El vacunódromo de Castro estrena la franja de 50 a 59 años con 400 personas

Los citados en Castro acudieron al centro deportivo desde las 09.30 hasta las 18.30 horas, de un modo ordenado y «puntual», tal y como explicó la médico Begoña Fernández. «Todo transcurre con normalidad, ajustado al horario establecido», señaló, antes de continuar con su labor de observación entre los castreños ya vacunados. «En la primera sala, aparte de confirmar la afiliación, se hace un pequeño interrogatorio acerca de posibles alergias, por si hubiera que tomar alguna medida previa a la vacunación», indicó. En este momento, los ciudadanos suelen preguntar aspectos relacionados con la contraindicación de medicamentos y los posibles efectos de la vacuna.

A continuación, y a través de un recorrido marcado con vallas, los citados pasan a los dos puntos de inoculación, ampliable a tres si la situación así lo demandase, y, de seguido, vuelven a sentarse un rato en una sala de espera. «Están 15 minutos para observar cualquier posible aparición de algún tipo de reacción a la que tengamos que prestar atención», matizó Fernández, añadiendo que en esta zona los ciudadanos suelen interesarse por otro tipo de cuestiones, como saber de qué manera pueden obtener un justificante para presentar en sus trabajos o si se les entrega algún tipo de certificado de la vacunación.

En esa sala de espera se encontraba Juan Manuel Agote, un vecino de 58 años que reconoció que tenía «muchas ganas» de vacunarse. «Soy diabético y estaba a la espera. Ya era hora, porque a las personas de alto riesgo han tardado en llamarnos. Tengo una pierna amputada, la otra casi, las arterias muy obstruidas», contó Agote, reconociendo que cuando le llamaron se llevó un «alegrón».

En una silla cercana aguardaba Mari Carmen Gallo, de 59 años, quien compartía esa misma ilusión por vacunarse. «Es necesario. Para mí, cuanto antes, mejor. No he tenido casos en mi familia, pero soy una persona de riesgo. Llevo un tratamiento inmunológico y he estaba con muchísimo miedo, intentado salir de casa lo mínimo posible, por esto también tenía tantas ganas».

En otro turno, una agente de la Policía Local denunció la tardanza con la que se está vacunando a los cuerpos de seguridad. «No es normal que en el cuerpo de la Policía de Castro todavía haya mucha gente sin vacunar, porque a veces tenemos que estar en contacto directo, acudiendo a viviendas y nos encontramos situaciones complicadas. Una mascarilla puede valer para ir andando, pero no para determinadas situaciones en las que se te puede bajar o te la pueden arrancar», resaltó.

Por su parte, Eugenio Martín, de 58 años, aseguró que la vacunación es fundamental para salir de la pandemia. «El 9 de junio volveremos a por la segunda dosis», adelantó este vecino que, al igual que el resto de personas citadas, ya se encuentran más cerca de la inmunidad frente al covid-19.