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El tiempo es, sin duda, uno de los factores que ha propiciado que la afluencia de personas que han disfrutado de los arenales castreños no haya sido elevada a estas alturas de la temporada estival, y es que, según Rafael Gómez, coordinador de la DYA en el municipio, asociación que se encarga del servicio de socorrismo y salvamento, está siendo por el momento un periodo «tranquilo», en cuanto a que se han registrado un «número bajo de incidencias».
«No está siendo un verano normal en cuanto a la climatología, y a esto hay que sumar la pandemia. Es muy difícil comparar este verano con el pasado. Si te paras a mirar los días que ha hecho sol el día completo, desde el 15 de junio ha habido tres o cuatro días, y esto provoca menos gente en las playas, y, por tanto, menos incidencias que el año pasado», explica Gómez.
Este panorama se refleja en los aforos, ya que están siendo «muy pocos» los días en los que el aforo de las playas se completan. «Algunos días puntuales, especialmente con la marea alta, ha habido afluencia alta en Brazomar, el Solarium y un día en Ostende», señala el coordinador, añadiendo que, con todo esto, «los niveles de incidencias y de asistencias sanitarias y de rescate están siendo bajos».
«Afortunadamente, no hay que lamentar ningún incidente grave. Se han producido algunos rescates, dos de ellos en Sonabia, una playa que no cuenta con vigilancia, por lo que, en caso de que haya algún problema nos avisan a nosotros, que somos el servicio de salvamento más cercano, ya que testamos en Oriñón y tenemos una embarcación en Islares», matiza.
Otras intervenciones se han desarrollado en la franja costera, fuera de las playas. «Hemos llevado a cabo tres rescates de paddle surf, un deporte que está ahora muy de moda, lo practica bastante gente, pero a veces no tienen experiencia y les arrastra la corriente», cuenta, recordando que el pasado domingo rescataron a una persona en Oriñón que sufrió una indisposición practicando surf.
Además, de forma paralela a la actividad de socorrismo propia de las playas, la DYA dispone de embarcaciones de salvamento en horario diurno, por lo que se ha llevado a cabo el remolque hasta el puerto castreño de dos embarcaciones de recreo averiadas. «También prestamos atención a la línea de costa; a los pescadores; a los baños en acantilados, como en la zona de Ballena; la cala del Pocillo; la playa de piedras de Mioño; y el apoyo en actividades deportivas», detalla Gómez.
Con todo esto, el coordinador indica que las zonas de vigilancia son las habituales, con el operativo habitual, con los mismos medios y mismas personas que en veranos anteriores, además, el servicio de baño adaptado estará hasta activo hasta el 15 de septiembre.
Para el resto de la temporada, el coordinador se plantea diferentes escenarios. «Por la experiencia que tenemos todos los años, la temporada fuerte para nosotros es del 15 de julio al 15 de agosto. Julio ha pasado sin incidentes, nos quedaría por ver la primera quincena de este mes. Todo el mes de agosto suele ser fuerte, por la zona en la que nos encontramos. La gente se mueve en el día y si no se celebran las fiestas de Bilbao y el tiempo acompaña, pueden ser unas semanas de mucha afluencia de bañistas, y a más bañistas, más incidencias», comenta, explicando que también se puede haber personas que a causa del covid prefieran no visitar playas que puedan estar masificadas, como las de Ostende y Brazomar, a pesar de haber control de aforos.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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