Un Coso Blanco estático a orillas del mar
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LA ESCENA ·
Los carrocistas ultiman sus obras de arte para crear una colorida galería en el parque Amestoy de Castro UrdialesEl parque Amestoy de Castro Urdiales será, desde mañana y hasta el domingo, un museo al aire libre que mostrará a sus visitantes seis carrozas llenas de magia, brillo y color. El Coso Blanco regresa a la localidad con rasgos diferentes, pero con ... la misma esencia de hace 73 años. En todo su recorrido histórico, sólo la pandemia de covid ha detenido esta celebración que se retoma, como es tradición, el primer viernes de julio. No habrá desfile, ni concurso, pero los carrocistas se están esforzado como si esta fuera una edición más de la emblemática fiesta. No habrá niños sobre las carrozas, ni vestuarios llamativos, pero el asombro del público al ver estas grandes creaciones volverá a revivir este fin de semana.
El montaje ya ha comenzado. El remate de los últimos detalles también. Con las manos llenas de purpurina (o brillantina, como ellos dicen) aparece detrás de sus enormes esculturas, que ya van tomando forma, Luis Miguel Quintana, socio de la empresa Carrozas Q. M. Amigos. A parte de los brillos dorados, sus manos muestran experiencia, pues en 2019 cumplió 40 años como carrocista.
Este año toca celebrar el Coso de una manera diferente, pero los momentos previos se viven como siempre. «Vamos bien, tenemos, como quien dice, todo acabado. Estamos bajando figuras, todas nuevas, para cargarlas en el camión», cuenta, valorando la implicación de su equipo en esta edición. Esto es lo que Quintana destaca de este año. «La gente ha estado con nosotros desde el principio, por eso hemos tenido todo bastante avanzado. Ya sabía que tenía un equipo muy bueno, pero este año me lo han demostrado más si cabe, porque sin ningún interés de que sus hijos o nietos pudiesen ir sobre las carrozas, porque este año no va a subir nadie, se han portado como unas fieras. Son los mejores», cuenta orgulloso. Y es que, cada edición, más de 40 personas desfilan a bordo de las carrozas, algo que se echará de menos en esta versión estática de la celebración. «El vestuario es muy importante para nosotros, de los últimos veinte años hemos ganado quince, pero este año, sin desfile, no va a poder ser. Aún así, los padres de los críos han venido a ayudar igualmente al local, después de trabajar, a ratos, cuando han podido. El 80% de los que estábamos el último año han estado al pie del cañón igualmente. En todos los pabellones pasa, los colaboradores nos echan una mano», incide. En los inicios, la fiesta surgió con la creación de las carrozas por parte de diferentes grupos de amigos o cuadrillas, que se juntaban y sacaban a desfilar sus obras. Esa base, que es la amistad, se mantiene, al igual que los colores blanco y amarillo, protagonistas en la noche castreña del primer viernes de julio.
Quintana, además de ceñirse a los colores principales, ha querido alcanzar el mayor tamaño permitido. «Son dos carrozas de 14 metros, que tienen sobre 6 metros de altura y una anchura de 4,25 metros. Me he basado en las medidas máximas del Coso Blanco», puntualiza.
El objetivo está claro: revivir la fiesta, el ambiente del Coso Blanco, las sensaciones de los últimos meses de preparación de las carrozas en los pabellones con las cuadrillas. «Lo pasamos bien. En nuestro caso, celebramos todos los cumpleaños, va más allá de una empresa, es una amistad. Muchos nos conocemos desde hace muchísimos años», cuenta Quintana.
La delicadeza de los materiales rompe con la puesta en escena de las figuras. Grandes y con una apariencia robusta, los elementos deberán aguantar tres días a la intemperie. «El papel seda y el celofán amarillo, que es lo que más destaca en el Coso Blanco. También hacemos muchos detalles con brillantina, que por la noche dan una bonita luz, que es bastante importante», indica, sin poder revelar más aspectos sobre sus dos creaciones, pues el efecto sorpresa es vital en esta fiesta, permaneciendo las temáticas en secreto hasta la llegada del gran día. Mientras tanto, se preparan para montar las carrozas, al igual que lo han hecho en las ediciones anteriores del Coso, sólo que en vez de comenzar el desfile por la noche, los visitantes podrán disfrutar de las esculturas gigantes desde el mediodía. También, como todos los años, mirando al cielo, para que la lluvia respete el duro trabajo realizado de estos últimos meses.
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