues, durante décadas, visitaban nuestra villa a los mismos hogares. Dos vapores recalan diariamente para coger y dejar viajeros y varias diligencias se cruzan con pasajeros por todos los caminos transitables. Se construyen fuentes como la de Isabel II en la plazuela y más cosas que les contaré.
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