Castro despega hacia los océanos

Continuamos dentro de esa evolución como villa que nos vio nacer en 1163. Ya con el comienzo del año 1200, Castro hace pequeñas incursiones al norte en busca del trueque con los ricos Países Bajos. Comienzan a despegar las rutas comerciales y los reyes las tienen en cuenta. Ayudas, donaciones y privilegios comienzan a estar presentes en la nueva villa y Castro despega hacia los océanos llegando a ser durante todo el siglo XIII como la almiranta de la mar respecto a otros puertos... y así lo dicen las efemérides.

Durante el verano de ese año, Alfonso VIII visitó nuevamente nuestra villa para ver cómo iba la construcción de su iglesia parroquial por la que tanto había apostado. Fueron unos años de mucha calma y paz con la reconquista y viajó a sus palacios reales en numerosas ocasiones, aunque hay dos fechas reconocidas: 1208 y 1209. El 28 de agosto del año 1208 otorgó en sus palacios el privilegio de los Solares de Espinosa para el empadronamiento de las personas que habían de ser monteros y guardias de los Reyes de Castilla. Desde su residencia real veraniega, contempló el gran monarca los avances de la obra de la catedralicia parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Castro Urdiales, por él costeada en gran medida.

Alfonso VIII, encontrándose en sus palacios reales, concede desde Castro Urdiales a Santa María del Puerto de Santoña las tercias de las iglesias de Laredo a cambio de lo que tomó para la población de esta localidad. Debemos de saber que Laredo había recibido el fuero de Castro Urdiales, y así lo ordenó Alfonso, el 25 de Enero del año 1200 y que también se hacía mención del fuero de Castro Urdiales en 1202 con motivo del fuero otorgado a Frías.

Conseguida por Alfonso VIII la gran batalla de las Navas de Tolosa, nuestro rey y gran vencedor se acordó de su querida parroquia de Castro Urdiales y la envió la Gran Cruz Granada, que había presidido la victoria por el grandísimo amor que este monarca tenía a nuestra villa (noticias del reverendo historiador el Padre Basabe).

Para agradecer todos los grandes beneficios al pueblo de Castro Urdiales, los cabildos de la Villa, en la festividad del apóstol Santiago, mandaron decir una misa solemne con túmulo por el alma del gran monarca Alfonso VIII el de las Navas que le habían querido como a un padre.

Es el gran momento para Castro y el comienzo de su despegue económico. Hay mucho alivio en la España castellana y se comienzan las grandes obras religiosas. Nuestros reyes de entonces muy jacobeos y viajeros ven que es el momento de no dejar pasar esa ola de peregrinos que llega a España animados por las grandes conquistas que se están haciendo. Hasta el mismo San Francisco de Asís «il poverello» el pobrecito, se llega por nuestras latitudes hacia Santiago y peregrina nuestro camino Norteño o de la costa. Llega justo en ese momento de paz que da la victoria en las Navas con aquella gran coalición de Alfonso VIII Rey de Castilla, Sancho VII de Navarra y Pedro II de Aragón. Las leyendas de San Francisco son muchas, y muchos los caminos que recorrió, pues para otros historiadores hizo el francés, pero nuestro gran Amós de Escalante le sitúa en la Casa-Torre de los Calderón de La Barca, donde hubiese pernoctado en su camino costero viniendo del Este y pasando por Castro Urdiales, donde el libro de 'Franciscanos en Cantabria' dice que a su paso por nuestra villa, este santo que apodaban el mísero o el pobrecito, hizo construir el convento de San Francisco.

Se confirma un privilegio de exención y diezmos otorgado por Alfonso VIII para el paso por Medina de Pomar en 1255 por Alfonso X.

El 7 de noviembre de 1219 el rey Fernando III El Santo otorga un privilegio desde Burgos pocos días antes de armarse caballero en las Huelgas y de contraer matrimonio con Beatriz de Suabia de que la Villa de Castro Urdiales nunca fuese enajenada de la Corona Real. Dando por razón de esta concesión la lealtad y fidelidad que los castreños le habían mostrado cuando los llamó en los momentos más necesarios: «Quoniam in principio regni mei», dice el privilegio, «vos habui fideles».

Con las disposiciones tan favorables otorgadas por los reyes en beneficio del comercio marítimo y la pesca, sobre todo el besugo y ballena, Castro Urdiales experimenta un despegue económico sin par en ninguna villa. Es la época de los grandes logros y el comienzo de la leyenda con la que nos motejarán como «la Pequeña Brujas de Castro». En esa época comienza a erigirse la gran muralla que en un principio rodeaba toda la periferia de la Villa de Arriba. Posteriormente, y con más identidad aún, y después del año 1296 con la creación de la Hermandad de las Marismas, se cierra la muralla por el Torrejón o las peñas del Torrejón (donde ahora está ubicado el Club Náutico), pues ya somos pieza codiciada y hay que proteger las Villas.

Siendo ya dueño Fernando III de Córdoba y Jaén pensó abrirse camino hacia Sevilla y en esta fecha de 1227 sitiaba la ciudad este rey que e consideraban Santo, pero no tenía fuerzas suficientes para cercarla totalmente. Los sitiados con sus continuas salidas al campo cristiano sembraban el desaliento en las huestes castellanas además, y esto era lo esencial, se comunicaban con el exterior por un puente de barcas encadenadas entre sí que uniendo ambas orillas del Guadalquivir daba paso hacia Triana y otros pueblos de la margen derecha del río. Teníanlos en la boca del río gran número de bajas y precisaban sobre todo guardar la mar contra cualquier intento procedente de África sobre todo el socorro que enviaba el Rey de Fez y los corsarios de Tánger y Ceuta. Entonces, el rey castellano no podía alcanzar lo propuesto sin presentar una armada en forma que pudiera oponerse al empuje musulmán. Y ante tales adversidades, e intentándolo durante años, y al ver que se debieran de tomar otras medidas mandó llamar a Ramón Bonifaz.

El Rey de Castilla manda llamar a Ramón Bonifaz rico-hombre de Burgos experto en marinería y le encarga reunir en el Norte naos y tripulaciones se da cuenta que la conquista debe de empezar por la mar. Cumple Bonifaz su encargo y saca de Guetaria, de Castro Urdiales, Pasajes y Santa María de Neva trece embarcaciones y haciendo construir cinco galeras en Santander.

En la primavera de este año se hace a la mar la escuadra, además de haber tomado naos en casi todos los puertos del Cantábrico: Laredo, Santander, San Vicente, Gijón, Luarca... haciéndose a la mar que con gran pericia mantuvo a la flota en conserva a pesar de los grandes temporales que encontró.

Fecha histórica es para las villas de la costa la conquista de Sevilla. En primavera de 1248 se prepara la armada y con una ingeniosa maniobra por la tarde y a la hora de la pleamar se lanzan las naves contra el puente de barcas y cadenas, rompiéndolas después de varios ataques y Castilla por la mar, conquista la perla del Sur. La tradición viene otorgando un papel relevante a las naves procedentes del Mar Cantábrico y varias localidades se atribuyen el mérito de haber roto las cadenas del célebre puente de barcas encadenadas que defendía el paso a Sevilla y este es el motivo por las que varias villas del cantábrico incorporaron las cadenas a sus sellos medievales, siendo según el Padre Henao y Javier Echavarría, una nave de Castro, la Rosa de Castro, una de las naves que rompió las barcas.

Con la aparición de estas armadas y lo brillante de sus actuaciones. En ese año se otorgan las primeras Reglas y Ordenanzas para que se rijan por ellas la Cofradía de Pescadores y Mareantes de San Andrés. Se sabe como consecuencia de la confirmación de otras ordenanzas aprobadas por Felipe II en Madrid con fecha de 26 de Mayo de 1548, en la que decía que hacía más de trescientos años que el nuestro Cabildo venia rigiéndose por aquellas reglas; ha ya más de trescientos años. Aparte de esta referencia cuya certeza no puede ponerse en duda en la mención del Cabildo, es el privilegio que nos otorga Enrique III en Alcalá de Henares el 20 de marzo de 1395 por el cual prohibió a los arrendadores de las rentas reales que por débitos a la mismas se prendiese a los cofrades de San Andrés o se les embargase sus bienes.

Reinando Alfonso X el Sabio donde dice que escribió parte de sus cantigas. Reconquistan las tropas castellanas la ciudad de Cádiz que fue inmediatamente repoblada por trescientos vecinos de las armadas de ellos cien hidalgos considerando que más de la mitad eran cofrades de San Andrés, procedentes la mayor parte de Castro Urdiales. Leer en la actualidad los padrones del lugar es como pasearse por la Montaña.

Un 4 de mayo de ese año se hermanan las villas de Santander, Laredo, Castro Urdiales, Bermeo, Guetaria, San Sebastián, Fuenterrabía y Vitoria. Con el fin de dirimir querellas sobre ellos y hacer fuerza en común ante el problema de los recaudadores y los ricos hombres que les diezmaban a diezmos y nunca mejor dicho. En uno de sus párrafos decía: «Concertar una concordia al servicio de Dios y de nuestro señor el Rey Fernando hacemos hermandad todos en uno y la hermandad es esta». Y acuerdan sobre todo terminar con los abusos de los recaudadores y defender sus privilegios y acuerdan no dar los diezmos ni lo sacado del hierro por ser cosa contra fuero. Es esta una de las páginas más gloriosas de los castreños, que durante años ostentaron la capitalidad de esta hermandad en la Villa, concretamente en una torre que había en el puerto y que se llamaba torre Vitoria en honor a la ciudad de Vitoria, por la que teníamos libertad de portazgo y de ahí que bautizamos así a esta la calle en recuerdo a esta efemérides y Vitoria nos compensó llamando a una calle de ellos como Castro Urdiales.

Grandes son los privilegios que obtiene Castro al participar con una nave y una Galea cuando los árabes cercaron Jerez y los castreños con osadía penetraron sus defensas y les rindieron. Por el éxito de esta empresa militar, el concejo de Castro Urdiales recibía en privilegio la exención de portaje y peaje de sus mercadurías en todos los lugares del reino, excepto en Sevilla y Murcia.

Eduardo I de Inglaterra acuerda las treguas entre los de Bayona y las villas cántabras entre las que se encuentra Castro Urdiales.

...La historia sigue, y con ella las efemérides castreñas, las de nuestra latitud.

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