«El Astillero tiene algo propio que es la ría y todos nos sentimos orgullosos de ella»
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El sentido de pertenencia es algo inherente en la condición humana, pero cuando uno habla de rincones tan particulares como El Astillero y lo hace con quienes ya peinan canas y crecieron de cara a la ría, ese orgullo parece elevarse a otra potencia. Un ... sello de identidad que entienden astillerenses como Vicente García Palazuelos. A sus 71 años, este vecino que nació en la calle San José presume de haber trabajado en Astander, de haberse convertido en pescador y de ser uno de esos elegidos a los que los Amigos de la Fuentuca rindieron homenaje. Pero si por algo es conocido dentro y fuera del municipio es por ser 'Yoni' en Los Galeotes, un grupo de música que triunfó cuando lo que se convertía en popular se ganaba a pie de calle y no a través de redes sociales. Y, ahora, Los Galeotes parecen seguir el modelo de 'Los Rolling', pues han vuelto a los escenarios. «Salvando las distancias, le diré que éramos super famosillos». No es que hayan regresado, es que no se fueron nunca.
-A usted la ría le ha dado mucho, pero, ¿Con qué se queda?
-Yo me quedaría con las satisfacciones que me ha dado la pesca. Han sido muchísimas, la verdad. Mi bisabuelo era pescador; mi padre era pescador y yo empecé de niño. Hemos tenido toda la vida embarcación propia y antes se pescaba de todo: cachones, lubinas, corvinas, almejas, muergos... Yo pescaba mucho. Siempre fui un pescador muy completo, pero como aficionado. Había una peña de pescadores en El Astillero y llegué a ser su presidente.
-¿Hasta qué punto ha sido importante para usted?
-Pues mire, en mi casa siempre se ha comido buen pescado. Y en la época del cachón, se pescaban y se vendían muchos. Me ha dado más alegrías que tristezas, porque no solo hemos podido tener una dieta de lo más saludable, también nos daba algo de dinero extra.
-¿Y sustos?
-Ninguno. En casa hemos sido todos muy buenos nadadores y nunca he tenido percances.
-Cuando le nombro curumbetas, La Sara, La Playuca, ¿Qué le viene a la cabeza?
-Muchos recuerdos gratos, por supuesto. Pero se le ha olvidado mencionar el 'resbalizo', esa piedra desgastada por el uso junto a La Fuentuca, de la que nos tirábamos todos de niños. O El cancaneao, San Roque... Y qué decir de cuando Astillero era un auténtico vergel: había frutales por todas partes y nosotros, cuando éramos niños pues qué íbamos a hacer... Robábamos la fruta. Bueno, no era robar. Era saltar la tapia y cogerlos. Pero sin maldad.
-¿Y si digo Muslera?
-Pues me viene a la cabeza su ermita y sus romerías. De aquellas fiestas salieron muchos matrimonios. Imagínese. También recuerdo que por Nuestra Señora se hacían regatas de barquías, que se soltaban a los patos para los niños y que se hacían travesías a nado que iban de Pontejos a El Astillero. La peña Julián y de ir a Elechas a remo, se me vienen también a la cabeza. En aquella época se hacían muchas actividades en la ría. Nada que ver a ahora.
-¿Por qué siempre se habla tan bien de las fiestas de antes por Nuestra Señora y no tanto de las de ahora?
-Eran más entrañables. Ahora las fiestas son diferentes. Antaño se hacían en frente del Ayuntamiento y había romerías en las que la gente participaba, bailaba. No como ahora que traen una orquesta que cuesta un pastizal y la gente se dedica a mirar, porque no son romerías, son espectáculos. Si de Nuestra Señora salieron cantidad de matrimonios, de San José habrán salido cincuenta mil. Antes había tómbolas, una incluso de la Iglesia, que era la que se ponía en el Banco Santander. Tenían otro ambiente, sin duda.
-¿Qué cree usted que es lo que define a un astillerense?
-El cariño que tiene a la ría; ese arraigo a la mar de toda la vida. En nuestros principios, todo el mundo trabajaba de los astilleros. En mi caso, mi padre trabajó; mi hermano, también y por su puesto, yo. Y como nosotros, casi todo el mundo. Piense que entonces había en el municipio apenas unas 3.000 personas, no es como ahora, que hay más de quince mil. Sin duda, El Astillero tiene algo propio, que es la ría. Y todos los que hemos vivido aquí nos sentimos orgullosos de ella, de nuestro color azul. Cualquiera que haya participado en las regatas de barquías, sabrá que cuando se gana una regata uno lleva colgado del retrovisor, como si fuera un tesoro, el lazo azul.
-Vamos a hablar del presente y lo vamos a hacer desde el punto de vista de un vecino que se siente, como usted, orgulloso de su pueblo. ¿Por qué cree que El Astillero genera tanto golpe de pecho?
-Hemos sido emprendedores. Somos valientes. Y creo que todos tenemos esas pretensiones de que nuestro municipio vaya a más, sea más grande.
-Y nuevamente, como vecino orgulloso le pregunto: ¿Cambiaría algo de su pueblo?
-Me gustaría que se respetasen más las normas de convivencia que había antaño, que se conservaran esas costumbres que teníamos. Aquí ha venido mucha gente a vivir y eso ha sido bueno porque nos ha ayudado a crecer. Pero eso ha contribuido a que se vaya perdiendo el modo de vida que hemos tenido siempre; ese modo de vida que hemos seguido nosotros. ¡Tan mal no nos ha ido!
-¿Cómo se vive en verano en tiempos de covid?
-Se vive bien. Ahora hay multitud de terrazas y esto parece a veces el Paseo Pereda. Yo como de lo que disfruto es de la mar, vengo aquí, al muelle, y me produce nostalgia ver a los chavales tirarse al agua. Cierro los ojos y me veo con diez años. Esta costumbre sí que es sana y es lo que no se puede perder. Lástima que desapareciera La Playuca, donde aprendimos a nadar todos. Es una de las grandes pérdidas de este pueblo, porque sinceramente, no tendría que haber desaparecido nunca.
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