Borrar
Roma descubre Castro, pintado por Fernando Hierro. Colección Jesús Garay
Una carta arqueológica única

Una carta arqueológica única

Efemérides de nuestra latitud ·

El Neanderthalensis ocupó nuestras cuevas hace 150.000 años

Javier Garay

Castro Urdiales

Jueves, 5 de noviembre 2020

Nada diferente se ha cocido en Castro Urdiales desde el origen de los tiempos en relación a otros lugares de la tierra. Cada sitio, cada coordenada es un peón más de todo lo que habita, habitó y habitará en este globo terráqueo. Culturas, etnias, lenguas, etnología, son muy dispares unas con otras, pero todas ellas son protagonizadas en igual medida por una raza única, la raza del planeta tierra, la raza humana y no hay otra, mires el color, la altura o su forma de entenderse.

Nadie es más que nadie en este mundo tan complejo y a cada núcleo humano le corresponde interpretar el lugar donde nació, a veces con más o menos suerte, por aquello de haber nacido en buena cuna. Cuando los exploradores del Canadá se iban adentrando cada vez más al Norte, los Inuit, lugareños o esquimales, veían a aquella gente poco menos que como los bisontes que en primavera inundaban sus tundras, pero es que estos también lo hacían en invierno o cuando la crudeza climatológica era más extrema. Aquella gente caminaba sin perros, gritaba, vociferaba, se mataban entre ellos, se perdían e incluso en ocasiones ejercían canibalismo, pero no se acercaban a ellos sus vecinos de hielo. Una y otra expedición se arruinaba, una y otra expedición se perdía o sus miembros diezmados pasaban cabizbajos de regreso sobre los incrédulos esquimales. Hasta que uno de los exploradores, sin duda con mente más abierta, dijo: si esta gente sobrevive a los inviernos, si permanecen unidos en los largos y oscuros días del invierno, es porque están adaptados a esta tierra y desde entonces se rompieron los tabús. Entablaron conversaciones, contrataron cazadores y trineos de perros con guías y lo que más llama la atención a estos nuevos exploradores fue que cuando partían con aquellas raquetas que se hundían en la nieve, los indios se reían y hacían apuestas de a ver hasta donde llegaban. Les enseñaron a reconocer más de una docena diferente de nieves para tales o cuales raquetas, usar antifaces para la reverberación y, sobre todo, mandar avanzadillas para que enterrasen carne en lugares a distancia proporcional para encontrar comida a medida que caminaban hacia el Norte.

Cueva castreña de La Cubilla. Jesús Garay

Así de diferentes somos los humanos, como esa tribu africana que se enfrenta al león que ha cazado un antílope, con desprecio, con fanfarronería y van de farol unos cuantos hablando entre sí en dirección al león. Caminan decididos amedrentándole y el león abandona la pieza sorprendido, momento en el que ellos arrancan una pernera y salen zumbando de allí antes de que el león se recupere de la sorpresa. Y qué me dicen de los nuestros, de los balleneros que se enfrentaban en la mar, en el Cantábrico, y en invierno al más poderoso de los animales que hayan existido. Y de los aborígenes australianos haciendo fuego con pedernal y palos en pleno siglo XX o China, inventora de la brújula casi mil años antes que los europeos. Japón con sus samuráis y sus códigos de honor.

Otra vista de La Cubilla. Jesús Garay

Pues bien, en este pequeño contexto hemos dado la vuelta al mundo y, sin ninguna duda, si rompiésemos un eslabón de esta cadena de aventura y supervivencia, el mundo no sería tal. No sé si mejor o peor, pero no igual. Toda esta amalgama histórica se ha relatado desde siempre en forma de efemérides, la trasmisión oral con el diluvio universal de fondo, no son ahora ni más ni menos que efemérides. Todo es en la historia del mundo efemérides (del griego ephemeris o memorial diario). Pues bien, ahora nos toca a nosotros resaltar a modo de diario náutico, hacerlo desde un largo tiempo pasado. Castro Urdiales y su comarca tienen una carta arqueológica casi diríamos que única. Docenas y docenas de pequeñas cuevas que fueron habitadas y catalogadas en la actualidad dieron hace casi 200.000 años lugar a la ocupación de nuestro cántabro territorio. Todas estas cuevas registradas y no expoliadas por ingeniosos y estudiosos grupos de gente castreña - a muchos de ellos los podríamos elevar a la categoría de eruditos- que dejaron en varios volúmenes, que fueron autentificados por los mejores expertos de la región, lo que fue esta zona, cómo vivieron y qué cazaron aquellos nuestros antepasados. Son cuevas pequeñas. Todas ellas juntas no llegan a la categoría de Altamira, pero ese es nuestro eslabón y sin él, yo no podría escribir esto.

Pintura rupestre en la cueva de Sámano. Jesús Garay

No hablaré, porque no me corresponde, del neanderthalensis, ya que casi se me hace difícil escribirlo y que hace 150.000 años ocupó nuestras cuevas y que finalmente otro grupo llamado el Homo Sapiens ocupó estas cuevas 100.000 años después, o sea, sobre 40.000 años antes de comenzar la era cristiana. Nos dejó improntas en las paredes, restos de caza, herramientas y armas por las que podemos deducir, que hace 200.000 años llegaron a nuestra comarca tribus del grupo del Homo heidelberguensis (hombre de Atapuerca), arribaron del Norte, durante las glaciaciones, a nuestro templado clima, la poblaron y echaron raíces.

150.000 años a.c.

Llega a nuestra comarca el Homo neanderthalensis.

40.000 años a.c.

Llega el Homo Sapiens y nuevas formas de vida y será el único habitante de la Tierra hasta la actualidad, tanto en toda la zona Septentrional, con todas sus etnias, como la Austral. Estamos todos desde entonces tirando del mismo carro genético.

Año 74 d.c.

Llegan, o al menos hay constancia de ello, los romanos a Castro. Así lo recoge Plinio el Viejo en sus Historias Naturales; y antes Portus Samanum (puerto comercial), donde ahora es Flavióbriga.

Pocas o ninguna noticia se tienen del transcurrir romano en Castro, salvo la cantidad de objetos, monedas y tumbas encontradas, pero de difícil datación. Desde esa fecha histórica Castro se convierte, tal vez, en la primera colonia romana del Norte de España. No se conserva ninguna clase de documento que testimonie otra cosa.

Año 500 d.c.

Posiblemente la decadencia de Roma en nuestra colonia fue debida al asalto y saqueo de los hérulos.

Año 846 d.c.

Gente del Norte, normandos, irrumpen en nuestra villa saqueándola y destruyéndola y, posiblemente, también habitándola por razones toponímicas y otras evidencias.

Año 1.011 d.c.

Es la mención más antigua que existe y fidedigna en documentos de la Edad Media y es la que desde Sámano se hace límite de una concesión de pastos por una donación hecha por el conde don Sancho de Castilla al monasterio de San Salvador de Oña: «de Espinosa usque in Salduero, et ex alia parte usque in Sámano«

Año 1.163

Una fecha memorable pues al rey Alfonso VIII el Noble le debemos la honra de habernos fundado para el futuro, ya que el 10 de marzo del 1163 concedió en Burgos a Nuestra villa el fuero de Logroño y fue el primero de todas las villas de la costa. No hubo ni en la región vizcaína ni en la de la Montaña concesión del mencionado fuero más antigua que la de Castro. Pocos años después la obtuvo Santander y luego Laredo en el 1.201, con la particularidad de que en el dicho fuero de Laredo constase su procedencia: «Y también doy y concedo el fuero de Castro Urdiales para que lo tengáis perpetuamente…».

Año 1.165

Se nos concede la franquicia de no pagar portazgo en Medina de Pomar, punto obligado de tránsito entre los puertos de la costa y el interior de Castilla.

Año 1.178

Alfonso VIII hace donación al convento de benedictos de San Juan en extramuros de la ciudad de Burgos de las décimas reales de Castro y de su puerto: «omnes decimas Castri de Urdiales, et de omnibus reditibus portus intra mare et extra quece ad regianm pertinent dignitaten».

Año 1.187

Dio al monasterio de las Huelgas cierta hacienda que en Castro pertenecía al rey Alfonso VIII, según privilegio otorgado en la ciudad de Burgos, escrito en pergamino y sellado con el sello real o de oro.

Y en el Año 1.192

Alfonso VIII hace merced al obispo y cabildo de la ciudad de Burgos de los rediezmos de todas las mercaderías que entrasen por el puerto de Castro Urdiales: «Et decimas portatici de Castro de Ordiales de omnibus pannis et harinis et de tota querambre…».

...La historia sigue, y con ella las efemérides castreñas, las de nuestra latitud.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes Una carta arqueológica única