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El día se acerca. Tras varios meses de ensayo, el castreño Álex Izurieta será quien encarne mañana a Jesús de Nazaret en la Pasión Viviente de Castro Urdiales. Nervios, emoción e ilusión se entremezclan en estas últimas horas en las que este joven actor ... dará lo mejor de sí mismo en cada una de las escenas que componen la representación y de las que él será el principal protagonista.
-Quedan pocas horas para que dé comienzo la Pasión de 2019, ¿qué sensaciones tiene?
-Estoy menos nervioso que hace un par de semanas, aunque en la última semana estaba más nervioso por los ensayos, por preparar las escenas del Vía Crucis y las primeras tomas de la Crucifixión. Tras ensayar esto ahora estoy más tranquilo porque ya he preparado todo y el ensayo general ha salido bastante bien.
-Son varios meses de ensayo para una representación de cuatro horas...
-Llevo ensayado durante tres meses, todas las semanas, lo que voy a hacer en un día y me llevará unas cuatro horas y media. Lo afronto bien. Tengo que estar concentrado y sé que se me va a pasar rápido, porque si las escenas se me pasan rápidas de por sí, mañana van a pasar volando.
-Su madre encarna a la Virgen María, su padre a Cirineo y su hermano a un habitante del pueblo de Jerusalén. ¿Cómo se viven en casa estos momentos previos a salir a actuar?
-Mi madre y yo con los nervios a flor de piel. Mi padre intenta quedárselos para él, porque si no iba a ser una casa de locos. Intentamos pensar en otras cosas, pero cuando llega la Pasión es monotema en Castro. Si no estás hablando de ello, escuchas los tambores o, si no, los ensayos, que hay a todas horas, por lo que cuesta desconectar, pero lo llevamos bien.
-¿Cuál es la escena que más teme?
-La flagelación es la escena que afronto con más miedo, porque no se cómo voy a salir de ella. Son cuatro minutos de paliza y no se cómo me va a quedar la espalda para continuar con la siguiente escena. Hay gente que viene a ver exclusivamente esa escena porque llama mucho la atención.
-¿Y en cuál cree que se lo va a pasar mejor?
-Seguramente el mejor momento será en el que resucite, porque voy a ver la cara de todos los personajes que salen, aplaudiendo y con cara de satisfacción. Para mi es una de las escenas más bonitas.
-Habrá un momento de la representación que sea su favorito...
-Destacaría dos: el encuentro con mi madre, porque va a ser la escena en la que más voy a sentir, y el encuentro con los leprosos, que me parece una de las más bonitas de la Pasión y en la que más a gusto he estado en los ensayos.
-En estos momentos, ¿qué es lo que espera con más ganas?
-Lo que quiero es que llegue ya mañana y que se repitan las escenas una y otra vez. Lo voy a vivir una vez en mi vida y estas últimas horas se me están haciendo eternas, porque estoy pensando en ello todo el rato. Veo cómo montan los decorados y preparan todo y a mi no me dejan hacer nada por si me pasa algo. Ves que preparan todo para ti, pero que no te dejan hacer nada, por eso intento ayudar con lo que puedo, llevando la comida, por ejemplo.
-Lleva formando parte de la Pasión desde pequeño.
-Es algo que viene desde mis abuelos maternos, quienes participaron en la creación de la Pasión hace 35 años. Yo empecé con tres años a salir, después salí de pueblo hasta los doce años y luego fui arquero, herodiano, soldado de Roma, Santiago el Menor en la Última Cena, Juan el año pasado y ahora de Cristo. Es algo que he vivido desde siempre en mi familia y que pasa de generación en generación.
-¿Se había imaginado las horas previas así?
-Hace un mes pensaba que estaría mucho más nervioso y hace un año aún mucho más. Sin embargo, lo estoy llevando muy bien, centrado en la Pasión, y estoy con gente continuamente, por lo que también se me está haciendo más amena la espera.
-¿Qué personas están siendo fundamentales para usted en la preparación la actuación?
-La Pasión es en sí una gran familia. Conoces a mucha gente y tenemos una cuadrilla de la Pasión porque somos mucha gente joven que participamos en ella desde hace muchos años y hemos hecho un grupo maravilloso. Además, también está a mi lado mi cuadrilla de amigos y mi familia. Me siento muy arropado y mimado por todos.
-¿Cómo se siente cuando los castreños le reconocen por la calle como el Jesús de este año?
-Se me pone el pecho grande. Me paran todos los niños, me piden fotos, me llaman a ver qué tal estoy y eso me hace sentir bien, porque me gustan muchísimo los niños y me encanta que me saluden y me paren. Todo el pueblo se involucra. Es una sensación muy bonita.
-¿Qué se lleva a día de hoy de esta experiencia?
-Me llevo a la gente que ha estado conmigo desde el primer día y toda su ayuda y también los sentimientos nuevos que me han aflorado y que he descubierto en los ensayos.
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