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Los Astilleros de Guarnizo, de la vela cuadra al motor de vapor
El astillero y su historia ·
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El astillero y su historia ·
Con el carguero de vapor 'Pepe Luis', se inició la era moderna de la construcción naval en Astillero de la mano de la empresa 'Talleres de Bernardo Lavín'jesús maría Rivas
El Astillero
Domingo, 7 de noviembre 2021, 11:19
Los astilleros de Guarnizo entraron por la puerta grande de la historia de la navegación como constructores de galeones y navíos, entre los siglos XVI y XVIII. Algunos historiadores mencionan estas laderas de Guarnizo como el lugar donde se carenaban (trabajos de reparación del casco) las naves romanas, que se acercaban a cargar el hierro de Cabarga, las naos que navegaban por el Cantábrico o las embarcaciones maltrechas de la Gran y Felicísima Armada, fletada por Felipe II, en su intento de ocupar Inglaterra, en 1588.
Desde que tenemos constancia de la actividad relacionada con la navegación marítima en el entorno de Guarnizo primero, y Astillero después, las labores de fabricación de naves pasaron de ser inicialmente artesanas, a industriales, incorporando incluso la fabricación simultanea de navíos. Alternándose los trabajos de los astilleros, a lo largo de los siglos, entre el mantenimiento y reparación de naves con la construcción de las mismas.
La fabricación de navíos para la Real Armada se extendió hasta 1769. Después se continuó la actividad naval construyendo para comerciantes particulares, cien años más, hasta finalizar con la botadura de la fragata 'Don Juan' en 1871. Bernardo Lavín, que había trabajado como forjador en la fábrica esta última fragata, creó la empresa 'Talleres de Bernardo Lavín', donde se incorporaron algunos de los operarios que lo venían haciendo los últimos años en los astilleros de la Planchada. La nueva empresa tenía su base cerca de los muelles y durante los primeros años realizaban algunas reparaciones a bordo de los propios barcos.
Así fue sucediendo durante el siglo XIX hasta que llegamos a principios del siglo XX cuando Bernardo Lavín, ante el incremento de la demanda para reparar buques, transformó parte de su empresa, inicialmente metalúrgica, aprovechando para incorporar una importante sección de reparaciones navales, de manera que, «Talleres de Bernardo Lavín» pasaron a tener como actividad fundamental la reparación naval. La afluencia de barcos en los cargaderos de las explotaciones mineras que se empezaron a extender entre Heras, San Salvador y Astillero, trajo cambios a la empresa metalúrgica de B. Lavín y, con ello, volvió la reparación de buques y, posteriormente, la construcción de los mismos.
Con la nueva perspectiva de negocio abierto con la reparación de buques, la sociedad industrial adquirió una zona de marisma en Astillero y se inician los tramites y proyectos para construir el ansiado dique seco, además de las instalaciones necesarias para nueva actividad: talleres, almacenes, servicios, etc.. La autorización para construir el nuevo dique es concedida por el Ayuntamiento de Astillero en 1920, años después de fallecer Bernardo Lavín, y cuando la empresa ya se denominaba «Talleres del Astillero Herederos de Bernardo Lavín S.A.». El nuevo dique entraba en servicio en el año 1922 y tenía unas dimensiones de 108,9 metros de eslora máxima, 15,8 de manga útil y 5,2 metros de puntal.
Curiosamente, y es lo que queríamos destacar, antes de contar con un dique para la construcción naval, que sería estrenado en 1922, la empresa de Lavín ya se atrevió a construir un barco de acero y máquina de vapor, que fue botado en abril de 1918, para el naviero bilbaíno José Ezquerra, con el nombre de «Pepe Luis», noticia recogida en la revista 'Vida Marítima'. El barco se construyó aprovechando la suave caída de las laderas de Astillero, del mismo modo que se venían haciendo las botaduras de navíos en los astilleros que la Corona mantuvo durante los siglos anteriores.
Con la botadura, el 3 de Abril de 1918, del carguero de vapor «Pepe Luis», se inició la era moderna de la construcción naval en Astillero de la mano de la empresa 'Talleres de Bernardo Lavín', 'Talleres del Astillero S.A.' o 'ASTANDER', con los distintos nombres que ha tenido a lo largo de su historia; sin embargo, no será hasta 1930 que se comenzó la construcción de barcos con mayor o menor frecuencia.
El dique seco del nuevo astillero se estrenó con la entrada del vapor «JOSEFA», un buque construido en Bristol en 1881, pero la totalidad de las obras, incluyendo las edificaciones de servicios y almacenes, no se finalizaron hasta el año 1930, que es cuando, curiosamente de nuevo, se realiza la construcción de varios encargos para la Armada: un torpedero, un remolcador, dos gánguiles y draga. La construcción naval quedó paralizada durante la Guerra Civil porque las instalaciones se dicaron a fabricar municiones y, con altibajos, continuó de nuevo a partir de 1944.
Los primeros barcos de vapor en el mundo comenzaron a funcionar a principios del siglo XIX en Estados Unidos, los reconocidos barcos con rueda de palas que, curiosamente, también a finales del siglo XIX, otros con el mismo sistema de tracción, hacían el trasporte entre Santander y Astillero. 'Los Corconeras' fueron pequeñas embarcaciones de vapor con palas a ambos lados del casco que hacían la propulsión, pues bien, estas embarcaciones cubrieron el trayecto entre la capital y nuestro muelle entre los años 1877 y 1895.
La historia de nuestros astilleros fabricando naves no termina con el vapor, puesto que, a lo largo del último tercio del siglo XX, ASTANDER, construyó buques modernos con motores diesel como el asfaltero 'Marcogris' o los buques de carga general 'Ana Pando' y 'María del Coro' de 6.000 Toneladas. En el año 2011 se finalizó el buque cementero 'Cristina Masaveu' de 10.600 toneladas y propulsado por dos hélices transversales y un moderno motor diesel Wartsila LF32.
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Ana del Castillo
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