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La Junta Vecinal de Otañes, en Castro Urdiales, observa con esperanza la paralización de la demolición de la presa de Cabrera, una actuación que ... estaba programada para el próximo 2 de septiembre y cuyo desenlace está por ver. A mediados del próximo mes, la entidad local y el comisario de ríos estudiarán las posibilidades para garantizar la continuidad del río sin tener que derribar la emblemática construcción. «Las presas responden a antiguas concesiones de molinos o hidroeléctricas que actualmente están caducas y tienen que revertir al Estado, dando así cumplimiento a los plazos contemplados por la Ley de Aguas», detallan desde la Junta Vecinal.
La pedanía y el Ayuntamiento se pusieron manos a la obra después de que tuviesen conocimiento el pasado miércoles del derribo de este lugar de gran valor para los vecinos del pueblo. Todo con el objetivo de intentar frenar los trabajos, apostando por buscar una alternativa a la solución que la Dirección General de Agua iba a llevar a cabo con el fin de «favorecer, desde un punto de vista ecológico, la conectividad de los ríos y facilitar la vida en ellos de diferentes especies, eliminando obstáculos que no tienen amparo legal», tal y como anunciaron desde la Junta. «El miércoles me enteré por casualidad de que Tragsa iba a demoler la presa. Me llamó el personal de la empresa para saber qué queríamos hacer con las piedras, pues son muy bonitas, y ahí es donde saltó la alarma. Después de conseguir que se paralice la obra, a mediados de septiembre veremos si la actuación que se iba a hacer es excesiva, si hay otra manera de solucionarlo o si no hace falta no tocar nada. Hay que valorar las medidas a tomar», explica Jorge Cuevas, alcalde pedáneo de Otañes, que añade que hay que ver si hay otras presas en Cantabria que tengan más necesidad de ser demolidas que la de su pedanía.
Cuevas espera que la Confederación Hidrográfica del Cantábrico valore otras alternativas «menos agresivas» con el estado actual del río, manteniendo el pozo cómo está, habilitando un pequeño caudal que evite el salto del río, pues es un «gran atractivo» para vecinos y visitantes «que se intenta conservar».
«Todos los del pueblo nos hemos bañado ahí desde niños. Hay mucha gente que cuando trae a la familia, lo primero que les enseña del pueblo es el pozo. Gracias al valor que tiene para nosotros el entorno está limpio y cuidado, porque si no, estaría perdido por la vegetación», aseguró el pedáneo, destacando que el paisaje es «mucho más rural» como está en la actualidad, que si se instala allí una plancha de hormigón. «Mucha gente cree que el pozo es natural, no se imaginan que está hecho por el hombre», indica el pedáneo sobre este lugar, que tal y como está permite que el agua forme cascadas de entre uno y dos metros de altura.
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