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En un pequeño taller de Guriezo se encuentra La Fragua, un negocio familiar que hoy tiene por dueño un miembro de la cuarta generación de herreros de la familia Puente. El guriezano Sergio Puente lleva toda la vida dedicándose a trabajar el hierro ... en el mismo local que lo hicieron su bisabuelo, su abuelo y su padre. Y es que la Fragua es «uno de los negocios más antiguos de Guriezo, si no es el más antiguo» que aún permanece activo y que lo hace en el mismo sitio desde el año 1905.
Puente cuenta que la casa de sus padres está junto al taller, por lo que ya desde pequeño veía como su padre y su abuelo trabajaban el hierro. Además, este herrero señala que, de niño, con nueve o diez años, su abuelo le dejaba practicar un poco, haciendo él mismo su propio juguete de hierro. A Puente siempre le llamó la atención este oficio, una profesión que se fue forjando gracias a sus visitas a la fragua.
Ahora, más de un siglo después de los inicios de este negocio, el herrero se muestra «orgulloso» de haber tomado el relevo de su padre, si bien es cierto, reconoce, tiene una «gran responsabilidad» de que la fragua siga su curso, aún en tiempos de crisis, debido al gran componente sentimental que tiene su oficio. Señala que a veces le han ofrecido otros trabajos, pero que piensa en que su bisabuelo, abuelo y padre trabajaron en el local en el que él se ha criado, lo que le hace motivarse, seguir adelante con ello, no abandonar y continuar con el viejo negocio.
Comparando sus quehaceres con los que le tocaron realizar a su bisabuelo y abuelo, Puente explica que anteriormente se tenían que dedicar a encargos en los que había que trabajar el hierro y la madera conjuntamente, elaborando balcones y carros para parejas de bueyes. Hoy, este herrero explica que únicamente trabaja el hierro, aunque puede trabajar con carpinteros para realizar, por ejemplo, escaleras, uno de los últimos trabajos que ha realizado en su taller. Lo que mas me gusta a este guriezano de su trabajo es hacer elementos creativos, «en los que el cliente deja margen y manga ancha para trabajar». A este respecto, Puente indica que uno de sus últimos trabajos consistió en la construcción de una barandilla, inspirada en la del Capricho de Gaudí, que con sus tornos de hierro esboza un banco en el que poder sentarse «al aire y sin ocupar espacio», una obra con la que los clientes quedaron «muy agradecidos». Y es que, según afirma el herrero, hay clientes que apuestan por la decoración en muebles y otros elementos, dejando volar la creatividad del profesional para crear «piezas únicas y originales». Si se le pregunta a este herrero por lo que menos le agrada de su profesión, no sabe qué contestar. Asegura que le gusta todo, porque su trabajo es «ameno y diferente» cada día. Así, lo mismo hace un balcón que una estructura, un mueble o una escalera de diseño. Siempre cosas diferentes. Siempre creativo.
Pero, además de dedicarse a su fragua, Puente compagina su oficio con una afición: ser piloto de rally. Junto a su mujer, que es copiloto, pasan los fines de semana al volante, porque es una «bonita experiencia para pasar el día en familia». Su hijo podría coger el relevo en La Fragua, algo que a Puente le da tranquilidad, pues aprendiendo este oficio de ayer, es posible que su pequeño pueda ser herrero profesional el día de mañana.
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