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Foto antigua del entorno portuario castreño. Colección particular de Jesús Garay
Castro Urdiales, centro ballenero

Castro Urdiales, centro ballenero

La prosperidad del lugar se ve correspondida con nuevos e interesantes privilegios y la caza de la ballena protagoniza, sin duda, un gran ejercicio económico

Javier Garay

Castro Urdiales

Martes, 22 de diciembre 2020, 16:38

En el histórico escudo de nuestra villa quedó plasmada la figura de uno de los colosos de los mares, como el primer símbolo en relieve que por su importancia y antigüedad se confiere a nuestro escudo. Está Castro Urdiales a través del siglo XIV en todo su apogeo. Flotas de comercio, pesca y guerra se juntan en un sinfín de manifestaciones de poder económico en el puerto. Casas fuertes, defensas, ermitas, conventos e iglesia marcan la impronta de un auge económico que hace que los reyes contemplen a nuestro puerto como el gran baluarte norteño. Nada queda al azar y la prosperidad del lugar se ve correspondida con nuevos e interesantes privilegios y la caza de la ballena protagoniza, sin duda, un gran ejercicio económico, justo después de cuando las naves de comercio están a buen recaudo y nos llegan las ballenas del Norte. Para los historiadores, uno de los impulsos que pretendió Alfonso VIII para con las villas costeras al dar los fueros fue con la gracia de contemplar el crecimiento de los puertos para dar caza a la ballena y, con ello, a parte del valor económico, ejercitar a los pescadores cántabros para la gran aventura de comercio y conquista que se pretendía.

Tanto Arago como el Padre Henao hablan de la gran flota ballenera que en el siglo XIII y XIV había en Castro Urdiales. La razón histórica y la magnitud de lo que se pretendía, junto a los eruditos de la historia, dan veracidad a quien dice que Castro Urdiales fue durante años el puerto ballenero más importante de la costa. Si es verdad lo que dice el Padre Henao de que en Castro pasaban de trescientas las balleneras, por supuesto que no eran solamente para la necesidad del puerto, sino que era un centro ballenero como lo iremos desgranando en las efemérides. Desde el inicio de los estatutos de la Cofradía de Pescadores allá por el 1248, la flota castreña de comercio se resguardaba de las inclemencias del otoño e invierno de un puerto tan agresivo como el nuestro en la ría de Bilbao arriba y sirva esta pequeña narración para definirlo: «Era septiembre de 1300 y una gruesa flota comercial abandonaba la concha de Castro Urdiales y con una ligera brisa del Oeste, enfila proa al abra de Bilbao para remontar el río Nervión».

Pronto se echarán las mares del Noroeste y Castro no ofrece abrigo a esta flota que no hace muchos días había iniciado el viaje de retorno desde las lejanas latitudes nórdicas, donde durante el verano gestó comercio con diversos puertos atlánticos, no solo con el de Castro Urdiales. Su punto de arribada, después de haber remontado la ría vasca, será el lugar denominado el Juncal, placer donde las naves castreñas invernarán hasta la primavera siguiente. Dice en un documento el historiador M. Arago que «la flota comercial castreña arrendó a la anteiglesia de Begoña estas aguas para preservar sus naves de los rigores de los violentos vientos del noroeste que azotan sus costas en invierno». Castro Urdiales bulle en esas épocas de actividad marítima. En la concha quedan las lanchas balleneras y las de pesca, sobre todo las pinazas o caleras, que pronto se dedicarán al besugo. La flota comercial se sabía que invernaba y, sin ningún género de dudas, los mismos marineros que hasta ahora han estado comerciando ocuparan las bancadas de las balleneras y las lanchas de pesca.

Colección particular de Jesús Garay
Imagen principal - Castro Urdiales, centro ballenero
Imagen secundaria 1 - Castro Urdiales, centro ballenero
Imagen secundaria 2 - Castro Urdiales, centro ballenero

Año 1336

Fernando de Castro Urdiales protestó ante los tribunales del Rey de Inglaterra que cuando llevaba vino y otras mercancías de La Rochelle a Inglaterra fue asaltado cerca de la isla de Guernsey y robado 80 barriles de vino blanco y otras mercancías.

La Santa María de Castro Urdiales fue arrestada en el puerto de Plymouth por los alguaciles de esta ciudad en represalia por crímenes cometidos por marineros castellanos contra los ciudadanos de dicha ciudad.

Año 1337

El Rey Eduardo escribe al de Castilla sobre la reanudación de la antigua amistad de las dos coronas apunto de concertarse entre embajadores castellanos y plenipotenciarios de Inglaterra, concediendo protección y salvoconducto a mercaderes de Castilla para comerciar con ellos. Otorgando protección y salvoconducto por un año a Diego Díaz de Castro Urdiales mercader, para que comercie con Inglaterra. Protección a Juan Sanches de Castro Urdiales quien desembarcó con su nave la Santa María de Burgos en Southampton. Salvoconducto a Pedro Villar, mercader de Castro Urdiales y su nao La San Juan mientras que descargarse mercancías en puertos ingleses.

Año 1338

Licencia concedida a Pedro Sánchez y Martín Fernández de Castro Urdiales para vender mercancías.

Año 1340

Poco duran los acuerdos, porque en este año Eduardo III ordena medidas en contra de mercaderes castellanos en represalia que por los ataques que los barcos ingleses sufrieron a manos de corsarios castreños.

Año 1341

Nuevos casos de piratería sobre un barco inglés por los piratas de Castro Urdiales.

Año 1342

Todo esto traía enfrentamientos bélicos, como la famosa batalla de Guernsey, donde la flota castellana de la Hermandad, en gran número y mandados por De la Cerdá, llamado también Luis de España, con veintidós velas (naves), mil caballeros y tres mil peones y la inglesa de cuarenta velas en cuyo estado mayor figuraban los más distinguidos caballeros de la nobleza británica como los condes de Kent, Salisbury, Pembroke, Monfort y Sulffok. La batalla con toda la teatralidad de los encuentros de las batallas medievales, comenzó suavemente a remo y vela se aproximaron lentamente y solemnemente las dos escuadras y (según Casariego) se pobló la mar de banderas de múltiples colores y de metálicas sonoridades bélicas. El encuentro comenzó con nutridas salvas de ballestería castellana. Las naves cántabras más potentes y alterosas (según el historiador Casariego) dominaban a las británicas y las galeras con fuertes y rítmicos golpes de remo, envolvían al enemigo con su ágil maniobra marinera. Dicen las crónicas que el hecho que dio a la batalla la categoría de hito histórico naval fue que, en medio del combate, los cántabros utilizaron una nueva arma que a lo largo de los siglos decidirían las grandes batallas navales «la artillería de pólvora». Según la crónica de Alfonso XI, las naos cántabras disparaban gruesas barras de fierro ¿se trataba realmente de artillería de pólvora? Diversos países se atribuyen este momento de furor marino, entre ellos Italia, de cuando realmente comenzó a dispararse un cañón en la mar. Otros historiadores dicen que fue en la Batalla de La Rochela en 1372, donde los castreños, y según las crónicas, se batieron con gran osadía.

Año 1343

Naves de Castro Urdiales, Laredo, San Vicente y Santander atacan naves inglesas.

Año 1348

Los condes de Flandes otorgan un estatuto a los mercaderes castellanos que les equipara a la potente Liga Hanseática. De la misma manera, la Hermandad de las Marismas se encuentra en todo su apogeo y reconocimiento internacional y firma directamente con Inglaterra un tratado, anterior y quizás precursor de la alianza militar anglo-castellana. Poco duran todos estos conciertos de buena voluntad pues en las Cortes de Alcalá de Henares de 1348 hay un pasaje de interés. Los representantes de las Marismas se quejan de la inseguridad de los mares y citan la captura de dos barcos de Castro Urdiales apresados por corsarios de Bayona. Aluden al quebrantamiento de una tregua: «Cuydando yr seguros por la dicha tregua yendo por la mar e non faciendo no diciendo nin meresciendo porque fuesen apresados, con muy grandes aueres que en ellos yan cargado, e matarion los omnes que en ellos yuan». Este hecho dio motivo para un nuevo enfrentamiento con Inglaterra.

Año 1349

Orden del rey de Inglaterra de liberar a un barco de Bilbao y otro de Castro Urdiales que transportaban higos, vinos y otras mercancías de Sevilla a Inglaterra.

Año 1412

Desde Tordesillas, la reina Catalina como tutora del rey niño y en su nombre otorga un cuaderno sobre los arrendamientos de la mar de Castilla, dirigiéndose a los «alcaldes, concejos y merinos, alguaciles, e otros oficiales cuales quier de las muy nobles ciubat (y cita); e Castro, e Laredo, e lugares que son de la costa del mar de Castilla».

...La historia sigue, y con ella las efemérides castreñas, las de nuestra latitud.

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