«Viví la crisis del 2008 y fue súper fuerte, bajó muchísimo el trabajo, pero nada comparable a ahora»

Los taxis esperan en Castro Urdiales, con unas preciosas vistas del puerto, a que algún usuario solicite sus servicios. Son tiempos difíciles para este colectivo que también ve cómo directamente le afectan las restricciones de movilidad y las relacionadas con la hostelería. Una de esas taxistas es Oihana Arredondo, con licencia desde hace más de dos décadas. Esta castreña también es presidenta de la Asociación Teletaxi de Castro desde hace más de siete años, con el objetivo de que los taxistas estén «más unidos» y «atender mejor al cliente». La crisis económica derivada de la pandemia y la ausencia de relevos de las jubilaciones hace que los taxistas castreños lo estén pasando «realmente mal».

-¿Cómo se vive un viaje en taxi en estos tiempos de pandemia?

-Estamos habituados a llevar constantemente a personas que no sabemos con quién se relacionan. Desde el principio de la pandemia hemos llevado a clientes en nuestros taxis a hacerse pruebas PCR, porque hay muchas personas que no disponen de vehículo propio para desplazarse y les hacen el test dentro de nuestro coche, por eso no le damos más vueltas, o al menos eso intentamos, incluso animamos a ese cliente cuando les llevamos camino de la PCR. Por otro lado, ventilamos mucho, desinfectamos mucho y los viajes los hacemos con la ventanilla bajada un palmo. Ya somos como robots, porque nos desinfectamos las manos cada vez que tocamos el equipaje y cuando cobramos. Además, cada vez que se baja un pasajero desinfectamos todo. Es una tarea extra que a veces ralentiza, pero es necesario porque hay que tener muchísima precaución.

-¿Ha producido el covid un cambio en el perfil de sus usuarios?

-Ha cambiado totalmente. Ahora llevamos a las personas a hacerse la PCR y a las pocas consultas médicas que quedan, porque la mayoría, si no son importantes, están suspendidas. Hacemos viajes cortos, de gente más bien mayor. Antes, entre semana también teníamos a gente mayor y los fines de semana trabajábamos mucho con jóvenes, pero todo ha cambiado.

-El sector del taxi se ha visto afectado por las restricciones de movilidad, de hostelería…

-Totalmente. Nos afecta de forma muy directa y lo estamos pasando muy mal. Los ciudadanos no se desplazan porque no se puede hacer nada y también porque mucha gente tiene miedo y no quiere. Además, las comunidades y los municipios están cerrados y solo se puede salir por un motivo justificado. Hay días que no trabajamos nada, los festivos puedes estar con el taxi parado. Si nadie se mueve, nosotros tampoco. Nos afecta la crisis del comercio y de la hostelería, porque gran parte de nuestro trabajo funciona con estos sectores. No hay salidas nocturnas, ni turismo, apenas vamos al aeropuerto y casi no hay consultas médicas. Esto hace que estemos prácticamente parados. Es un momento complicado para nuestro sector, porque a esto hay que sumarle que en Castro ha habido jubilaciones de taxistas, pero en estos momentos la gente no se anima a tomar el relevo.

-Laboralmente, ¿qué balance se podría hacer de 2020, hasta el momento?

-Yo viví la crisis del 2008 y fue súper fuerte, bajó el trabajo muchísimo, pero nada comparable a ahora. Es mucho más fuerte, más importante. En verano, quizás, se quería ver un poco de luz porque se podían desplazar los ciudadanos. Hubo un poco de movimiento y pudimos trabajar algo, no como otros veranos, claro está, pero es que ahora no vemos mejoría. Vivimos mucho de la gente de Bilbao que viene el fin de semana, hay desplazamientos con niños a las grandes superficies de Vizcaya, la gente sale de noche y tenemos que llevarla hasta Vizcaya o alguna pedanía de Castro, pero ahora eso no pasa. Estamos confinados los taxis también. Además, vemos que va bajando el trabajo: en septiembre había descendido aún más; en octubre más y en noviembre, todavía peor. Y a diciembre no le vemos movimiento.

-¿Alguno de los integrantes de su asociación ha tenido que cesar la actividad?

No, porque nos repartimos entre nosotros el trabajo que hay, de momento estamos intentando aguantar, pero es difícil. Hay gente mayor con hipotecas ya pagadas, pero muchos tenemos que pagar la casa, tenemos hijos… nos ha pillado en mitad de la vida, como quien dice, y es muy duro.

-¿Esperan un incremento de clientes por las navidades?

Esperamos que sí. Quiero ser positiva y es donde pongo el foco, en Navidad. Se que es complicado, porque todos tenemos el miedo en el cuerpo y hay gente que, aunque les dejen, quieren moverse. Tengo sentimientos cruzados, porque tampoco me gustaría que nos juntásemos todos por Navidad y en enero estar peor de lo que estamos.

-En el último Pleno, se anunció que su colectivo mantenía las tarifas de este año para 2021, ¿cómo se tomó esa decisión?

Lo hicimos en la otra crisis, estuvimos sin subir las tarifas unos cuantos años y ahora lo hemos vuelto a hacer. Tal y como está la cosa, no se pueden subir los precios, ni se debe, sobre todo por solidaridad con los clientes. Todos estamos en una situación complicada y no es momento de subir precios, aunque a nosotros sí nos hayan subido la cuota de autónomos. Los que estamos abajo no subimos los precios: ni el panadero, ni el comerciante… somos capaces de verlo y nos podemos solidarizar y tragamos con la subida de la cuota porque no nos podemos plantar, tenemos que pagar facturas.

-A las puertas del próximo año. ¿cuáles son sus expectativas?

Aparentemente, muy duro. La única esperanza es que salga la vacuna pronto, bien probada, que todos intentemos volver a la actividad y que de cara al verano veamos la luz. Me encantaría que fuera antes, pero por lo vivido, tendremos que esperar a ver qué pasa en los próximos meses.