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El lenguaje de los signos en la mar

El lenguaje de los signos en la mar

Castro de ayer y de hoy ·

La expresión consagrada en la mímica de los pescadores castreños

Javier Garay

Castro Urdiales

Miércoles, 17 de marzo 2021, 16:50

Las técnicas nos roban la posibilidad de lo bello y nada creo que haya más sublime que el entendimiento por medio de la mímica. En Castro aún se conservan reminiscencias de un pasado no muy lejano en el que, a ritmo de mecanografía, los pescadores se pasaban mensajes tan complejos como al cantil que iban a pescar, la clase de pesca que iban a hacer e, incluso, de sus amores en tierra y de la nostalgia que sentían durante las largas singladuras de pesca.

Hoy, de eso queda muy poco, pero lo suficiente como para que sigan mandando pequeños informes «clandestinos» en asuntos de pesca. Hacer uso de la voz o la palabra en la mar siempre fue muy mal visto entre los profesionales de la pesca y mucho menos cuando se grita, esto hace parecer «maqueto» (falta de profesionalidad). Los gestos se hacían sobre todo cuando se cruzaban dos pesqueros y cada uno continuaba su rumbo sin parar. A veces, si no había brisa y la mar estaba en calma se podían abarloar para charlar, pero, si el tiempo era crudo, los gestos eran fundamentales, y más cuando las ondas (radio) aún no habían llegado o había interferencias por la delicadeza de los aparatos.

La voz se propaga terriblemente sobre la superficie marina y quien grita hablando, informa de su mensaje a todos los que se encuentran a dos o cuatro millas a la redonda y, como en la mar siempre hubo mucho celo, con gestos y sin voz se informaba quizá al de babor y el de estribor no tenía por qué enterarse. Pero, sobre todo, se hacía para pasarse información del tiempo, la pesca, la gente, entre todos los barcos del Cabildo.

«El pescador de Castro Urdiales tuvo recogidos en su mímica centenares de gestos, hoy muchos perdidos»

javier garay

Recuerdo como con gestos avisamos a Canónigo, patrón del pesquero Faro de Castro y que se encontraba a dos millas de nosotros (corríamos un temporal, mi padre y yo) que se pusiera a barlovento y que nos diera pairo hasta la punta del rompeolas, lo cual hizo sin cruzarnos una sola palabra.

Con determinados gestos (hay registrados 203) se podía prácticamente mantener cualquier tipo de diálogo en la mar, incluso si se tiene un hombre herido, enfermo o muerto. El pescador de Castro Urdiales tuvo recogidos en su mímica centenares de gestos, hoy muchos perdidos, en que lo mismo identificaban a la boga (se ponía la punta del dedo índice debajo de la nariz para resaltar su mal olor), que se avisaba de la presencia de los delfines para la pesca de la manjua, de las tragedias, los sablazos (fracaso en la pesca), los éxitos, si el viento podía rolar a noroeste o que se venía la mar de fondo, entre otras muchas causas.

Gestos y mímica

Bocarte o a bocarte: con un gesto que simula el descabezar el bocarte, nuestro diálogo girará en torno a él.

A casa: Ponemos las manos debajo de los pechos para identificarnos con nuestras madres y esposas que nos aguardan en puerto.

Albacora: Al ser la albacora del género femenino o señorita, nos tocamos el lóbulo de la oreja, donde ellas llevan el pendiente, para determinar su carácter femenino. La albacora es señorita.

Merluza: Este pez tiene una gran boca y es uno de los mayores depredadores de la mar, por eso, abriendo la boca, imitamos a la merluza.

Chicharro: Por lo de la raspa o el cerro en la cola. Con un gesto, rozando los dedos, identificamos a este pez.

Kilos: Agitando las manos arriba y abajo interpretamos a la balanza y, si antes hemos anunciado el género de pez y su número, sabemos cuántos kilos y de qué pescado dispone quien nos manda la mímica.

De Castro: Poniendo la mano debajo de la barbilla y agitándola, los pescadores de otros puertos identifican a los castreños y significa, como dicen en Laredo: «Castro barullo» o los de la «Charlatanería fácil».

Bonitos: Cuando el bonito agarra hay que bracearle y tantearle (hacerle el amor) para que no se vaya y, con esta mímica, entendemos el pulseo que se le hace. Antiguamente, las socalas eran de acero y había que bracearlas.

Teso: Que la pesca está en el saco, que hemos ganado el día o incluso que estamos enroche con el aparejo (agarrados al fondo). Si se hace navegando, es que llevamos buena hechada a bordo (pesca).

Papardas: A papardas o palometas. La palometa es chata y, al aplastarnos la nariz, hacemos mención a ellas.

Arrobas y quintales: Golpeando con el puño el hombro, si estamos a bonitos son quintales (50 kilos), si andando a bocartes o besugos arrobas (12 kilos en Castro).

San Sebastián: De San Sebastián o a San Sebastián. Un signo que se asemeja al remo al salir agua y como los del Este son remeros, de ahí la identificación.

Diez piezas o kilos: Ya sean bonitos, langostas, jibiones, con cada golpe de manos que damos significa diez. Pueden ser unidades, kilos, arrobas o quintales, según a la pesca que nos dediquemos o las señales mandadas.

Santoña: De Santoña o a Santoña. Esta representación que asemeja a un detenido viene como consecuencia del presidio El Dueso, cercano al lugar.

De Bermeo o a Bermeo. Un signo, con la boca abierta y agitando la lengua, hace que parezcamos un poco turulatos y como en las cercanías de Bermeo hay instalado un psiquiátrico, así nos informamos.

Laredo: De Laredo a Laredo. Por ser este gesto y con todo respeto hacia nuestros vecinos, los pejinos, el que los identifica con la tiña.

Besugo: Besugo o a besugos. Con este gesto se imita la buena escama que posee este sabroso pez.

Sardina: Tanto la sardina como la parrocha llevan en su tustús (cabeza) una cruz, por lo que se comprende la razón del signo.

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