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samira hidalgo
Viernes, 31 de agosto 2018, 07:38
Desde hace una década, paseantes y bañistas pueden ver en la playa de Brazomar una carpa situada en las proximidades de la caseta de los socorristas cuya función es la de acoger el servicio de baño adaptado. La ciudad castreña fue pionera en ... Cantabria en ofrecer este tipo de atención a personas con movilidad reducida para fomentar el disfrute de un día de playa, y es que no sólo consiste en facilitar el baño, si no que el usuario, que cuenta con personal de atención, también puede dar un paseo por la orilla o disfrutar de la lectura de un libro o revista bajo la sombra de la carpa. Se trata de un servicio prestado por el Ayuntamiento que, tras sacarlo a concurso, es encargado a una empresa y este año y como todos desde 2008, exceptuando el verano de 2006, la DYA es prestataria de este servicio, además de ser su impulsora hace diez años. El baño adaptado, que se ofrece de martes a sábado, va de la mano del servicio de socorrismo, por lo que sólo se puede llevar a cabo cuando las condiciones del mar lo permiten.
El responsable del área social de la DYA, José Blas, explicó que la idea de poner a disposición de las personas con movilidad reducida este servicio surgió al considerar que se trataba de «algo importante y necesario», además de «imitar a otros puntos de playa de España». «Es el primer proyecto de envergadura que hice. Recuerdo que contamos con la colaboración económica de la obra social de Caja Cantabria y la participación del Ayuntamiento castreño», indicó el responsable.
El baño adaptado es una ayuda adicional que, aunque no es obligatoria en las playas, es, según Blas, «muy necesaria, ha ido ganando presencia por su propia justificación social y acabará siendo obligatoria por ley, porque se trata de preparar los espacios y los servicios que se prestan para el disfrute de todas las personas, independientemente de sus limitaciones».
Con respecto al uso de esta prestación, el responsable del área social aseguró que «en sus primeros años, al ser nueva, tenía un cierto estigma, porque está pensada para personas con limitaciones pero, afortunadamente, se ha roto esa barrera y quien lo necesita lo usa». El baño adaptado tiene una gran aceptación en estos momentos y se ha estabilizado con unos 300 usos cada temporada. Por otro lado, si bien es cierto que los usuarios habituales suelen ser personas con discapacidad, Blas hizo hincapié en que «el criterio fundamental para el uso de esta prestación es que la persona tenga una limitación en la movilidad, como una discapacidad, o debido a la edad o también si es circunstancial porque, por ejemplo, te has roto una pierna», una circunstancia desconocida por la mayoría de bañistas, ante lo cual, los monitores de la DYA realizan «labores de captación» para animar a esas personas mayores o con problemas de movilidad temporal a utilizar este servicio. «En un momento dado todos podemos ver reducida nuestra movilidad, pudiendo disfrutar de este servicio, lo que lo hace más integrador», recordó Blas. Además, el baño adaptado cuenta también con visitas concertadas y planificadas, como los usuarios de residencias. Para utilizar el servicio de baño adaptado, simplemente hay que acercarse a la carpa conectada con la pasarela que viene del paseo y dirigirse a los dos monitores que allí se encuentran.
Por otro lado, gracias a la filosofía de la DYA, los monitores de baño que prestan el servicio tienen la particularidad de que son personas con discapacidad. «Prestamos el servicio a través de nuestra entidad Geseican DYA, un centro especial de empleo con personas con discapacidad dentro de la DYA. Esto procede de la idea original donde articulamos un proyecto en el que prestábamos un servicio pensado para personas con discapacidad, auxiliado por personas también con discapacidad y hemos continuado con la misma filosofía», explicó el integrante, indicando que «el consistorio no requiere esta particularidad», pero la filosofía de la DYA «sigue siendo fiel». Estos monitores cuentan con una preparación específica para prestar este servicio y aquellos que no lo tienen, asisten a un curso de formación donde se les enseñan los procedimientos del servicio, las técnicas de movilización necesarias, el traslado del usuario a la silla anfibia y el trato adecuado hacia personas con discapacidad. Por tanto, las características mencionadas, sumadas a que el baño adaptado puede ser utilizado por todo aquel que lo necesite hace de este servicio un ejemplo a seguir donde el fomento de la integración y de la aceptación es su razón de ser.
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