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Casimiro Tijero y directivos en Talleres del Astillero. 1933. Casimiro Tijero Ibargüen
Construcciones aeronáuticas 'Talleres del Astillero S. A.'

Construcciones aeronáuticas 'Talleres del Astillero S. A.'

Casimiro Tijero adquirió la patente de los aviones 'Junkers' para fabricarlos en Astillero y probarlos en Pontejos

Jesús María Rívas

El Astillero

Domingo, 6 de febrero 2022, 19:53

El título del artículo puede parecer una exageración para atraer la atención del lector pero, no es así, porque, en abril del año 1928, todo estaba en las mejores condiciones para que los 'Talleres del Astillero S.A.' comenzaran a fabricar aviones de la marca alemana 'Junkers'. El dueño y director de los talleres, Casimiro Tijero Aguirre, había cerrado un acuerdo en Madrid para fabricar dos modelos distintos, adquiriendo para ello la licencia de los aviones que se fabricaban en Dessau (Alemania) por Junkers Flugzeug und Motorenwerke. No era un anuncio publicitario de Tijero, entonces también alcalde del Ayuntamiento de Astillero.

Su llegada a la estación de Boo se produjo en medio de un gran recibimiento la noche del 20 de abril en el tren correo, desde Madrid, donde había mantenido varias reuniones con distintos ministerios y con representantes de la empresa alemana; para estos menesteres, habían acompañado al director de ‘Talleres del Astillero’: Manuel Casanova, ingeniero de la empresa; Justo Tijero, director administrativo; Eugenio Jiménez, jefe de talleres y dos delegados de los obreros. Este equipo negociador liderado por Casimiro Tijero, se trajo la patente para fabricar aviones durante 20 años y el compromiso de enviar trabajadores de los talleres del Astillero para conocer los procesos de producción y hacer prácticas en la propia fábrica, en Alemania.

No habían pasado cuatro días de la noticia, que se extendió como el aceite por todo Cantabria ante las perspectivas de creación de nuevos puestos de trabajo, cuando el Boletín Oficial del Estado (BOE) del 24 de Abril publicaba un acuerdo del Comité Regulador de la producción industrial y el Consejo de Economía Nacional, en estos términos: “Autorización para construir aviones del tipo Junkers por tener la exclusiva de la licencia para su explotación” a la S.A. Talleres del Astillero. En el BOE publicado ocho meses después, el 7 de enero de 1929, aparece el informe favorable de la Dirección de Aeronáutica Militar. Este informe añadía el derecho a ser proveedor del Ministerio de Guerra y, sin duda, confirmaba que la operación industrial para fabricar los afamados aviones en Astillero, continuaba su curso.

El acuerdo de la licencia con la empresa de aviación alemana contemplaba la construcción de dos modelos de sus mejores aeroplanos: el A 20 y G 24. El primero de estos modelos era un monoplano destinado generalmente para hacer de correo o transporte de mercancía que podía actuar como hidroavión y, el segundo, era un trimotor comercial utilizado para transporte de pasajeros. Todas las modificaciones que introdujera la casa Junkers en sus modelos serían incorporadas en Talleres del Astillero. Ambos modelos podían ser adaptados para la aviación militar.

Dos operaciones tenía que solventar con rapidez la dirección de los Talleres del Astillero: primero, buscar terrenos para ampliar sus propias instalaciones, probablemente en el entorno de la marisma de la que ya tenía la concesión administrativa, y segundo, buscar otra superficie adecuada donde instalar una zona de pruebas de los aviones, un aeródromo.

'Astillero', el aeródromo de Pontejos

La necesidad de ubicar un aeródromo de pruebas para los aviones ‘made in Talleres de Astillero’ estaba dándole vueltas en la cabeza de Casimiro Tijero y su equipo. La primera solución encontrada, puesto que los aviones se podían desmontar por piezas, fue la de trasladarlos al aeródromo de Gamonal, en Burgos, y ensamblarlos allí, donde se estaba creado una pista de aterrizaje porque, en esos momentos, se pretendía iniciar los vuelos regulares con Madrid, como punto base de una plataforma aérea hacía las ciudades del norte de la península.

A la posible elección de Gamonal como base de pruebas, ayudaba la idea del emprendedor alcalde y empresario astillerense de unir Santander y Burgos con un vuelo regular que luego enlazara con el de Madrid. En esta era otra empresa contaba también con mucho apoyo de la sociedad santanderina que veía en el trasporte aéreo el camino del progreso.

Para ir de Santander a Burgos había que contar con un aeródromo cerca de la capital y, si había un aeródromo cerca, también se podrían probar los nuevos aviones de los Talleres de Astillero. Pronto surge la iniciativa de ubicar un aeródromo en una zona plana, fruto de los rellenos que las explotaciones mineras ha realizado en las zonas intermareales de Pontejos, justo enfrente de Astillero y, sin tardar demasiado, Casimiro Tijero consiguió la cesión del terreno de sus concesionarios, Herrera y Díaz Velarde, iniciándose los estudios sobre la capacidad portante del terreno y viabilidad para actuar como aeródromo.

En el mes de julio el proyecto ya estaba en marcha, nos cuenta el historiador Emilio Herrera Alonso, en su libro ‘Alas sobre Cantabria’ que “El 21 de julio llegaron al campo de Pontejos –al que oficialmente se denominaba ‘Astillero’- dos sesquiplanos Breuget XIX, procedentes de Cuatro Vientos, tripulados por los comandantes, Franco y González Gallarza, uno, y los capitanes, Ruíz de Alda y Álvarez Buylla, el otro.” A partir de ese día se fueron sucediendo otros vuelos desde distintos puntos de la geografía española y nuevos estudios técnicos sobre la posibilidad de aterrizaje de los trimotores Junkers G 24, uno de los modelos a fabricar en Talleres de Astillero. No dieron buenos resultados los informes sobre la capacidad del terreno para soportar el peso de los aviones de pasajeros.

Muchas veces la necesidad y la urgencia encuentran soluciones que los informes previos no contemplaron. A finales de 1937, tres escuadrillas de bombarderos de la Legión Cóndor que apoyaron el avance de las tropas nacionales hacia Asturias, utilizaron como una de sus bases el aeródromo instalado en la marisma de Pontejos. Uno de los modelos utilizado como bombardero por la Legión Cóndor en la guerra civil era Junkers (Ju 52 trimotor), un aeroplano tan pesado o más que los que se hubieran construido en Astillero, que fue uno de los varios aviones bombarderos que utilizó el aeródromo de nuestro pueblo vecino.

La ilusión duró hasta 1936

Fueron pasando los meses y los aviones no comenzaron a construirse, la crisis económica ocasionada por el crack de la bolsa en Nueva York en octubre de 1929, que produjo una crisis mundial, no fue la mejor situación para continuar con este primer intento de construir aviones; además, aquellos que en España tenían el monopolio de la construcción aeronáutica no hicieron más que poner zancadillas a la nueva empresa. Así que, lo que había comenzado con el espectacular recibimiento de la multitud de vecinos que se habían ilusionado con el proyecto aeronáutico, la corporación municipal, la Banda Municipal de música, representantes de los obreros metalúrgicos y la Coral de Astillero-Guarnizo que arroparon con su presencia los esfuerzos, conocidos desde días antes, por traer nuevos puestos de trabajo con las construcciones aeronáuticas, quedaron desilusionados.

Era un proyecto para Cantabria y así lo reconocieron todos los periódicos regionales que también elogiaron el esfuerzo realizado por Casimiro Tijero: El diario de izquierda, ‘La Región’, decía en portada “…. LA REGIÓN se asocia la multitud de felicitaciones que ha recibido el Sr. Tijero, por el rotundo éxito de sus gestiones”, el conservador ‘Diario Montañés’, incluía una entrevista, también en portada, y el republicano ‘El Cantábrico’ recogía que “el recibimiento había superado todo cuanto se esperaba…”.

Pero Casimiro Tijero mantuvo su empeño con los aviones y, seis años después, en 1935, con su idea de construcciones aeronáuticas en Talleres del Astillero y volvió gestar un acuerdo ese mismo año con la empresa británica Vickers-Supermarine, buscando otra vez las patentes para construir hidroaviones y aeroplanos. En esta ocasión fue el golpe militar de 1936 lo que dio al traste con el nuevo intento de Construcciones Aeronáuticas que hubiera sido, sin lugar a dudas, un extraordinario impulso económico en Astillero, Pontejos y toda Cantabria.

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