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Caza de la ballena. Colección particular Jesús Garay
Una magna «pesca»

Una magna «pesca»

Castro de ayer y de hoy ·

Si hoy en día se estuviese dando caza a la ballena en aguas cántabras, las televisiones de todo el mundo se disputarían sus documentales

Javier Garay

Castro Urdiales

Viernes, 26 de febrero 2021, 18:39

Dice Mario Simmel, (escritor alemán, 1924): «Una historia no es sólo verdad, cuando se narra como ha sucedido, sino también cuando relata como hubiera podido acontecer». No me cabe duda, que si realmente hoy en día, se estuviese dando caza a la ballena en aguas cántabras, las televisiones de todo el mundo, se disputarían los documentales sacados de tan magna «pesca». La caza de la ballena en nuestras aguas, y muchos de sus interrogantes, permanecerán para siempre dormidos, en las profundidades de nuestros mares y en la ausencia de nuestros cazadores, porque la realidad es que hay relatos actuales y frecuentes (siglo XIX), en detrimento al desconocimiento de los nuestros (siglo XI-XVII).

Hollywood, con sus manifestaciones de la gran epopeya americana en la caza de la ballena, y con su máximo exponentes, en la película 'Moby Dick', nos aleja de otra realidad, la que protagonizaron los cazadores cántabros, que no la recoge ningún film. Nuestra película, debemos buscarla brujuleando por archivos, sacando legajos, a veces sin parecer interesantes.

Documentales y libros sobre la ballena, con trucos e ilustraciones perfectas, introducen en los hogares americanos unas gestas dignas de superhombres que, por supuesto las realizaron, pero a la vez, nos privan de nuestra historia tanto, que ningún americano encuentra sentido a la caza de la ballena en el Cantábrico.

Nada hay más diferente en asuntos de pesca, (pongamos, por ejemplo), que ir a la cacea a por bonitos o pescarlos con caña al pulso. Muy diferente es también (es otro mundo) el pescar con malla (red) o anzuelo. Y mucho más es pescar langostas con nasas que con red. Pescar al ardor y al arrastre, requiere sistemas diferentes y experiencias diferentes, estudios diferentes y hombres diferentes que lo practiquen. Me consta que un buen patrón arrastrero no lo haría sombra a un mal patrón de cerco y viceversa. Tanta diferencia hay entre sistemas de pesca que, si las alternásemos, dando posibilidades a que los patrones practicasen con otras redes, otros peces, y en otros medios para ellos desconocidos, seguro que se encontrarían tan perdidos, como un pulpo en un garaje. Pescar sardinas de cerco a la raba, o al ojeo, era tan diferente, sobre la de pulsear las cuerdas de besugo, como lo puede ser la masa para el pan, hecha por el panadero, con relación a la del albañil, para fijar ladrillos. Pues bien, no solo es la pesca, sino también los peces y, sino, veamos y comparemos una sardina con un cimarrón de 500 kilos, y si vamos más lejos, una parrocha con una ballena franca. Mucha diferencia encontramos en estas comparaciones. Esa misma diferencia hay que saber definirla con las ballenas, ya que una franca, gris, yubarta o rorcual, casi nada tienen que ver entre sí, salvo que son mamíferos marinos.

«Para luchar con los cachalotes, había que hacerlo con otras astucias y someterlos a otros trabajos de rendición»

Javier Garay

La caza se hacía sumamente difícil para arponear a la azul y al norteño y hasta que no salió el cañón lanza arpones, eran muy pocos ejemplares los que se conseguían a mano. Era muy difícil acosarlas. Otra cosa era matar al cachalote, (mamífero dentado), que nada tiene que ver con la ballena; ni en su alimentación, comportamiento social, forma morfológica o carácter. Son los cachalotes tan diferentes de las ballenas, como lo pueda ser un felino de paquidermo. Para luchar con los cachalotes, había que hacerlo con otras astucias y someterlos a otros trabajos de rendición. Eran necesarios otros arpones, estachas y comportamientos profesionales, porque trabajaban con más fiereza, resultaban más peligrosos, y el comportamiento acuático de defensa que protagonizaban, a pesar de las similitudes con la caza de la franca, eran bastante lejanos entre sí.

Veo en artículos de prensa, relatos y grabados engañosos sobre la ballena que no corresponden a la realidad. Usan de costumbres no introducidas por los balleneros del Cantábrico en otras naciones, si no que por las circunstancias que hemos visto, son conocimientos creados por otros balleneros, en otras épocas, otros mares y con otros animales. El arpón que con frecuencia se dibuja en estos grabados, no es el nuestro, ni la manía de determinar el cubo del agua a bordo, para humedecer la estacha y que no se calentase por el roce. Porque la estacha con la ballena franca, no hacía falta humedecerla sobre motilones, como a los cachalotes, a los que había que frenar su furia, ya que se calaba (sumergía) y pedía cientos de brazas. A la franca, en todo caso, se la aguantaba sobre el motilón, para que el bote ganase en arrancada y poder mantenerla firme, y nada más fácil para humedecer la estacha, que echar agua dentro de la tinaja, donde se palmeaba, antes de la pelea.

La ballena franca, no era muy rápida, ni se calaba mucho. Luchaba muchísimo menos que el cachalote, que se sumergía a las profundidades (se defendía, como felino de los mares que es), y había que retenerle, para no quedarse sin estacha a bordo.

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