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Son las doce del mediodía en pleno centro de El Astillero y las calles están prácticamente muertas. Apenas hay paseantes, los comercios están vacíos, como los bares y en todas partes se respira una atmósfera de calma tensa. «La gente está inquieta, sobre todo los ... más mayores. Desde que el alcalde mandó el escrito advirtiendo de lo grave que era la situación, muchos se han encerrado en casa a ver lo que pasa. Esperemos que todo se calme porque esto se está complicando». Lo explica Paloma Martín, responsable de la Administración de Loterías número 1, en pleno centro de la localidad, en la plaza de Abastos, y resume muy bien el sentir general de todos los vecinos.
El escrito al que se refiere es el bando que el alcalde, Javier Fernández Soberón, envió a los vecinos el pasado lunes para advertir del aumento de los contagios en los últimos días -ayer eran 73 de los 165 que acumula el municipio desde que comenzó la crisis sanitaria en marzo-, y donde lamentaba que existieran «actitudes irresponsables» que han contribuido a desatar un empeoramiento de la pandemia en la localidad. Con los precedentes del caso santoñés o del barrio de La Inmobiliaria, donde problemas semejantes tuvieron un germen similar para terminar en confinamiento, nadie se ha tomado la advertencia a la ligera.
«La mayor parte de mis clientes son personas de edad avanzada», cuenta Martín. «A muchos hace tiempo que no los veo, al menos desde que se habló de lo mal que estábamos en el pueblo. Ahora mandan a los nietos o a los hijos a comprar la lotería», advierte. Para ella lo mejor sería atajar el problema con contundencia, y cuanto antes: «Lo mejor sería dejar de marearnos y confinarnos lo antes posible. Es lo que ha pasado en otros sitios que empezaron así de mal y es lo que tenían que hacer con nosotros», zanja sin reparos. Pero el alcalde no contempla siquiera esa posibilidad, que por otro lado supondría un nuevo mazazo para una economía local tan maltrecha que no tiene visos de levantar cabeza.
La hostelería se ha resentido sobre todo en los mediodías. Su público objetivo, gente más mayor y jubilados, se han recluido en casa sabiéndose perfil de riesgo frente a un virus que parece estar haciéndose fuerte en el pueblo. Hacen menos vida callejera, consumen menos, y también alternan menos. «Los vinos del mediodía han desaparecido. Ya nadie toma el blanco», lamenta Juan de Dios, propietario de la tasca La Orconera.
«Antes había un poco más de vida, un poco más de gasto. En verano hemos trabajado algo más de lo que teníamos pensado, habremos llegado al 50% de lo que es un verano normal; pero ahora es cuando viene lo duro, y con el miedo que hay se está poniendo la cosa muy mal porque entre que no hay dinero y que hay mucho miedo, pues mal, mal», explica antes de meter el dedo en la llaga del problema.
«Hay que tomar medidas contundentes contra los que incumplen la normas y que luego hacen que estemos así». «Lo que no puede ser es que nos obliguen a tomar medidas en la hostelería, con el daño que eso supone, y que luego llegue el fin de semana y esté el pueblo lleno de locales y bares cerrados que alquilan grupos amplios de chavales para hacer fiestas. Y no estoy hablando de un pequeño grupo de amigos sino de fiestas de treinta personas o más». Eso explica, en parte, el dato facilitado por el alcalde acerca de que la mitad de los vecinos que actualmente tienen la infección activa son asintomáticos y suman menos de 15 años.
La misma impotencia siente Sandra López, la joven propietaria de la tienda de ropa Treca. Una aventura empresarial que emprendió hace escasamente un año y que no termina de despegar por culpa de la pandemia. «Apenas me dio tiempo a inaugurar la tienda y tuve que cerrar en el confinamiento; y ahora viene esto. Esperemos que pase pronto porque como nos confinen otra vez ya es la estocada que me faltaba», explica mientras trata de asimilar el tiempo que le ha tocado vivir como joven empresaria. «Noto que hay gente que se pasaba todas las semanas y que ya no viene. Hay mucha gente que no quiere probarse nada, por miedo, y que dice que lo pospone pero ¿para cuándo? ¿Cuándo podremos decir que estamos seguros?», cuestiona.
Nadie, ni los expertos, parecen tener respuesta para una pregunta que siguen haciendo los clientes en la farmacia Arce, en plena plaza de Abastos, como si quien está al otro lado del mostrador, por ser farmacéutico, tuviera una bola de cristal. «Están bien las recomendaciones del alcalde, pero la gente se lo ha tomado muy a pecho y hay muchos que están con miedo», confiesa Daniel Embi. «Nos preguntan qué se puede hacer. Pues tratar de hacer las cosas bien, hacer caso de las recomendaciones y esperar a que todo se normalice. Es inevitable que todos estemos un poco con la mosca detrás de la oreja. Nos ha tocado ahora en este municipio».
Javier Fernández - Alcalde de El Astillero
El pasado lunes el alcalde de El Astillero, Javier Fernández Soberón, pidió en un escrito a sus vecinos la colaboración para «frenar juntos» el avance del virus, dado que en los últimos días los casos han aumentado «sustancialmente» en localidades de Astillero y Guarnizo, llegando a alcanzar cifras «preocupantes». Pero el regidor confía en que el pico de este repunte de contagios haya pasado, que «todo se deba a un mayor número de pruebas realizadas» y que la normalidad regrese pronto a la localidad.
-Entonces es usted optimista.
-Creo que lo que ha ocurrido es que hemos detectado positivos en cuatro aulas de nuestros centros educativos y eso nos ha llevado a realizar test masivos a buena parte de nuestra población, porque imaginamos cómo ha sido... PCR a todos los alumnos de cada clase, a sus amigos, a sus familiares... Es normal que hayan aflorado positivos que de otra manera no hubieran aparecido porque la inmensa mayoría son asintomáticos. Eso explica, de hecho, que la mitad de los positivos detectados tengan menos de 15 años.
-O sea, ¿las cifras son más alarmantes que la realidad de la situación?
-Creo que si se hicieran tantas pruebas en otros municipios, estarían en nuestra misma situación.
-¿No ve entonces peligro de confinamiento?
-Es que esa medida ni siquiera ha estado encima de la mesa. En ningún momento se ha barajado.
-Los vecinos hablan de ciertas conductas irresponsables, sobre todo de los más jóvenes.
-No me consta que esté habiendo importantes infracciones. Si me enterara, tomaríamos medidas inmediatas. De momento ya hemos acordado el cierre de parques infantiles, hemos pospuesto ciertas actividades culturales, y hemos potenciado la desinfección de las calles y los colegios.
-La carta que envió el lunes ha inquietado a algunos vecinos.
-Es que es importante trabajar la concienciación social porque nos jugamos no sólo la salud, sino también la economía de la localidad y la supervivencia de muchos negocios y puestos de trabajo. Tenemos que ser conscientes de ello para hacer las cosas bien.
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