El peregrinaje por Castro
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JAVIER GARAY
Castro Urdiales
Lunes, 20 de enero 2020, 07:47
Llevo dos años desde que me invitaron a escribir en este dominical, que cada dos por tres recuerdo el tema peregrino y todo es porque Europa ya se ha preparado para el siguiente Jacobeo del año 2021.
Tanto Cantabria, como Vizcaya y otros lugares ... ya se están preparando para dar acogida a más de medio millón de peregrinos se supone pasaran por el camino costero y aquí en Castro Urdiales, Santa María permanece terriblemente abandonada y eso que muchos de los peregrinos vendrán con ilusión a contemplar nuestra joya que para sí la quisieran otros puertos. El peregrinaje a Santiago de Compostela es tan antiguo como la historia escrita de Europa. Son las partidas de Alfonso X el Sabio o el propio Dante quienes, entre otros definen al peregrino. El rey Alfonso aclara que es el peregrino un extraño (extranjero) que va a visitar al Santo Sepulcro de Jerusalén, Santiago, San Salvador de Oviedo u otros lugares. O sea que es peregrino quien cumple su propia sentencia o se ve obligado a cumplirla, ese que contempla sus viajes con un final de redención a través de múltiples paradas que, al ser hechas en lugares considerados santos, le permiten obtener indulgencias para sus pecados.
No era fácil para el peregrino organizar su viaje. Conocer las rutas, informarse del lugar pertrecharse y dejar familia y trabajo, debió de ser muy duro, pero la justicia divina, podía resultar peor, según sus creencias. Hacerlo cuanto más rápido economizaba su hacienda si la tenía y adecuaba el camino a su bolsillo. Aunque desde el descubrimiento del Santo Sepulcro, hasta el proceso urbanizador de las villas, transcurren más de 200 años, también es verdad que pequeñas iglesias románicas impregnan todos los caminos. Nuestros monasterios, el de Santa Clara y San Francisco, contaban con la ayuda de eremitas desde los primeros momentos y en medio de una naturaleza hostil ofrecían ayuda y cobijo a los peregrinos. Con la llegada de Alfonso VIII de Castilla al poder, asegura al fundar nuevas villas o dar fueros a las poblaciones portuarias olvidadas hasta entonces. Se da por supuesto, que aumenta el tráfico mercantil y facilita el número de peregrinos, que arriban a nuestro entorno. Bien podría ser que mercaderes y peregrinos, estuviesen equiparados en cuanto a sus salvoconductos, derechos de hospitalidad y exenciones en portazgo y peajes. Son caminos donde se produce la sintaxis entre lo erudito y lo popular, en los albores de lo que hoy denominamos Cultura Europea. Unos caminos basados en la libre circulación de todas ideas, de personas y de bienes, sin fronteras, que prefiguran la Europa Unida, que se trata de construir en la actualidad. Casi se puede afirmar que Europa no sería lo que es ahora, sin fenómenos como el Camino de Santiago, que acercan a diferentes pueblos, enriqueciéndonos con las culturas compartidas. Tras doce siglos de pervivencia, se comprueba que la fuerza y la inercia que otorgan estos caminos es intensa, y proporciona una lectura múltiple y correcta de los caminos. Es un documento vivo, que propicia la emergencia de los valores fundamentales de este prodigio histórico, en el contexto de la mutación social y profunda, que estamos viviendo. Nuestra época se caracteriza por la globalización de las relaciones, especialmente económicas, por la movilidad social, por la permeabilidad de fronteras y por el desarrollo espectacular de las nuevas tecnologías de la información.
Las creencias religiosas en Época Medieval con sentido de lo sobrenatural y milagroso, se manifiesta en actos de rito obligado, cuya finalidad era la curación del alma, la redención de la pena de los pecados, hacer penitencia o liberar al cuerpo de bajezas humanas, al entrar en contacto con los lugares y con las reliquias. Es evidente que esta corriente masiva de peregrinos va a fundamentar una de las transiciones más importantes en cuanto a cultura y obras de arte se refiere, arte que irá plasmado a todo lo largo del camino de la ruta, cuya meta primera es la tierra gallega. Esta misma corriente que circula en sentido inverso transporta influencias hispanas, árabes y romanas hacia Europa. Basta recordar las fábulas de animales procedentes del mundo romano, que fueron traducidas por Pedro Alfonso en el siglo XII, con fines claramente moralizantes o la decoración de tipo floral y vegetal de la cultura Islámica. La experiencia mística y existencial, la peregrinación a Santiago, fue también una ruta llena de peligros, caminos infestados, falsos peregrinos y pícaros clérigos.
La creencia intima del cristianismo medieval de encontrarse exiliado en este mundo hizo de la peregrinación de sus caminos asediados y desconocidos una metáfora de los peligros de la vida, pero también una suerte de imitación de la vida terrena del Señor.
Se disponían a viajar los peregrinos, pero también las mujeres que a partir del siglo X abandonan sus casas y se dirigen a Compostela, expresando su deseo de renuncia a los asuntos domésticos, sobre todo, y a una forma de emancipación a las grandes presiones a las que las tenían sometidas la iglesia que casi no las consideraba dignas de mención.
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