
Los pequeños habitantes submarinos
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El castreño Jesús Garay expone en el Castillo-faro una amplia muestra fotográfica sobre la excepcional fauna marítima en bajamarJavier Garay
Castro Urdiales
Lunes, 8 de julio 2019, 08:00
Desde muy pequeño, y por mi proximidad con la mar, descubrí que bajo los lodos, las algas, las piedras e incluso bajo cualquier objeto lanzado a la mar, había una vida muy pequeña, casi invisible, pero a la vez bella y colorida.
En la línea de bajamar, en cualquier lugar del mundo, si las aguas son puras, se encuentra un hábitat de lo más sugestivo, incluso este hábitat alimentó al hombre recolector durante miles de años, cuando a la bajamar arrancaba los moluscos como lapas y ostras que componían su alimentación proteínica necesaria para su sostenimiento.
Esto trajo como consecuencia una cultura que ha durado hasta la actualidad y, en algunos momentos de nuestra historia, hasta sació nuestra hambre en épocas de penuria.
A la bajamar, los pescadores castreños, a los que motejaban como poceros, se iban a las peñas y vaciaban a cubos los pozos de agua para sacar cuando estuviesen secos: pulpes, cabrachos, nécoras, guaidatas, cabezonas, quisquillas y un sinfín de pequeños peces. Por la costa a la bajamar, habita tal alfombra de mejillones que andando sobre la línea de marea no se tocaba la roca.
En bajamar, otras aficiones y otros sistemas de pesca daban un chamisqui a los pescadores, recluidos en puerto, como causa de temporales. En la Dársena, nuestra Dársena, a cada bajamar, docenas de pescadores sacaban las famosas chirlas de Castro, negras como el carbón y exquisitas como ninguna. En bajamar y con un espejo o visor gigantesco, pescadores oteaban el fondo marino para sacar con un caco o garfio centenares de centollos y otros peces y moluscos.
Pescadores que metían una caña con un pequeño anzuelo por los recovecos más inverosímiles para sacar la rica barbuda y salmonada. Por la noche, en bajamar y con una luz, se pescaba casi con las manos: nécoras, pulpes, cabrachos, jibias. Todo este mundo tiene un submundo debajo de las piedras y es de lo que la mayoría de estos ejemplares que hemos hablado se alimentan.
Son pequeñísimos crustáceos, de no más de cinco milímetros, estrellas diversas, orejas de mar, pequeños bogavantes, gusanas, pulgas de mar, lapas chinas, chafarrocas, changles y docenas y docenas de animalitos que habitan entre el lodo y la piedra empotrada en ellos. Levantar estas piedras es un auténtico mundo diferente a lo conocido. Casi puedo asegurar que hay muchas especies sin catalogar.
Pues bien, gracias a esta afición y a estos ejercicios, de los que he hecho participe a mi hermano Jesús, que se lo ha tomado con una pasión inusitada y durante docenas de bajamares ha ido retratando este desconocido mundo marino, que en breve, el jueves 4 de Julio, podrán disfrutar de una de estas muestras, en bajamar, inaugurada por vez primera en el Castillo Faro.
Será una exposicion de los detalles de ese mundo desconocido que mi hermano Jesús Garay a logrado desentrañar, registrando las mas insólitas figuras que parecen irreales y de una belleza sin igual. Me gusta que mi hermano se haya trabajado este tema, pues estos animalitos son muy delicados y les puedo asegurar que, poco a poco, están desapareciendo de su mundo oscuro, gracias a la contaminación de la mar.
Quizás este sea un punto de partida para concienciarnos todos en el tema y que reciclemos más y mejor, pues en Castro, y se puede demostrar, prácticamente todas las aguas contaminadas van a parar a la mar y son varias docenas de toneladas diariamente. Los de la mar lo sabemos. Gracias Jesús por esta muestra tan magnífica sobre la fauna marítima en bajamar.
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