Vivir un temporal
Castro de ayer y de hoy ·
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Castro de ayer y de hoy ·
El puerto de Castro fue sacudido por el intenso oleaje de 1964, en pleno inviernoMe tocó vivir el temporal de 1964 en toda su intensidad y les puedo asegurar que fue un tsunami lo que arribó al puerto de Castro. Todos los que allí nos encontrábamos esa noche de invierno pudimos ver como, en cuestión de segundos, se vaciaba la dársena. El agua salía por la punta del muelle en catarata a la bahía, que se encontraba casi vacía. Pronto venía la resaca en barra (empujando y rompiendo con un ímpetu ensordecedor), atacando como hordas marinas y no había suficiente boca de entrada (tienen los muelles 13 metros de ancho) para dar paso a tanta masa de mar, por lo que rebosaba por encima de los muelles. Dentro la vorágine por el resacal hizo capotar a varias embarcaciones, dejando al garete a otras muchas que habían faltado las amarras. Esperábamos a que bajara la resaca para dar refuerzos a nuestras lanchas en cuanto se quedara en seco la dársena, pero con mucho cuidado, porque al entrar en banda la mar por la bocana salíamos disparados hacia las escalas.
La onda de mar de fondo que recorre el rompeolas incide en este de una forma oblicua y no de frente. Por su situación geográfica, el rompeolas de Castro tiende a caer casi al este geográfico (90°), más o menos, y como la mar de fondo viene del NW (315°), la ola no bate con incidencia perpendicular sobre el espaldón de nuestro dique protector, sino que solo le lame, con un ángulo de 135°. La parte de la ola que no nos baña se va para el este y al quedar libre en la punta del rompeolas, por ley física y como en los vasos comunicantes, parte de esa onda de mar, (la inmensa masa corre hacia el sueste, en busca de los acantilados de Arciseri y la gorda) toma rumbo sur, restallando en Cotolino; otra parte irrumpe en la playa y otra porción de onda marina se emboca libre en nuestra bahía, por lo que el reflejo de la ola que bate Cotolino, la de la playa y la que entra a la bahía hacen la resaca según la intensidad del temporal.
(A continuación, se puede observar la secuencia de una ola de las más grandes conocidas en nuestra costa. Sucedió el pasado 29 de diciembre, a las 06.00 horas de la mañana, justo cuando tomé estas fotografías).
Si la punta de Cotolino hubiese salido al norte 200 metros, el rompeolas estaría sin duda muy mal situado y parte de la mar que corre libre para el este se retendría en la ensenada de la playa, ocasionando serias tragedias en nuestro puerto.
El rompeolas de Castro está muy bien diseñado y situado. Una gran experiencia tuvo que tener quien lo construyó o recogería referencias de los pescadores, porque si los vientos reinantes en nuestra zona, fuesen los nortes (el tiempo que más castiga al rompeolas) hubiese habido que construir el rompeolas en otra dirección más norte, para no dejarlo tan perpendicular a los maretones de este viento, pero, entonces, la mar del noroeste, la reina de los mares en nuestra zona, con el primer temporal se lo hubiese llevado. Los nortes, por fortuna, no soplan con frecuencia y tienen un periodo de paso muy corto, pero hacen más daño a nuestro rompeolas, siendo duros, que la mar de fondo que puede durar días azotando. Y esta es la gran razón del beneplácito de nuestro actual puerto ya que solo nos barre un extremo de ola.
También el contradique (mal llamado muelle de Don Luis) manda mucho reflejo de onda fuera de nuestra bahía. Sin él, la mar se embocaría con más fuerza a la dársena.
Todo esto nos hace llegar a la conclusión de que a veces Castro no fue puerto de refugio. En todo caso, dicho está: con vientos del oeste y del sudoeste prestaban un cierto abrigo, pero pobre del navío que topara con una mar del noroeste estando fondeado o con un norte fuerte. Que se encomendara a Dios.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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