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Los vecinos de Castro Urdiales ven con buenos ojos la iniciativa que el Ayuntamiento ha promovido para poner en funcionamiento en la ciudad un centro de estudios de euskera oficial ... –conocido como Euskaltegi– con la ayuda del Gobierno vasco. Y es que a nadie se le escapa en el municipio más oriental de Cantabria la realidad de su población: de los 31.955 habitantes, según el último censo del Instituto Nacional de Estadística (INE) –la cifra real podría ser casi el doble–, un 35% procede de Vizcaya.
Como publicó ayer este periódico la idea surgió por parte de una técnico municipal del área de Educación y Cultura del Ayuntamiento, consciente de que existía una demanda real. Y es que en la actualidad la Escuela Municipal de Idiomas de Castro imparte el nivel 1 y 2 de euskera, pero apenas cuenta con quince alumnos y «no tiene continuidad». En 2009, el Ayuntamiento castreño ya se planteó ofrecer clases de euskera teniendo en cuenta que existían alrededor de 300 preinscripciones, pero debido a los escasos medios con los que contaba el Consistorio con el paso de los años este número fue decreciendo «ya que la Escuela de Idiomas no cubre las necesidades de aprendizaje ni en tiempos ni en contenidos», según señaló la edil de Cultura, Elena García, que dice que son muchos los alumnos que se ven obligados a desplazarse a algún Euskaltegi del territorio vecino y otros muchos desisten ante los inconvenientes del desplazamiento diario y la dificultad para encajar horarios.
A la espera de que Ayuntamiento y Gobierno vasco encuentren la fórmula para llevar a buen puerto esta iniciativa, ayer fueron muchas las opiniones que este asunto generó tanto en las redes sociales, donde hubo posiciones a favor y otras en contra, como en Castro, donde la mayoría aprueban la propuesta.
Desde el Gobierno regional, el consejero de Educación, Francisco Mañanes, prefirió no pronunciarse al respecto, mientras que el presidente de Cantabria, el regionalista Miguel Revilla, hizo lo propio, al tiempo que secundó las manifestaciones realizadas por el líder del PRC castreño, Jesús Gutiérrez, quien aseguró que «siempre hemos apostado por la integración de los pueblos. En Castro todos tenemos raíces en el País Vasco. Tenemos que contemplar el resto de culturas de nuestro alrededor».
De su lado, la portavoz del PP de Castro, Ana Urrestarazu, criticó la propuesta porque considera que «no hay demanda real, teniendo en cuenta que en la actualidad son 15 los alumnos que asisten a las clases de euskera que ofrece la Escuela Municipal de Idiomas». Además, recuerda que fue ella durante su etapa como edil de Educación en Castro (en la anterior legislatura) cuando se puso en marcha el curso de euskera con cien alumnos, «una cifra que fue decreciendo de manera importante».
Entre los críticos, también hay quien cree que en el municipio hay asuntos más importantes que el Ayuntamiento debería resolver, como son los problemas de personal en la Residencia municipal o los problemas para construir un gimnasio en el instituto Zapatero Domínguez. «Si quieren hablar con el Gobierno vasco que pidan la firma de un convenio sanitario para que podamos acudir a Cruces. O que resuelvan el problema de transporte que tenemos para ir hasta el Hospital de Laredo o a Valdecilla. Lo que quieren es captar los votos que antes tenía Anexión a Vizcaya», apuntaba Eugenio Cotillo.
Pero frente a esta oposición se encuentran las opiniones de quienes creen que la escuela de euskera en Castro facilitaría las cosas a aquellos que buscan trabajo en el País Vasco. «Yo lo he estado mirando y apenas hay plazas en Castro para poder estudiar el euskera, vendría muy bien», dice Eva Martín, que considera que «hay una demanda real». Lo mismo piensan Marisa y Rosa Urrutia, quienes recuerdan el contacto que hay con los vecinos de Vizcaya. «Me parece estupendo».
De la misma opinión es Juan María Sánchez, nacido en el País Vasco y residente en Castro desde hace 16 años. «Hay demanda porque hay muchos vizcaínos y muchos niños que van a ikastolas, y si tienen la posibilidad de aprender el idioma aquí, lo van a aprovechar».
«Lo veo bien porque la mitad de vecinos son vascos o con apellido vasco», apunta Santos Zaballa.
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