Tres jóvenes de Castro limpian los restos del botellón en la zona de la Atalaya

«Los fines de semana se suele ir a la Atalaya y sobre las dos de la madrugada se empieza a ir la gente. Nosotros nos íbamos a marchar, pero nos giramos y vimos que estaba todo sucio, con bolsas, botellas y vasos tirados por el suelo. No es normal, es contaminar a lo tonto. Les dije a mis amigas si me ayudaban a limpiar un poco para que no se cayese toda esa basura al mar, que es donde nos bañamos, y dejamos apartadas las bolsas llenas de basura para que el viento no las llevase al agua», explicó este joven, contando que podía haber en esa zona unas 300 personas haciendo botellón. No era el primer fin de semana que hacían algo similar.

«La gente puede salir de fiesta siempre y cuando no haga de la calle un vertedero», añadía su amiga Sandra Rus, que rompía una lanza por los jóvenes. «No todos somos causantes, pero pagamos las consecuencias». «Nuestro pueblo es nuestro hogar y tenemos que cuidarlo», añadía Haizea Bayón, la tercera jovenque arrimó el hombro para recoger los restos del botellón. «No hay excusa para no recoger la basura que generamos», insistió.

Según los jóvenes, el pasado fin de semana la presencia de gente y residuos había sido «brutal». Por ello, animaban a concienciar respecto a la recogida de residuos «porque es un problema que nos afecta a todos».

Por su parte, el concejal de Medio Ambiente, José Mari Liendo, quiso agradecer el comportamiento de estos jóvenes por «ir en contra de la actitud negativa de una parte de la población». «No se deberían dar este tipo de situaciones, pero, una vez que se dan, no debería costar nada recoger los residuos que cada uno genera», matizó, indicando que el volumen de personas en Castro está en estos momentos «sobredimensionado y que los focos en los que se hace botellón son tantos que «difícilmente se puede controlar esta práctica». «Lo deseable sería abrir expedientes sancionadores a esas personas, jóvenes y no tan jóvenes», opinó.

Para el edil, dejar los residuos tirados en el entorno genera «problemas graves» en la limpieza de la ciudad, lo que «perjudica» la imagen que se proyecta a vecinos y visitantes, además de ser un «quebranto» para el servicio de limpieza.