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«Las sensaciones son indescriptibles. Acabamos de terminar, pero siento satisfacción aunque no sé lo que ha pasado, solo lo que me dicen mis compañeros, porque yo en ese momento no sé lo que he hecho; si ha salido bien o ha salido mal. Veo ... a la gente tranquila, veo a la gente feliz, entonces yo me quedo tranquilo y feliz». Han sido las palabras de un eufórico Eduardo San Miguel, que ha encarnado a Jesús de Nazaret en la trigésimo octava edición de la Pasión Viviente de Castro Urdiales, al término de la representación.
El castreño se ha metido hoy en la piel de Jesús por segunda vez en su vida -ya lo interpretó en 2014-, en una edición más emocionante si cabe que las anteriores, después de que la organización tuviera que renunciar a la representación los últimos dos años con motivo de la crisis sanitaria.
Y se ha notado la enorme devoción del elenco y del público con esta recreación, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional, y que en su recuperación tras dos años en blanco ha conincidido, además, con el décimo aniversario del sello turístico.
La emotividad de los actores y la fidelidad en la recreación de los distintos pasajes que narran la agonía de Jesús hasta su muerte, ha traspasado al respetable en múltiples momentos, como el realista ahorcamiento de Judas, después de arrepentirse por haber traicionado a Jesús; en la flagelación del Cristo; o en las escenas de la Atalaya junto a María, interpretada por la madre de Eduardo San Miguel, María José Merino.
«Los compañeros me han contado que todo ha salido bien, que les ha gustado y que se han emocionado, y la Pasión la hacemos para eso, para que guste y si la gente se emociona mucho mejor», ha dicho San Miguel, que al finalizar la representación ha recibido el abrazo y la ovación del público y también de sus compañeros, que han derrochado alegría al terminar el acto.
No es para menos, porque echar de nuevo a andar esta escenificación en la que trabajan alrededor de 700 actores después de dos años ha sido «un hándicap», pero no es menos cierto que esta 'penitencia' le ha sumado mucha más emoción, según el protagonista de la Pasión Viviente. «Teníamos muchas ganas de salir a la calle con la Pasión y he tenido la suerte de que me ha tocado a mi, además después de la pandemia, con toda la gente que no está y lo mal que lo hemos pasado todos. Soy un afortunado», ha reconocido San Miguel.
La representación recoge las últimas horas de vida de Jesús Nazaret a través de las diferentes escenas partiendo de la última cena y la traición y el beso de Judas Iscariote, siguiendo con el juicio del Senado Judío, el arrepentimiento de Judas y los juicios del gobernador Pilatos y, también, el de Herodes. La condena al ya proclamado Cristo y la flagelación, uno de los pasajes más impactantes; y el Vía Crucis de Cristo, con las tres caídas a lo largo del recorrido hasta llegar al escenario de la crucifixión, as la que siguen la muerte y resurrección. Todo ello, a lo largo de algo más de cuatro horas de una sublime de interpretación de los principales actores, encabezados por San Miguel, que han regalado a las miles de personas que han contemplado el espectáculo una digna interpretación de las últimas horas de Cristo.
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«¿Momentos duros? Dura es la vida. Ahora mismo ya no me estoy acordando de la flagelación», reconocía el protagonista al final, que se queda «con lo emotivo, la escena con mi madre, he visto también a mi abuela, que no la vi en 2014 cuando ya hice de Cristo y me ha emocionado muchísimo, no me quería marchar de esa escena», ha relatado el actor, que describe como «preciosa» también la escena de los leprosos. María Dolores González, abuela de Eduardo, de 87 años de edad, ha compartido hoy momento con su nieto en la Pasión que se quedará para ellos de por vida como un preciado regalo. Ha sido en la escena del encuentro con las mujeres de Jerusalén, ya en final del Vía Crucis, antes de la tercera caída, donde la mujer podía aparecer sentada con más comodidad para ella. Se lo había pedido Eduardo «y se lo voy a agradecer eternamente», ha relatado emocionado.
La Resurrección ha sido una de las escenas más sobrecogedoras para el actor que ha dado vida a Jesús. «Es un momento que ahora sí que no se va a volver a repetir», ha dicho San Miguel, que se ha sentido en todo momento apoyado por sus compañeros, especialmente en esos primeros momentos en los que ha salido «muy nervioso porque te quieres exigir y los nervios te atropellan un poco, pero al final va saliendo todo».
De gran carga sentimental han sido también las escenas entre madre e hijo en la vida real. «Es muy duro pero muy bonito. Emocionada todo el día y cuando hemos acabado más», ha reconocido María José Merino, que ha encarnado a María, madre de Jesús, que ha encontrado a su hijo «muy entregado al papel. Lo ha bordado porque lo ha hecho con sentimiento y muy bien». Ocho años después de interpretar el papel protagonista de la Pasión, Eduardo «lo ha vivido de otra manera, es más mayor ahora, antes era muy jovencillo y al ser más mayor lo ha vivido con más ilusión», opina su madre, que vivido momentos muy duros, como el bolo y las caídas, en los que «intentas pensar en otra cosa». Pero estos instantes se ven recompensados en actos como el descendimiento de Cristo de la cruz, cuando le entregan el cuerpo a María. «Es el más emocionante para mi, entre la música, la voz en off y tenerle a él entre los brazos te pone una cosa aquí», narra tocándose el pecho.
Entre vivas a la Pasión, Chechu Arozamena, coordinador de la representación, ha valorado positivamente el acto y el tiempo que ha sido proclive para esta 'resurrección' de la Pasión Viviente que como aquel, ha vuelto con más fuerza que nunca. «La Pasión siempre sale bien. Es cuando tenemos dificultades de viento, agua y cosas de estas, pero si todo marcha bien y la temperatura es buena, sale excelente, de diez». Como hoy. «Ha sido un tiempo de espera grande y lo hemos cogido con muchas ganas», ha relatado Arozamena, que ha avanzado que desde la organización ya están dándole una vuelta a la recreación para hacer cosas nuevas.
A pesar de la númerosas asistencia de público, la jornada ha transcurrido con tranquilidad y el dispositivo de DYA se ha saldado con 26 asistencias, principalmente por mareos, todas ellas atendidas por los equipos a pie y puestos sanitarios ubicados en el recorrido de la representación, sin necesidad de traslado
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