El Ejército retira los pontones de la costa de Castro Urdiales tres años después del accidente

En la primavera de 2021, un accidente ocurrido durante las maniobras de prácticas del Regimiento de Pontoneros Número 12 de Zaragoza en la bahía de Castro desencadenó el desparrame de numerosos fragmentos metálicos de gran envergadura por la costa. Las piezas, que en un primer momento conformaban un puerto flotante que el Ejército pretendía trasladar desde el muelle de Don Luis hasta la playa Brazomar, se desencajaron por la acción de las olas y quedaron a la deriva en el litoral de la villa. Con el paso del tiempo y la fuerza del mar, algunos pontones encallaron o se sumergieron, dificultando así la labor de extracción de los mismos.

En un primer momento, como explicó ayer el Comandante José Luis Rico, pensaron que la intervención del helicóptero podría ser una solución rápida, «aunque es verdad que molestamos un poquito más a la población», comenta. Finalmente, determinaron que esa no era la opción más segura de extracción de los materiales porque éstos están muy deteriorados, lo que supone un riesgo para la tripulación, la aeronave y la operación en si misma. Por ello, en estos días los trabajos se centran en llegar a la zona con embarcaciones y nadadores que acceden a las rocas para realizar cortes en los restos de la estructura varados y convertirlos en fragmentos manejables que van introduciendo en sacas.

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Desde el inicio de la operación, el pasado 23 de septiembre, han trabajado 24 días y han parado seis, dos por mantenimiento y cuatro por las malas condiciones marítimas. En su día a día, el regimiento trabaja desde las 8.00 horas hasta las 20.00. Llegan desde la base de Vizcaya y pasan la jornada en Castro Urdiales donde, según sostiene José Luis Rico, los vecinos los han recibido con amabilidad. «Son muy amables con nosotros, no hemos tenido ningún inconveniente. Nos respetan al máximo y muchos se acercan a vernos y hablar con nosotros. Estamos encantados de estar aquí».

La operación concluirá este viernes, 18 de octubre, por lo que previsiblemente acabará en fecha, aunque, con prudencia, el Comandante apunta que dependen de la meteorología y las mareas. En estos últimos días de actuación, el Regimiento espera que la bajamar alcance una cota aproximada de 2,2 metros para llegar a zonas inaccesibles con otras condiciones. «Es un trabajo arduo», concede Rico, quien reconoce que la descomposición de los materiales es un hándicap a la hora de actuar, aunque asegura que «en su día se hizo lo máximo que se pudo y se ha cumplido con el compromiso de evaluar año tras año la zona».