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Ultima Cena. Los actores, encabezados por Imanol Vilella en el papel de Jesucristo, ensayan la primera escena de la Pasión. Alberto Aja
La Pasión de Castro, desde dentro

La Pasión de Castro, desde dentro

Los actores que representarán las últimas horas de Jesús el próximo Viernes Santo intensifican los ensayos para la 40 edición de este emocionante y realista espectáculo

Ana Cobo

Santoña

Domingo, 17 de marzo 2024, 07:35

Hace 40 años, un grupo de castreños, alentados por el entonces párroco local Luis Campuzano (padre Sandalio) dio vida a la primera representación de la Pasión Viviente. Con escasos medios, pero con una ilusión inquebrantable, aquellos amigos escribieron, sin ser conscientes, la página inicial de una cita festiva que cada Viernes Santo, se hace aún más grande.

Cuatro décadas después serán cerca de 760 actores voluntarios los que el próximo 29 de marzo se dejarán la piel en recrear las últimas horas de la vida de Cristo. Ahora, todo es más profesional. Con decorados y vestuarios fieles a la época. Con banda sonora y diálogos grabados para dar mayor emoción y realismo a cada escena. El espectáculo ha crecido a la par que su indiscutible reconocimiento. Lo único que sigue intacto es el entusiasmo y la dedicación de sus componentes. «Si esto sale adelante es gracias al interés de toda la gente que participa y se vuelca con el acontecimiento», resalta el coordinador general de la Pasión Viviente, Txetxu Arozamena.

Varias mujeres cosen las prendas con máquinas. Alberto Aja

Al ser una edición especial, reconoce que le hubiera gustado llevar a cabo algunos proyectos que tiene en mente, pero lamenta que las subvenciones – tanto del Gobierno de Cantabria como del Ayuntamiento de Castro Urdiales– «llegan mal y tarde». El dinero, tan necesario para realzar un evento catalogado de Fiesta de Interés Turístico Nacional, «lo recibimos a toro pasado y así, no se puede trabajar y mejorar la historia». Esa carencia económica se suple con la entrega y el esfuerzo de un elenco entregado en cuerpo y alma a la causa. Llevan desde la segunda semana de enero ensayando en el local de la asociación. Repitiendo y repitiendo para que nada falle en las cuatro horas de representación.

Cada día toca preparar una escena. Los lunes, la Última cena; los martes, las Marías (María Magdalena, María madre y la Verónica); los miércoles, el encuentro con los leprosos; los jueves, el Sanedrín y Caifás; y los viernes, los juicios de Pilatos y Herodes. A escasos días del gran momento ya han empezado a ensayar los domingos de este mes la crucifixión, muerte y resurrección de Jesús en la zona de la Atalaya. El tiempo no ha acompañado. «El primer domingo hizo mucho frío y la comitiva lo pasó mal», cuenta Arozamena. El pasado domingo les llovió. Pero ellos siguen dándolo todo.

Escena de varios de los apóstoles. Alberto Aja

«Tenemos que preparar cuando se levantan las cruces y es muy complicado siempre. Como trabajamos sobre hierba, si el suelo está mojado puedes patinar y es difícil mantener el equilibro. Lo vamos sacando y no ha habido ninguna avería en este sentido», relata Arozamena. Será la semana previa a la Pasión cuando preparen en las calles del casco antiguo el recorrido del Vía Crucis y el resto de escenas.

Este año, el joven castreño Imanol Vilella, de 25 años, es el encargado de meterse en el papel de Jesús de Nazaret. «Lo está haciendo muy bien. Es un joven que ha nacido en el seno de la Pasión, y ha pasado por muchos personajes hasta llegar al papel de Cristo». El coordinador pone en valor que tiene «mucho sentimiento». «Hace unos días prepando la escena con los leprosos se motivó tanto que no paraba de llorar...». Y, eso, remarca Arozamena, que «no tiene nada que ver lo que sientes en los ensayos a cuando te ves el día de la Pasión, vestido de época». Te transportas al Jerusalén de hace 2000 años. «El que tiene que hundirse se hunde del todo, no va a poder soportarlo».

Y es que, si algo tiene esta representación es que se vive con la emoción a flor de piel. Tanto del lado del elenco actoral como de los miles de espectadores que se dan cita en esta jornada en Castro, y que no pueden evitar conmoverse con las escenas más duras e impactantes, como la de la flagelación, el ahorcamiendo de Judas o la Crucifixión. La fidelidad con la que se recrean los distintos pasajes que narran la agonía de Jesús hasta su muerte es tan extraordinaria que cautiva al respetable congregado en las diferentes localizaciones.

«Gran familia»

Para que un evento de estas dimensiones vea la luz detrás hay un engranaje de personas volcadas en distintas funciones. «Somos una gran familia». Todas trabajan de manera altruista, sin cobrar un solo euro. Les mueve el amor a la Pasión. Una de las labores clave es la del vestuario. «Es un aspecto que lo tenemos muy en cuenta. Buscamos telas por todos los sitios para vestir a los actores con túnicas y trajes de aquella época y que no peguen el cante». Arozamena explica que intentan buscar fotografía o documentos en los que aparezcan dibujos de las ropas que llevaban las personas en aquella época. La gran mayoría eran de «colores tierra y oscuros».

Cada edición, se introduce nueva vestimenta y complementos. «Tenemos cinco mujeres en el local con las máquinas todo el día cosiendo para sacar el proyecto adelante», agradece el coordinador. Es una ardua tarea que, habitualmente, comienza en noviembre – también representan un Belén Viviente en Navidad–, y se prolonga en el tiempo más allá de la puesta en escena.

Otro de los aspectos que se cuida con esmero es el sonido. «Con una buena banda sonora y un buen guion tienes ganado ya el 50% de la representación». En cualquier caso, dice el alma mater, hay que ajustar bien el texto a cada personaje para que «salga redondo». Todo ello se completa con el decorado y los accesorios de los personajes, que salen de sus propias manos.

«Nos encargamos nosotros de realizar las espadas, las lanzas, los escudos, las coronas... Hacemos lo que podemos para superarnos, siempre contando con que tengamos dinero».

El papel de Jesús es encarnado cada año por una persona diferente, mientras que el resto de intérpretes principales se cambia cada dos. «En esta edición repiten los del año pasado. Da menos trabajo, pero cuesta arrancar. Te das cuenta que no lo han asimilado, aunque a medida que ensayamos ya lo van recordando». Entre actores y figurantes suman 760 vecinos. Hay lista de espera para participar. «No podemos meter a más porque se nos llenarían mucho las escenas».

Quién iba a predecir este éxito allá por 1985, «cuando salimos 60 personas y sacamos unas sandalias con suelos de madera que daban risa», evoca Arozamena. «La Pasión ha cambiado mi vida». Y la de muchos castreños.

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