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samira hidalgo
Liendo
Domingo, 24 de diciembre 2017, 10:40
La suerte ha sonreído a muchos cántabros en el Sorteo Extraordinario de Navidad de la lotería de este año. La lluvia de premios caída en la región no se recordaba, pero el viernes el juego dejó en Cantabria 168 millones de euros: ... siete décimos del Gordo, ausente desde 1970, y otros 1.331 décimos del segundo premio, además de cuatro quintos premios. Pero en este balance faltaba algo. No estaban incluidos los 4,4 millones que el 71198 dejó en Liendo. La suerte, en este caso, la trajo un vecino del pueblo que compró en un bar de carretera de Villalba (Lugo) once décimos cuando, en junio, regresaba de unos días vacaciones en las Rías Baixas para repartir mayoritariamente con su familia y también con algún amigo.
La noticia corrió como la pólvora en Liendo, pero no se vieron celebraciones, al menos públicas. Nada que ver con esas imágenes de alegría que ilustraron las portadas de todos los medios de comunicación.
Ayer en el pueblo era un día normal, un sábado cualquiera, eso sí, previo a Nochebuena. Costaba arrancar detalles a sus vecinos de la buena noticia, pero «al ser un pueblo pequeño» lo sucedido era más que conocido: «Me enteré el mismo día del sorteo por la tarde de que le había tocado un premio de la lotería a una familia. Me alegro mucho porque son buena gente», decía una cajera de un supermercado quien, por supuesto, no quería dar detalles para no perjudicar a los afortunados. Eso sí reconocía que todo el pueblo hablaba de lo mismo. «Se ha comentado mucho en el supermercado, sí».
Y estaba en lo cierto. Sólo había que darse una vuelta por los negocios de hostelería de Liendo para percatarse de ello. La camarera de un bar situado a la entrada de la localidad también dejaba constancia de que la suerte había sido justa porque había llegado a «una buena familia, gente trabajadora y de Liendo de toda la vida».
Esta camarera reconocía que los premiados todavía no habían acudido a su bar, aunque se sabía que «compraron los décimos durante unas vacaciones en Lugo».
La discreción a la hora de dar más detalles de los afortunados era unánime. Querían preservar su identidad. Así que en algunos restaurantes y otros establecimientos del pueblo directamente optaron por no hablar del tema e incluso hubo quien aseguró que no se había enterado. Sin embargo, este periódico pudo contactar finalmente con uno de los afortunados, que prefirió no dar su nombre. «Ha sido cosa del destino», sentenció.
Discreción, anonimato, confidencialidad... Son detalles muy habituales en estos casos y de los que también hablaban el pasado viernes los responsables de la librería de Muriedas donde se selló el multimillonario premio de 9,6 millones de la Primitiva: «Los afortunados a los que les toca una gran cantidad de dinero suelen solicitar confidencialidad».
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